Ensayo De Focault
Enviado por YazminDiaz • 27 de Febrero de 2013 • 466 Palabras (2 Páginas) • 387 Visitas
He aquí, pues, cómo hay que imaginar la ciudad punitiva. En (117) las
esquinas, en los jardines, al borde de los caminos que se rehacen o de los
puentes que se construyen, en los talleres abiertos a todos, en el fondo de las
minas que se visitan, mil pequeños teatros de castigos. Para cada delito, su
ley; para cada criminal, su pena. Pena visible, pena habladora que lo dice
todo, que explica, se justifica, convence: carteles, letreros, anuncios, avisos,
símbolos, textos leídos o impresos, todo esto repite infatigablemente el Código.
Decorados, perspectivas, electos de óptica, elementos arquitectónicos
ilusorios, amplían en ocasiones la escena, haciéndola más terrible de lo que
es, pero también más clara. Del lugar en que el público está colocado, pueden
suponerse ciertas crueldades que, de hecho, no ocurren. Pero lo esencial para
estas severidades reales o ampliadas es que, según una estricta economía,
sean todas instructivas: que cada castigo constituya un apólogo. Y que en
contrapunto de todos los ejemplos directos de virtud, se pueda a cada
instante encontrar, como una escena viva, las desdichas del vicio. En torno de
cada una de estas "representaciones" morales, los escolares se agolparán con
sus maestros y los adultos aprenderán qué lecciones enseñar a sus hijos. No
ya el gran ritual aterrador de los suplicios, sino al hilo de los días y de las
calles, ese teatro serio, con sus escenas múltiples y persuasivas. Y la memoria
popular reproducirá en sus rumores el discurso austero de la ley. Pero quizá
será necesario, por encima de esos mil espectáculos y relatos, poner el signo
mayor del castigo para el más terrible de los crímenes: la piedra angular del
edificio penal. En todo caso, Vermeil había imaginado la escena del absoluto
castigo que debía dominar todos los teatros del castigo cotidiano: el único
caso en el que se debía tratar de llegar al infinito punitivo. Un poco el
equivalente en la nueva penalidad de lo que había sido el regicidio en la
antigua. Al culpable se le saltarían los ojos; se le encerraría en una jaula de
hierro, suspendida en el aire, por encima de una plaza pública; estaría
completamente desnudo, con sólo un cinturón de hierro, sujeto a los barrotes,
y hasta el fin de sus días, se le alimentaría de pan y agua. "De este modo,
estaría expuesto a todos los rigores de las estaciones, unas veces su frente
cubierta de nieve, otras calcinada por un sol ardiente. En este riguroso
suplicio, ofreciendo más bien la prolongación de una muerte dolorosa que la
de una vida penosa, es donde podría realmente reconocerse a un malvado
179 24 J. M. Servan, Discours sur l'administration
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