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Etica Y Moral


Enviado por   •  4 de Agosto de 2014  •  1.596 Palabras (7 Páginas)  •  220 Visitas

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Para que hablemos el mismo lenguaje...

¿Ética y moral significan lo mismo? Seguramente has escuchado que ambos términos se utilizan sin mayor reparo, para referirse a la conducta observada en los seres que nos rodean. Si analizamos nuestra forma de hablar, te darás cuenta que con frecuencia utilizamos expresiones como: “me pasé”, “se me escapó”, dije lo que no debía decir”; y si se trata de los demás, abundan expresiones como: “ha sido incorrecto”, “no tenía por qué enojarse”, “se le pasó la mano”.

Estas expresiones nos hacen caer en la cuenta de un hecho universal, que se ha dado y se da en todas las culturas y tiempos: el ser humano valora continuamente; variaran quizá las apreciaciones personales o colectivas, pero no podemos negar el hecho de que valorar es una constante humana.

Te invito a que te detengas un momento, y analices un poco lo que hemos afirmado; toma conciencia de tus propias valoraciones y advierte que en cada una de las que estableces se expresan estas constantes:

• Una distancia entre lo que hacemos y lo que deberíamos hacer que es también una experiencia universal y típica del ser humano.

• Una exigencia. Si examinamos la distancia que existe entre el deseo y la acción, veremos que con frecuencia incluye una demanda que experimentamos y formulamos: exigencia de obrar, de ser de otra manera. Lo decimos de nosotros mismos, de los demás o de la sociedad.

Esta exigencia de ser mejores, de superarnos, la constatamos en muchos planos: el cultural, el deportivo o el artístico; pero es sobre todo en el plano moral, donde adquiere mayor relevancia. Admiramos a los escritores, a los artistas y a los deportistas, pero de una manera especial nos atraen personas como Martín Luther King, Ghandy y a los cristianos especialmente Jesucristo, no sólo por los aportes que dieron a la humanidad, sino por su vida ya que decimos que fueron seres humanos excepcionales.

Cuando observamos la evolución de estos u otros seres humanos, detectamos que las decisiones que tomaron, son las que construyeron el propósito de su existencia. Es importante en ese sentido destacar que, si bien las circunstancias juegan un papel importante en la construcción de la propia existencia, éstas en realidad únicamente funcionan como el escenario por medio del cual la persona cuenta con la posibilidad de decidirse, pues cómo has podido observar en tu vida y la de los demás, aunque dos o más personas se desenvuelvan en situaciones iguales o similares, generalmente adoptan posturas diferentes ante la misma situación.

Este cúmulo de experiencias que todos vivimos y constatamos cotidianamente, pone ante nuestros ojos de una forma innegable la realidad del hecho moral. Aristóteles, hace 2300 años en la antigua Grecia, afirmaba el ser humano es un animal político, porque el hombre se hace hombre y existe en cuanto tal, sólo en una sociedad organizada; así mismo podría decirse que el hombre es un animal moral, pues no vive ni actúa sin desplegar esfuerzos para explicar que tanto lo que hace, como el modo en que lo hace. A ciertos modos de comportamiento los califica de justos o rectos, y a los modos opuestos de injustos o incorrectos. Ningún otro animal emite juicios morales, pues todas las demás especies hacen lo que hacen y ahí termina la cuestión. Sólo el ser humano es capaz de reflexionar sobre el por qué de sus decisiones y de las de sus congéneres. Metafóricamente hablando, se puede decir que en el corazón de los seres humanos, anidan las exigencias morales y ser fiel a esos valores, es experimentado como un deber nace desde dentro.

Con el avance de las sociedades, los pueblos han ido tomando conciencia de estas exigencias y deberes, reclamando con mayor insistencia el respeto, la defensa y promoción de estos valores tan profundamente sentidos, pero sólo a mediados del siglo XX se llegará a una formulación jurídica universalmente aceptada de los derechos humanos, que poco a poco se van integrando en las constituciones civiles de casi todos los países.

Ciertamente la concreción de estos variará y aún más la medida en que sean realmente respetados y promovidos, pero casi ningún pueblo escapa a ésta exigencia moral, como siempre ha reflejado el lenguaje de manera implícita. La constatación de la universalidad del hecho moral y las exigencias que de ello se derivan, pone de relieve que todos intuimos de alguna manera, que la fidelidad a los valores morales y la promoción de los derechos humanos como su más próxima concreción, es buen camino para la felicidad que todos ansiamos.

Con lo dicho hasta aquí, no está demás el volver a insistir

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