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Ensayo De El Problema De Demarcacion


Enviado por   •  12 de Mayo de 2012  •  3.902 Palabras (16 Páginas)  •  695 Visitas

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El problema de la demarcación

Este post es un resumen del punto primero: ”El problema de la demarcación” del capítulo cuarto del libro Filosofía de la Ciencia de Antonio Diéguez Lucena.

El problema de la demarcación es la cuestión de qué debe considerarse como científico y qué no. Es imposible dar una definición rigurosa y permanente de lo que es la ciencia pero se hace necesario distinguir las ciencias de las pseudociencias o disciplinas que pretenden pasar por científicas sin serlo realmente, como la homeopatía, la parapsicología, el psicoanálisis, el creacionismo, etc.

El término “ciencia” designa tanto una actividad humana como su producto: el conocimiento científico. Tradicionalmente, la Filosofía de la Ciencia se ha ocupado de este último pero en la actualidad está en auge el estudio de la ciencia como actividad.

La característica principal del conocimiento científico es la de su obtención mediante un método propio que garantiza su objetividad, permite el consenso de la comunidad científica que posibilita un rápido progreso en los conocimientos. Esta objetividad se consigue por medio de la supresión o neutralización del punto de vista individual. Debe existir la posibilidad de que otro investigador cualificado sea capaz de reproducir los resultados alcanzados por un científico cualquiera. La ciencia es una tarea intersubjetiva y el conocimiento científico debe ser comunicable y público.

Los filósofos han abandonado la pretensión de señalar un conjunto de reglas o de estrategias identificables como el “método científico”. Tradicionalmente, las propuestas más comunes han sido variantes del método inductivo o del hipotético-práctico. Pero ya no suena descabellada la negación que hizo Feyerabend de la existencia de un método científico único (su “todo sirve”). Los científicos emplean métodos diversos pero ninguno de ellos es de aplicación universal.

La ciencia es una empresa múltiple y heterogénea. Cada disciplina constituye un modo distinto de hacer ciencia, adaptando a sus propias necesidades las características generales de la ciencia. Ya no hay ciencia sino ciencias.

Desde la filosofía se han propuesto varios criterios de demarcación entre ciencia y no ciencia, rasgos diferenciadores del conocimiento científico que lo hicieran distinguible de otros productos culturales y, en concreto, de otras formas pretendidas o no de conocimiento. Estos criterios son: la verificabilidad, la confirmabilidad, la falsabilidad y la progresividad de los programas de investigación.

theorein.wordpress.com/2011/01/28/el-problema-de-la-demarcacion/

2. El camino de la experiencia (10)

La experiencia es aquel método mediante el cual, para decirla con una bonita expresión agustina, la realidad nos introduce en su verdad, es decir nos «muestra lo que esixte» (11)

Para santo Tomás de Aquino, en el cual está siempre vivísimo el atractivo de la realidad, la experiencia sensible anuncia algo de la realidad (12), que luego el intelecto aprende y afirma en el juicio. Más bien ninguna noción intelectiva puede formarse si no a partir de la experiencia sensitiva según la nota máxima: nihil in intellectu nisi prius in sensu. Justo por ésta, el intelecto humano aprende casi haciéndose conducir por la realidad sensibile (13), la que exige un tipo de continua conversión a una presencia (14).

De tal presupuesto santo Tomás trae una consecuencia teológica de decisiva importancia, es decir la conveniencia de la encarnación de Dios:

Ya que en el estado de la presente miseria es connatural al hombre que su conocimiento se inspira en lo que es visible y solamente de ello haya adecuado cumplimiento, entonces Dios de modo congruente se ha hecho visible, asumiendo la naturaleza humana, porque de las cosas visibles venimos arrobados al amor y al conocimiento de las cosas invisibles (15).

Además para santo Tomás de Aquino de la experiencia en actu exercito del conocimiento de la realidad el hombre se remonta al conocimiento de sí mismo (redit ad essentiam suam) (16). Él, en efecto, en el conocer, «comprende su propia inteligencia y por el acto del conocimiento se conoce a sí mismo como potencia intelectiva» (17) y, por tanto, él mismo como deseo natural de ver a Dios.

La experientia es para el hombre fuente de certeza (18), por tanto aumenta su esperanza y, disminuyendo su temor, lo vuelve más seguro y experto en el reaccionar (19).

La experiencia es, pues, la aventura apasionante de la introducción progresiva del hombre en la profundidad de la realidad, por la cual se pasa de lo que se ve a lo que no se ve, y que, sin embargo, es la razón última y su consistencia.

Tal paso, que es parte de la experiencia misma, entendida como experiencia humana, se llama inteligencia de la razón de las cosas e indica aquel nivel de conciencia en el que el hombre mismo toma conciencia del significado unitario de sí mismo y de todo.

Si existe un hombre que, en nuestros días, ha contribuido de modo decisivo a la recuperación del método cognoscitivo de la experiencia humana es don Luigi Giussani. En uno de sus primerísimos escritos, integrado luego en El riesgo educativo, describía así la estructura de la experiencia:

La persona primero no existía: por tanto lo que la constituye es un dato, un producto de otro.

Esta situación original se repite en cada nivel del desarrollo de la persona. Lo que provoca mi crecimiento no coincide conmigo, es otra cosa distinta de mí.

La experiencia realiza por lo tanto el incremento de la persona a través de la valorización de una relación objetiva. […]

Lo que caracteriza la experiencia es el entender una cosa, el descubrir el sentido. La experiencia por lo tanto implica inteligencia del sentido y de las cosas. Y el sentido de una cosa se descubre en su conexión con el resto, por eso experiencia significa descubrir que una determinada cosa sirva para el mundo. […]

La verdadera experiencia sumerge en el ritmo de la realidad, y hace irresistiblemente tender a una unificación hasta el último aspecto de las cosas, es decir hasta el significado verdadero y exhaustivo de una cosa (20).

Una última unificación de la realidad, como hemos visto exponiendo el pensamiento de los medievales, siempre se escapa al hombre que a ella inevitablemente tiende por la fuerza de su razón. Ha escrito todavía don Giussani:

No puede la razón pretender conocer también sólo un pedacito, sino únicamente acercarse a su fuente de calor y a su luz original a través de insatisfechas aproximaciones analógicas (21).

En nuestra época hemos asistido a una subvaloración progresiva de la razón, y por lo tanto a una tergiversación de la experiencia

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