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FILOSOFIA


Enviado por   •  25 de Octubre de 2011  •  7.921 Palabras (32 Páginas)  •  525 Visitas

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LITERATURA INDIGENISTA

Literatura indigenista, corriente literaria que aborda los problemas de los indígenas americanos. Sus orígenes pueden remontarse hasta cronistas como Bartolomé de Las Casas (1484-1566), que condenó apasionadamente los desmanes de los conquistadores en Brevísima relación de la destrucción de las Indias, aunque la denominación suele reservarse para la literatura del siglo XX —cuentos y novelas sobre todo— que han denunciado las condiciones infrahumanas de vida de los indios. En consecuencia, se excluyen obras como Cumandá o Un drama entre salvajes (1879), del ecuatoriano Juan León Mera (1832-1894), y cuantas ofrecieron una visión idealizada de los primitivos habitantes del nuevo mundo. Esto es lo que se conoce como indianismo, asociado generalmente a la literatura del siglo XIX.

La narrativa indigenista, propiamente dicha, cuenta con precedentes, sobre todo en Perú, donde la defensa del indio dio lugar a obras como Aves sin nido (1889), de Clorinda Matto de Turner (1854-1909). Pero es Raza de bronce (1919), del boliviano Alcides Arguedas (1879-1946), la novela que significa el primer hito de esa literatura en el siglo XX, aunque su planteamiento étnico del conflicto constituye una herencia decimonónica. La influencia del pensador peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930), de orientación marxista, permitió que el problema se relacionara más tarde con la posesión de la tierra, como puede comprobarse en Huasipungo (1934), del ecuatoriano Jorge Icaza (1906-1978), y en El mundo es ancho y ajeno (1941), del peruano Ciro Alegría (1909-1967). En este último se advierte ya la visión positiva hacia la cultura indígena que luego enriquecería su compatriota José María Arguedas (1911-1969), quien en Los ríos profundos (1956) y obras posteriores trató de ir más allá de los problemas sociales del indio para adentrarse en su visión del mundo. Es la orientación literaria que suele denominarse neoindigenismo.

También en México se desarrolló la narrativa indigenista, condicionada por las consecuencias de la Revolución Mexicana. Sus primeros representantes destacados fueron Gregorio López y Fuentes (1897-1966), con El indio, y Mauricio Magdaleno (1906-1986), con El resplandor. Después merecen mención las novelas conocidas como “Ciclo de Chiapas”, entre las que sobresalen Bal ún Canán (1957) y Oficio de tinieblas (1962), de Rosario Castellanos (1925-1974).

El boom de la literatura latinoamericana se produjo en la década del 60 gracias a la venta masiva de textos de la denominada “nueva narrativa latinoamericana ”, que introdujo el género del “realismo mágico”. El boom de la literatura latinoamericana tuvo lugar por los ecos de la Revolución Cubana y por la ampliación del público lector, lo cual, sumado a una generación de escritores talentosos, dotó a este boom de interesantes contenidos políticos.

Literatura hispanoamericana reciente

-El Modernismo tuvo vigencia hasta la segunda década del siglo XX, en que se gestan los movimientos poéticos posmodernistas. Por otra parte, la superación del realismo narrativo se produce en los años cuarenta con la incorporación de las nuevas técnicas y el nacimiento del realismo mágico.

Se entiende por boom de la novela latinoamericana el enorme éxito que esta alcanza a comienzos de la década de los sesenta, básicamente por la aparición de ciertas obras que plantean una ruptura con las formas tradicionales del relato y que, al mismo tiempo, hacen mundialmente famosos los nombres de sus autores. Entre ellos se cuentan novelistas como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y muchos otros que, en distinta medida, emplean un idioma más amplio y más internacional.

LITERATURA SOCIAL (1920-1960)

la literatura social es la que tiene como principal interés la denuncia de ciertos aspectos y se centra en problemas sociales.

Las letras son expresión cuando hay historia que contar", decía el poeta José Martí. Desde los orígenes hasta nuestros días, más de quinientos años de historia y de literatura muestran que Colombia cuenta en el doble sen¬tido del término: existe y narra. Es lo que ha sido y lo que ha expresado. Reconocida como tierra de poetas, también lo es de narradores.

Esta antología de relatos narrados o escritos por autores colombianos permite hacer un viaje en el tiempo, haciendo estaciones en diversas épocas representadas por concepciones y mundos, estilos y temas. Un viaje a través de cuentos que atrapan al lector sin soltarlo: por una parte, visiones de los orígenes sagrados en los mitos de diversas etnias, por otra, de la configuración y desarrollo de los tiempos históricos. Aunque se sugiere una secuencia cronológica hay, sobre todo a partir del siglo xx, cuentos atravesados por temporalidades y modos diferentes. Es po¬sible encontrar nexos o distancias entre autores y tradiciones. Lo oral y lo escrito se alternan o yuxtaponen y lo uno o lo otro prevalecen, hacien¬do eco de lo propio o lo aprendido. El creador no ordena el discurrir histórico: a través de sus palabras se sumerge en la vida cotidiana y pro¬funda de los pueblos o de las culturas.

Cuando hablamos de los orígenes de una literatura, la referencia obligada es a aquellos relatos que fueron contados o cantados en tiem¬pos prehistóricos. En ellos la palabra fluye oralmente y transmite de generación en generación relaciones con los comienzos, un momento sagrado y fabuloso reconocido en esa frase sugerente que dice: "en el principio era. . ." o "había una vez". Aunque algunos de estos "relatos de los comienzos" conserven lo esencial de sus temas a lo largo del tiem¬po no son fijos (pues han sido transmitidos oralmente), y las primeras versiones se recomponen enriqueciendo formas y contenidos, alimen¬tando la memoria colectiva y sustentando o transformando arquetipos y cosmogonías. "Lo único que realmente consuela son los mitos", afirmó Elías Canetti, al sostener que son "elixir de vida" espiritual y que su extinción indica muerte.

Gracias a distintos compiladores y estudiosos de textos, antropólogos, etnólogos, mitólogos, lingüistas, literatos y filósofos que se han encarga¬do de preservar y estudiar esas voces de transmisión oral, los lectores pue¬den conocer culturas, tradiciones, influencias e hibridaciones y compren¬der que en unos y otros la palabra transmisora de creencias y leyendas sostiene verdades profundas cercanas o análogas a las de otras culturas, y que la escritura se ha encargado también de fijarlos. Es de reconocer el gran valor de los estudios de Gerardo Reichel-Dolmatoff, Konrad Theodor Preuss, Michel Perrin, Jaime Hernando Parra, Julián Contre¬ras, Fernando Urbina, Luis Fernando Vélez y Gabriela Petersen

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