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Enfermería, Bioética y profesión, Pinacchio


Enviado por   •  28 de Marzo de 2017  •  Informe  •  2.552 Palabras (11 Páginas)  •  189 Visitas

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Enfermería, Bioética y profesión, Pinacchio

FICHA 2

Coordenadas para moverse en el terreno de la ética

En esta ocasión vamos a presentar algunas distinciones básicas que nos van a permitir entendernos mejor cuando estemos pensando algunos de los problemas que componen el campo de la ética.

  1. ÉTICA Y MORAL

        Una primera cuestión que suele generar bastante confusión es la relación entre la ética y  la moral. Por lo general se las utiliza como si fueran sinónimos. De hecho, se puede decir de alguien que “no tiene ética” o que “no tiene moral” de manera indistinta, es decir, dando a entender prácticamente lo mismo. Esta indistinción en el uso no es casual, ni tampoco arbitraria. Es el romano Mario Tulio Cicerón (106 – 43 a. C.) quien, buscando una traducción adecuada para el concepto griego ethos, propone utilizar el término latino moris (del cual se desprende moral). Cicerón elige este término porque ambos refieren a las costumbres; a los hábitos, las creencias y las normas mediante las cuales los grupos humanos organizan sus vidas y, en consecuencia, a los parámetros desde los cuales juzgan si las acciones son correctas o no lo son, son buenas o no. Por lo tanto, como vemos, ambos términos son considerados como intercambiables entre sí desde hace mucho tiempo.

De todos modos, aunque las palabras en la antigüedad refieran a lo mismo, los cierto es que con el desarrollo de la cultura occidental, en particular a través de la filosofía en sus ramas políticas y jurídicas, sus significados se fueron diferenciando paulatinamente. Actualmente, sin embargo, no hay un acuerdo final sobre el sentido último de los términos. Por tomar un sólo ejemplo, hay quienes sostienen que la ética refiere a lo individual y que la moral refiere a lo colectivo: tendríamos entonces las reglas establecidas por la sociedad (moral) pero también lo que cada uno cree como correcto en términos individuales (ética). Pero también hay quienes, por el contrario, sostienen que la moralidad refiere a lo individual (lo que cada uno en su conciencia juzga como bueno) mientras que la eticidad es lo propio de la comunidad (lo que se ha establecido como bueno para todos en una comunidad). En síntesis, las interpretaciones pueden ser realmente divergentes, a punto tal de afirmar significados directamente opuestos.

Y no resulta para nada sencillo resolver estas cuestiones. Ni tampoco, al verdad, demasiado interesante. Por eso nosotros, a los fines de nuestro trabajo vamos a acordar en la siguiente distinción de significados, no tanto porque sea "la única" o “la verdadera” sino porque nos será útil para entendernos un poco mejor.

En nuestro curso, cuando estemos intentando determinar si son “buenas” o “malas” determinadas conductas o personas particulares, ya sean individuales o colectivas, estaremos hablando de una cuestión moral. Dicho de otro modo, cuando lo que se juzga es si una determinada acción particular o determinado sujeto debe ser considerada como “bueno” o no de acuerdo a los parámetros establecidos estaremos ubicados en el terreno de lo moral. En este terreno podremos discutir sobre si hacer tal o cual cosa está bien o no, o debatir si “fulano” es buena o mala persona. De aquí surgirá lo que llamaremos "juicios morales".

Debemos tener claro que este tipo de juicios tienen como característica distintiva que 1- parten desde un concepto de alcance universal (“el bien”, “lo correcto”, etc.) y luego, en base a este concepto, 2- se intenta establecer si determinado acto (por ej., mentir para ayudar a un ser querido) o persona particular (por, ej., un médico que cura infringiendo la ley) puede ser subsumido o no bajo dicho concepto. Por eso mismo, podemos preguntarnos si mentir para ayudar a un ser querido es bueno o, tomando otro ejemplo, si un médico que salva vidas sin respetar la ley actúa correctamente. En suma, partimos de un concepto definido y luego vemos si se puede aplicar o no a determinados particulares.

En cambio, como veremos, cuando hablemos de ética vamos a situar nuestra reflexión en otro nivel, más general, más abstracto. En vez de reflexionar acerca de si un caso particular se deja subsumir o no en un universal, nos enfocaremos en pensar en el sentido mismo de dicho universal y en su relación con lo particular. O sea, en este tipo de cuestiones no tomaremos como algo dado e indiscutible qué es lo establecido bueno, qué es lo considerado como correcto, etc. para, luego, aplicarlo (o no) a un caso puntual.

En síntesis, en el terreno de la ética vamos a tratar de reflexionar en torno a lo universal que sirve para juzgar nuestras prácticas. En este sentido, podemos decir que la ética, en tanto que disciplina filosófica, es una “filosofía de la moral” ya que tiene a la moral como al objeto de su indagación.

  1. PARTICULAR Y UNIVERSAL

Para aclarar un poco más lo anterior, tratemos de detenernos a analizar los conceptos universal y particular.

Decimos que un concepto es universal cuando mediante él podemos dar unidad a una diversidad de particulares. Veamos un ejemplo. Por más que los muchos seres vivos que identificamos como perros sean muy diferentes entre sí (algunos son grandes, otros pequeños; algunos negros, otros blancos, etc.), lo cierto es que logramos identificarlos como pertenecientes a una y la misma especie. Es decir que, a pesar de las diferencias que exhiben, podemos reconocer que hay algo común en todos y cada uno de ellos, y eso permite que podamos subsumir los diferentes casos particulares bajo el mismo concepto (“perro”).

Esta operación de aplicación o subsunción (según de qué lado se lo piense, claro[1]) también opera cuando elaboramos un juicio en torno a las acciones o conductas humanas. También en el “juicio moral” ponemos en juego la aplicación o subsunción para vincular universales con particulares. Pues, evidentemente, nosotros podemos identificar, a pesar de las muchas diferencias que hay entre diferentes acciones (salvar a alguien que se ahoga, devolver dinero a quien lo perdió, decir la verdad aunque nos perjudique, etc.) algo común que nos permite calificarlas como “buenas acciones”. Naturalmente, esto tiene como condición de posibilidad que pongamos en juego algún tipo de universal (aquello que llamamos “lo bueno”) que nos permite reconocer, a pesar de las muchas diferencias entre las acciones, algo que les es común a todas y cada una. Este ejercicio de articulación entre un particular y un universal es lo que llamaremos “juicio moral”.

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