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Entre vagones, asientos y miradas en un no lugar


Enviado por   •  14 de Mayo de 2019  •  Ensayo  •  781 Palabras (4 Páginas)  •  86 Visitas

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Entre vagones, asientos y miradas en un no lugar

El antropólogo francés Marc Augé en su libro “Los no lugares, espacios del anonimato” se aproxima a la soledad que reina hoy en día en el mundo de la post-modernidad, y la incomunicación en la que vivimos. Esto amparado en su principal tesis sobre los “no lugares”. Pero ¿qué es un no lugar? Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar. (Augé, 1993). Por otro lado los lugares serán aquellos que tienen historia, identidad, donde existen relaciones y encuentros, lo opuesto a los no lugares. Bajo esta premisa definiremos el metro de Santiago como un no lugar, en el cuál día a día se cruzan personas en el anonimato. A través de historias personales y las características que definen al metro intentaremos corroborar su aspecto de no lugar.

Según la definición que nos ofrece el autor, un no lugar sería un espacio de espera o tránsito en dónde las personas se funden en un anonimato. Hay encuentros fugaces, que no se repiten, desde conversaciones hasta simples cruces de mirada. Los no lugares son aquellos espacios en los que podemos separarnos de la identidad que nos caracteriza día a día, nos permite ser otras personas y convivir con otras incluso a veces transformando en ficción aquellos encuentros. Ficción, ya que muchas veces no volverán a ocurrir y queda en la mente de los individuos pensar en la trascendencia de estos. Muchos de estos encuentros, o ficciones ocurren hoy en el lugar de tránsito por esencia de Santiago, el metro.

El principal elemento que permite clasificar al metro en un no lugar es su transitoriedad. Al ser un medio de transporte, su palabra lo dice, transporta a más de 2.200.000 millones de personas al día (Santiago, 2017) entre sus líneas. Esto permite que cada vez que estas personas se suban al vagón o ya bien esperen, se encontraran inmersos en un no lugar a la espera de encuentros fugaces con otras personas. Puede ser un simple cruce de miradas de asiento a asiento, comprar un chicle a los vendedores, sonreír al artista callejero que se encuentra tocando, o ya bien entablar una conversación con el compañero de asiento. Todos estos encuentros, probablemente no volverán a pasar de la misma manera, forman parte de la ficción de quien las vive. ¿Cómo se llamaba esa persona? ¿Para dónde iba? ¿Cómo le habré parecido? Son una serie de preguntas que surgen cuando uno pasa por estos encuentros.

Otro de los elementos que nos permitirá clasificar al metro en un lo lugar es su carencia de identidad. Tal como fue visto en clases, la identidad de las personas se desentiende en un no lugar. Se libera a las personas al momento de llegar al metro de sus determinaciones habituales, cayendo en un mero anonimato. Ese artista callejero que toca en el vagón no es nadie más para los pasajeros que un simple sujeto, a pesar de que en otros lugares sus determinaciones habituales lo convierten en quién el es realmente. Es difícil asociar nombres quien no se conoce, por lo que cualquier pasajero que tenga un encuentro en esta no lugar con el artista probablemente olvidará las características del encuentro.

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