Ensayo a favor del destino

El destino, ese concepto tan odiado y la vez amado, porque para nosotros los humanos es encantador escuchar que nuestras insípidas vidas tienen un fin, un objetivo claro por el que la naturaleza nos doto de esta excepcional consciencia. Pero a su vez, pensar que todas nuestras acciones están escritas en la finita infinidad de las hojas del universo; que nuestra existencia es un párrafo ya redactado y a la espera de ser leído, es una idea que no es de extrañar que perturbe a más de uno. Es por eso que todos manejamos este concepto de forma diferente, bañado en un perfecto gris matizado en base a nuestros deseos. Quizás algo más de predestinación te haga sentir menos perdido; o en cambio, renunciar a la idea de ser especial, te ayude a sentir esa libertad que tanto buscas. Es un tema muy complejo, uno que muchos han decidido reducir a lo absurdo. Entre ellos, estoy yo

¿Cómo visualizas tú los hechos que tienen lugar en tu vida? ¿Cómo meras pinceladas aleatorias en un lienzo? ¿O como trazos meticulosamente puestos a la imagen y semejanza de un boceto pre hecho? Es una pregunta difícil de responder, y más de plantear claramente. Pero aquí estoy, intentándolo

Todo suceso tiene una causa, y esa causa, a sí mismo, tuvo que tener una causa. La conclusión a la que muchos han llegado ya es sencilla: Todos los eventos que tienen lugar a nuestro alrededor, tienen algo que los provoca. Esto no es nada revolucionario. Para que una pelota se mueva, tienes que aplicarle fuerza; Para que un automóvil arranque, ha de encenderse el motor primero; Y para escribir en un teclado, es necesario apretar las teclas. Todas estas acciones también tienen una consecuencia, ya sea una parábola, un avance recto, o una letra. Y a su vez, son causantes de otras acciones. ¿Qué me hace pensar eso? Dos cosas: La primera de ellas, y que no tiene nada que ver con lo que estoy tratando de expresar, es que el origen de todo, es una causa incausada, o que de alguna manera, se causó a sí misma;  la segunda, y es la base de este escrito, es que todos los acontecimientos del universo no son nada más que una aparentemente infinita cadena de piezas de dominó.

Piezas de dominó

Esa es la metáfora perfecta para expresar mi punto. La forma más burda de entender el concepto de “reacción en cadena”

Cuando hacemos una fila de piezas de dominó, y tiramos la primera de ellas, no necesitamos ser Dios para saber qué sucederá con las demás. Van a caer. Si miramos el universo de esta forma, es sencillo concluir que todo lo que ha sucedido hasta ahora ya estaba destinado a suceder, puesto que la primera pieza, la que inició la existencia de la realidad, ya hizo su trabajo al caer.

Quizás no sea tan desagradable pensar que nuestro pasado estaba destinado, puesto que ya lo hemos vivido, pero, ¿Y nuestro futuro? No existe persona a la que no le guste pensar que es libre de tomar sus propias decisiones, y esta idea de predestinación, le haga sentir, irónicamente que la vida no tiene sentido. Porque, ¿De qué sirve hacer nada si independientemente de lo que hagas, no podrás cambiar el rumbo de las cosas? Es algo deprimente. Pero más que cualquier otra cosa, cercano a nosotros.

Nos encontramos con situaciones así todo el tiempo. Un voto no hace la diferencia en grandes elecciones, reciclar una botella al día jamás salvará el planeta, y por mucho que nos esforcemos en destacar, seguramente no lo hagamos. Claro que hay personas con mucho poder, cuyos caprichos hacen temblar los cimientos de países enteros, y hasta del mundo. Sin embargo, no hace falta decir lo míseras que son esas decisiones en el gran plano de las cosas, incluso en nuestra pequeña sociedad condenada al fracaso, que terminará olvidando dichos acontecimientos con el paso del tiempo. Ni se diga si los comparamos con la inmensidad del universo, sería simplemente ridículo.

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