Ensayo Mentorías UFV
Enviado por Mel Íñiguez Subirós • 5 de Julio de 2021 • Apuntes • 2.036 Palabras (9 Páginas) • 304 Visitas
Este primer curso de universidad ha sido un año sin duda difícil y raro para todos, lleno de cambios y emociones que nos han puesto en nuestros límites. Además de ser un año para todos complicado, debido al cambio que supone el instituto a la universidad donde estás ya estudiando para tu futuro y no para entrar en una carrera. Este factor provoca en los estudiantes no solo intriga y emoción, pero al mismo tiempo un enorme miedo al error y a no saber si has elegido bien el camino de tu vida o no. Personalmente debo añadir el hecho de ser el año de mi emancipación con mis padres (parcial ya que económicamente me siguen manteniendo) lo cual me dotó de mucha libertad que en momentos no me ayudó en el tema de estudios. Aunque también me permitió vivir una experiencia mucho más veraz a la vida universitaria que se nos prometía años atrás. Además, la vida en una residencia de estudiantes me abrió conocimientos y experiencias con personas que marcarán un momento en mi vida y al mismo tiempo seguramente no vuelva a ver. Todo esto se suma al hecho de que un primer año de carrera, aunque se pueda redirigir, supone un antes y un después en nuestro camino o nuestra transición a la vida adulta. Por suerte, la universidad a la que yo voy me permite no solo un sinfín de oportunidades, sino que también me ayudó en momentos que seguramente sin ayuda hubiesen supuesto una dirección poco adecuada para el estilo de vida que debía llevar. Aprovecho para agradecer el trabajo hecho en las mentorías. No tuve ninguna duda al conocer a mis compañeros y mis profesores que había hecho una gran elección al elegir la UFV, donde tantas oportunidades de erasmus, proyectos y actividades no solo lúdicas y entretenidas sino también muy provechosas y enriquecedoras. Vuelvo a puntuar otra vez no solo para agradecer sino para acreditar la función que hacen las mentorías, cosa que se da en pocas universidades.
Debo añadir sin embargo que cuando se me comentó por primera vez lo que suponían las mentorías y lo que suponían (como decían los estudiantes “te obligan a hacer eso”, “te quita tiempo”) mi reacción fue de rechazo hacia éstas… Que equivocado estaba. El hecho de poder hablar con una persona de la universidad y poder comentarle y explicarle tu vida mientras ésta no solo escucha, sino que también te ayuda y te guía me parece, ahora que ya lo he vivido, una de las cosas más necesarias para los estudiantes. Es una oportunidad que no podía desperdiciar ya que como me dijo mi padre “esa es una asignatura donde aprenden los estudiantes de todos los diferentes bachilleratos, los de letras lo de números, todos”. Además, vivimos en un mundo donde se tiene en muy poca consideración los sentimientos de las personas, donde se nos enseña que el hombre más hombre no llora es impasible y no sufre. Por esto, que en tus años universitarios tengas un guía o compañero que te ayude a nivel profesional te permite disfrutar de tu vida más y mejor. Te ayuda a crecer. Te guía en la busca de tu misión y tu camino con la meta de ser feliz y sentirte realizado al mismo tiempo.
Además de la mentoría, creo que cabe destacar la labor de la mentora. Los mentores son personas que, realmente, están ahí por vocación (una de las muchas cosas que hemos aprendido gracias a ellos). Están ahí, soportando a adolescentes, con unas ganas increíbles de ayudarte y de enseñarte todo lo que saben. Para ayudarnos a mejorar como personas y darnos ese empujón a nuestra madurez y crecimiento personal previos a la vida adulta. Se nota a leguas quienes disfrutan de su trabajo y
quienes no. Quienes están por vocación y quienes por obligación, en especial en el ámbito docente. Y los mentores, claramente, están ahí porque les gusta, porque disfrutan enseñando y en especial viendo cómo crecemos en nuestro paso por las mentorías. Todo un placer poder contar con Carmen, mi mentora, para que me enseñe todo lo que me ha enseñado, y por todo el apoyo que me ha dado también. He podido conectar con ella desde la primera mentoría y, aunque alguna vez se me ha quedado la tarea para el final, nunca he sentido pereza de acudir a las mentorías. Pido perdón sin embargo por mi puntualidad a veces no correcta.
Gracias a esta oportunidad he podido aprender mucho sobre mí mismo, para así poder mejorar como persona y llegar a la vida adulta con cierto conocimiento de la persona que soy, para poder sacar el máximo partido de mi persona y dar todo lo bueno que tengo. Pero ¿qué he aprendido durante todo este camino?
El inicio de este camino vimos conceptos clave, que serían utilizados a lo largo de todas las mentorías, como la mirada profunda y la proactividad. Con una serie de ejercicios me di cuenta de lo importante que es mirar y no ver. Mirar más allá de lo que otros solo ven. No quedarse con la superficie ni con la punta del iceberg, sino indagar más. Esto se puede aplicar a situaciones, pero sobre todo a personas. Hay que aprender a mirar a las personas, y eso fue lo que hicimos. Estuvimos analizando a las personas que más relevancia tienen en nuestra vida, en mi caso a mi amigo Toni. Y me di cuenta de que, él, actúa siempre por los demás. Su objetivo siempre es hacer felices a los demás, a la gente que le rodea y la que más quiere, porque si ellos son felices, él también lo es: es feliz haciendo felices a los demás. En este punto presumo de amigo, pero también comento nuestra semejanza ya que él piensa igual de mí. Está dispuesto a sufrir si eso va a complacer al resto, porque realmente quiere sacar una sonrisa al prójimo. Este análisis me llevó a conocerlo aún más. A apreciar cada día todo lo que hace por nosotros, por toda la gente que le queremos. Cada acción va con un sentido, va hacia alguien, con un único objetivo: hacernos felices. Siempre ayuda en todo lo que puede y más. No se cansa y lo
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