El universo como de la unificación, separación y reunificación de ritmos
Enviado por pokepus • 25 de Octubre de 2012 • Trabajo • 1.822 Palabras (8 Páginas) • 316 Visitas
de Mallarmé se consume en ella misma. Su mito no es filantrópico; no esPrometeo, el que da fuego a los hombres, sino Igitur: el que se contempla a símismo. Su claridad acaba por incendiarlo. La flecha se vuelve contra el que ladispara, cuando el blanco es nuestra propia imagen interrogante. La grandezade Mallarmé no consiste nada más en su tentativa por crear un lenguaje quefuese el doble mágico del universo —la Obra concebida como un Cosmos—sino sobre todo en la conciencia de la imposibilidad de transformar eselenguaje en teatro, en diálogo con el hombre. Si la obra no se resuelve enteatro, no le queda otra alternativa que desembocar en la página en blanco. Elacto mágico se transmuta en suicidio. Por el camino del lenguaje mágico elpoeta francés llega al silencio. Pero todo silencio humano contiene un habla.Callamos, decía sor Juana, no porque no tengamos nada que decir, sinoporque no sabemos cómo decir todo lo que quisiéramos decir. El silenciohumano es un callar y, por tanto, es implícita comunicación, sentido latente. Elsilencio de Mallarmé nos dice
nada
, que no es lo mismo que nada decir. Es elsilencio anterior al silencio.El poeta no es un mago, pero su concepción del lenguaje como una
society of life
—según define Cassirer la visión mágica del cosmos— lo acerca a lamagia. Aunque el poema no es hechizo ni conjuro, a la manera de ensalmos ysortilegios el poeta despierta las fuerzas secretas del idioma. El poeta encantaal lenguaje por medio del ritmo. Una imagen suscita a otra. Así, la funciónpredominante del ritmo distingue al poema de todas las otras formas literarias.El poema es un conjunto de frases, un orden verbal, fundado en el ritmo.Si se golpea un tambor a intervalos iguales, el ritmo aparecerá como tiempodividido en porciones homogéneas. La representación gráfica de semejanteabstracción podría ser la línea de rayas: ---------. La intensidad rítmicadependerá de la celeridad con que los golpes caigan sobre el parche deltambor. A intervalos más reducidos corresponderá redoblada violencia. Lasvariaciones dependerán también de la de la combinación entre golpes eintervalos. Por ejemplo: -I--I-I--I-I--I-I-, etc. Aun reducido a ese esquema, elritmo es algo más que medida, algo más que tiempo dividido en porciones. Lasucesión de golpes y pausas revela una cierta intencionalidad, algo así comouna dirección. El ritmo proporciona una expectación, suscita un anhelar. Si seinterrumpe, sentimos un choque. Algo se ha roto. Si continúa, esperamos algoque no acertamos a nombrar. El ritmo engendra en nosotros una disposiciónde ánimo que sólo podrá calmarse cuando sobrevenga "algo". Nos coloca enactitud de espera. Sentimos que el ritmo es un ir hacia algo, aunque nosepamos qué pueda ser ese algo. Todo ritmo es sentido de algo, aunque nosepamos qué pueda ser ese algo. Todo ritmo es sentido de algo. Así pues, elritmo no es exclusivamente una medida vacía de contenido, sino tiempooriginal. La medida no es tiempo sino manera de calcularlo. Heidegger hamostrado que toda medida es una "forma de hacer presente el tiempo".Calendarios y relojes son maneras de marcar nuestros pasos. Estapresentación implica una reducción o abstracción del tiempo original: el relojpresenta al tiempo y para presentarlo lo divide en porciones iguales y carentesde sentido. La temporalidad —que es el hombre mismo y que, por tanto, dasentido a lo que toca— es anterior a la presentación y lo que la hace posible.El tiempo no está fuera de nosotros, ni es algo que pasa frente a nuestros ojoscomo las manecillas del reloj: nosotros somos el tiempo y no son los años sinonosotros los que pasamos. El tiempo posee una dirección, un sentido, porquees nosotros mismos. El ritmo realiza una operación contraria a la de relojes y
calendarios: el tiempo deja de ser medida abstracta y regresa a lo que es: algoconcreto y dotado de una dirección. Continua manar, perpetuo ir más allá, eltiempo es permanente trascenderse. Su esencia es el
más
—y la negación deese más. El tiempo afirma el sentido de un modo paradójico: posee un sentido—el ir más allá, siempre fuera de sí— que no cesa de negarse así mismocomo sentido. Se destruye y, al destruirse, se repite, pero cada repetición esun cambio. Siempre lo mismo y la negación de lo mismo. Así, nunca esmedida sin más, sucesión vacía. Cuando el ritmo se despliega frente anosotros, algo pasa con él: nosotros mismos. En el ritmo hay un "ir hacia", quesólo puede ser elucidado si, al mismo tiempo, se elucida qué somos nosotros.El ritmo no es medida, ni algo que está fuera de nosotros, sino que somosnosotros mismos los que nos vertemos en el ritmo y nos disparamos hacia"algo". El ritmo es sentido y dice "algo". Así, su contenido verbal o ideológicono es separable. Aquello que dicen las palabras del poeta ya está diciéndolo elritmo en que se apoyan esas palabras. Y más: esas palabras surgennaturalmente del ritmo, como la flor del tallo. La relación entre ritmo y palabrapoética no es distinta a la que reina entre danza y ritmo musical: no se puededecir que el ritmo es la representación sonora de la danza; tampoco que elbaile sea la traducción corporal del ritmo. Todos los bailes son ritmos; todos losritmos, bailes. En el ritmo está ya la danza; y a la inversa.Rituales y relatos míticos muestran que es imposible disociar al ritmo de susentido. El ritmo fue un procedimiento mágico con una finalidad inmediata:encantar y aprisionar ciertas fuerzas, exorcizar otras. Asimismo, sirvió paraconmemorar o, más exactamente, para reproducir ciertos mitos: la apariciónde un demonio o la llegada de un dios, el fin de un tiempo o el comienzo deotro. Doble
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