En las siguientes líneas hablaremos sobre la relación que existe entre el ensayo de Martín Heidegger y el tiempo
Enviado por MANU LITO • 24 de Junio de 2016 • Ensayo • 2.040 Palabras (9 Páginas) • 292 Visitas
Ensayo.
Construir, habitar, pensar. Martin Heidegger.
El tiempo, la imagen, y el hecho artístico.
Tercer año, Escuela de Teatro UPLA.
Manuel Ignacio Urrejola Martínez.
En las siguientes líneas hablaremos sobre la relación que existe entre el ensayo de Martín Heidegger y el tiempo, la imagen, y el hecho artístico, que dicen profunda relación en particular con el Teatro, que a su vez está intrínsecamente ligado al diseño teatral de una obra propiamente tal. Es importante también tener en cuenta que Heidegger en su ensayo, establece un nexo entre los términos construir habitar y pensar. Tomando en consideración que el termino habitar -según se entiende- es una consecuencia del pensar que se produce en el saber mismo del habitar, que implica el construir para ese habitar. Recordando también que como mortales estamos supeditados a un habitar, el cual implica un construir, el construir de un espacio en el momento, puesto que nosotros mismos no hemos de ser sin un habitar, no somos sino habitamos, por ende, somos en la medida que habitamos. Dicho esto, entendemos, que el pensar también es un construir, en el amplio sentido de este término como también en el literal, o sea que pensamos en la medida que habitamos. Otro termino mencionado en el ensayo es la cuaternidad. Es ese término es muy interesante ya que el autor señala, que existen cuatro conceptos (cielo, tierra, divinos, mortales), los que constituyen el habitar. No son por separado, si se piensa en uno, indirectamente se relacionan los tres, aún más sin darnos -quizás- cuenta no entendemos la naturaleza cuádruple de cada uno de los conceptos, que son como ya se ha mencionado son propios del habitar.
Surge aquí una duda. En la naturaleza, el número cuatro, está muy presente, a modo de ejemplo: los caballos tienen cuatro patas. Y no sólo en la naturaleza, son cuatro las estaciones del año, cuatro los jinetes del apocalipsis, cuatro los puntos cardinales, y así un sinfín. ¿Cuál es la importancia de este número? ¿Será que supone un equilibrio sin el cual no se pueden concebir la realidad? ¿Se podría decir que, será el valor cuatro, una de las innumerables formas que adopta el humano para tratar de entender la naturaleza que nos rodea (En la que pareciera que muchas veces no somos parte, o que constituye un ajeno a la humanidad), y que, por cierto, aún en su mayoría, y también por qué no, por suerte, aún no dominamos? Recordemos que una de las tantas formas que hemos concebido de entender la naturaleza, en una de más de nuestras fórmulas para ello, creamos la proporción aurea. La cuál posee un valor determinado, de momento incuestionable, que utilizamos muchas veces como punto de referencia para múltiples aspectos de nuestro paso por el planeta. Esto, creo, sin lugar a dudas, significa una construcción más. Tanto como por ella sola, como en el contexto general y amplio de naturaleza humana, dado que, en lo esencial no es posible entender este concepto, por ejemplo, sin la ayuda de otros. En un plano menos específico, a nivel de lenguaje que seguramente ha de ser la construcción más significativa, tampoco se concibe por si sola. Está compuesta de un vasto número de construcciones, que conscientemente no entendemos como un todo, en forma muy curiosa, se plantea como un aparte, o un término aislado quizás, pero, sin embargo, si pensamos, como bien dice el Autor, un poco más en el -en este caso objeto-, es parte importante de un todo, de una idea, la cual no se puede segmentar, al menos por lo creo, bajo los paradigmas occidentales. Se imagina, dicho de alguna forma, todo el espectro de significados, conceptos, imágenes, palabras, figuras, sonidos, etcétera, que son una idea en este caso la proporción aurea.
La que, en el campo del arte, pareciera, está muy presente. Y si no, hemos de darnos cuenta, que muchas veces, el arte, tiende a un orden, o una belleza -sin generalizar en una forma en particular- con la cual se hace parte esta obra. Aún si no lo tuviera, o si fuese la propuesta contraria, seguiría regido bajos ciertos preceptos que estarían relacionados de alguna forma, con esta manera de en “entender” dicho objeto artístico. La que sin duda constituye una construcción, por ende, un habitar.
En relación al arte, hablemos de la imagen. Pareciera ser que la imagen es uno de los aspectos más importantes del arte, como ya mencionamos anteriormente. Y es a su vez en muchos aspectos del arte mismo, quizás, el signo de mayor relevancia, como, sólo quizás y a modo de ejemplo, lo podría ser una pintura o una escultura, o la escenografía de una obra teatral; como sea que fuere es en sí misma la imagen una construcción. El artista o la persona del arte, o el comunicador, construye diversas convenciones que dan como resultado esta imagen. Según lo leído entonces, esta imagen supone una construcción, por ende, un espacio, un lugar, un objeto, un algo, un arte, que está habita en otro lugar, que curiosamente es parte del objeto artístico mismo, entre ambos conforman un espacio un habitar para un mortal, el cual no se puede separar en ninguno de los aspectos mencionados antes, porque entonces ninguno de ellos podría ser en sí, pero si en función de los otros. Pues entonces quizás sea este el punto de relación del arte, es una construcción un habitar, un espacio, un pensar, obligatoriamente pensado y construido por un mortal, sometido a la cuaternidad. Imposible de desligar de los términos anteriores sino no podría ser. Podría ser entonces, que el arte se pueda someter quizás a los mismos tratamientos que una obra de construcción, que está hecha para habitar, como también lo es una obra de arte. La obra de arte está hecha para habitar, quizás no sea esta su motivación la del arte, no, claro, en el estricto sentido al menos. Pues como hemos ido antes, el arte es guerra. Regresando nada más una línea, el Arte no podría ser, si no es con un “público”, Esto en si mismo también es otra construcción. El público o habita. Sin el público, o sin el arte, no podría existir dicha construcción.
Los espacios se construyen para habitar, ¿qué parte de ese habitar se habita entonces en una obra teatral? ¿Podría ser el espacio de la guerra?, ¿Del sentir?, ¿Del comunicar?, ¿Del entender?, ¿Del apreciar?, ¿Del conmover?, ¿Del hacer?, ¿Del cambiar?, ¿De estás y de muchas otras?, ¿De ninguna?
Pues, quizás se ésta, una pregunta que todos debamos convenir, al menos bajo ciertos acuerdos, ligados, aunque sea de modo contextual. Pero pese a ello, la única ley que no podríamos llegar quitar, sería el tiempo.
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