FUNCIONALISMO
Enviado por agustinbalbinoch • 27 de Noviembre de 2013 • 4.702 Palabras (19 Páginas) • 253 Visitas
Funcionalismo
Se dice que Desde la salida de la Segunda Guerra Mundial hasta casi finales de los años sesenta, las escuelas funcionalistas mantuvieron una innegable hegemonía sobre el panorama sociológico internacional, hasta tal punto que para muchos el funcionalismo llegó a ser la sociología. La turbulenta década de los sesenta con sus protestas, revueltas, nuevos movimientos sociales y culturales, y, en suma, con sus conflictos nacionales e internacionales, políticos y cotidianos— hizo tambalearse a ese edificio ahora tan sólido y poderoso y que tanto primaba los intereses comunes de los miembros de cualquier sociedad, los mecanismos que aseguran una determinada solidaridad, el consenso y el orden, propagando con ello la imagen del funcionamiento de la sociedad como un sistema armónico integrado. Posteriormente, un número de sociólogos, tanto desde dentro ( procedentes de la propia tradición funcionalista) como desde fuera (autores instalados en corrientes de pensamiento ajenas al funcionalismo y, principalmente, en un renovado marxismo heterodoxo), se dedicaron a dinamitar ese edificio ya inseguro, provocando de esa manera un derrumbe tan estrepitoso y efectivo que ni tan siquiera las voces respetables y poderosas que se alzaron en su defensa airada alcanzaron la resonancia esperada
(Recuérdese, por ejemplo, la serie de acusaciones encabezadas por Seymour Martin Lipset contra Alvin Gouldner, y en general contra toda la «sociología radical»). Asistimos, por tanto, a la crisis de la sociología «occidental», muy cerca, y no por casualidad, de una profunda crisis cíclica de capitalismo; crisis que dejaba en difícil situación a las teorías sociales dominantes desde el funcio- nalismo hasta la teoría económica keynesiana. Pero esto sólo era el principio; un poco más tarde, y como consecuencia de la imposibilidad no ya de dar una salida a la crisis, sino «simplemente» de dar una explicación coherente de todas las contradicciones que tal crisis añadía al ya de por sí complejo marco que imponía la sociedad industrial avanzada, vimos anunciada, también entonces, la crisis de la sociología «radical»; la crisis de una, así denominada por algunos, «sociología marxista»; la, terminológicamente más correcta, cri- sis del marxismo, y, por este camino, un largo etcétera de crisis teóricas que acababan, ya puestos, con la crisis de la mismísima sociología. Pero hasta este estado de crisis, tan debatido a principios y mediados de los años setenta, se ve abocado a su propia crisis, y a partir de los años ochen- ta, en esta postcrisis dura y desalentadora que en todos los órdenes de nues- tra existencia experimentamos, la sociología entra en un extraño momento donde un peculiar y vergonzante «todo vale» —en el que todavía algunas cosas, las de siempre, valen más y son mejor miradas que otras, pero ya sin exhibir la prepotencia de antaño— que poco tiene que ver con aquel anarquis- mo metodológico que proponía ese vigoroso «comecientíficos» que es Paul Fe- yerabend como la vía del conocimiento para el hombre libre y, sin embargo, está bastante conectado con la pertinaz sequía teórica que asóla a la produc- ción sociológica y a la forma académica de paliarla en los últimos tiempos. Tiempos en los que hemos conocido síntesis de todo tipo, búsquedas deses- peradas de nuevos paradigmas, o mejor dicho del nuevo paradigma, difíciles reconciliaciones teóricas en eclecticismos no muy claros y otras múltiples mues- tras de lo que por unos —los más pesimistas— es considerado la desorien- tación, pérdida de rumbo, desintegración o incluso el fin de la sociología, y para otros más optimistas su esperanzadora renovación libre de monopolios intelectuales.
En este contexto nos llega ahora un libro que plantea todas estas cues- tiones de manera monográfica. Se trata de la versión resumida de una im- portante tesis doctoral presentada hace pocos años por un ya maduro y ex- perimentado sociólogo belga, Jacques Coenen-Huther, con un amplio curricu- lum como investigador, profesor y consultor de diversas instituciones, entre las que cabe destacar el Consejo de Europa. Esta obra puede que no resulte en exceso novedosa para el lector español atento a la literatura que circula en nuestro país sobre teoría sociológica, pero ello no es óbice para que se nos presente en ella una magnífica guía para adentrarnos en un estudio serio y profundo de los orígenes, desarrollo y crisis de la aplicación de la llamada metodología funcionalista a la sociología, al mismo tiempo que nos encontramos con un buen número de reflexiones importantes sobre temas polémi- cos y delicados que se presentan a debate en la sociología de hoy.
Coenen-Huther comienza haciendo un completo, aunque conocido, repaso por las generalidades al uso en el vocabulario funcionalista para entrar pronto de lleno en uno de los puntos centrales en su argumentación; es aquel que trata de las relaciones entre funcionalismo y causalidad, partiendo de una caracterización amplia, quizá demasiado amplia, del funcionalismo:
«El funcionalismo se ha desarrollado en reacción contra la manera de razonar tradicional en términos de causas y efectos. A este respecto, es un producto típico de una fase nueva de la historia del pensamiento científico donde se tiende a razonar más en términos de variables de- pendientes o independientes que en términos de causalidad clásica. Po- niendo el acento sobre la interdependencia de fenómenos en el seno de sistemas, la aproximación funcionalista se separa del análisis causal. La sociología funcionalista se interesa más por las interrelaciones que por el sentido de las relaciones. Por tanto, ante todo, su atención sobre el funcionamiento de los elementos sistémicos se dirige a poner en evi- dencia las dependencias recíprocas, teniendo la tendencia a relegar el origen de los fenómenos del mismo modo que en el cuento del huevo y la gallina» (p. 16).
Una vez hecha esta caracterización, el autor irá desentrañando con habi- lidad y cuidadosamente sus implicaciones profundas: el hecho de que al uti- lizar razonamientos funcionalistas se está suponiendo, implícita o explícita- mente, consciente o inconscientemente, una finalidad sistemática; el que todo elemento se estudia según sus correlaciones y su adaptación al sistema ge- neral de referencia; la inclinación derivada de este tipo de análisis de con- templar los hechos sociales desde una perspectiva sincrónica, desinteresándose por su génesis y evolución histórica, etc. Buscándose, seguidamente, los orí- genes y desarrollo del funcionalismo como tradición sociológica, haciendo un repaso por lo que son sus fuentes más comúnmente reconocidas: el organi- cismo positivista, la antropología de Malinowski y Radcliffe-Brown, las per- sonales aportaciones de Merton y el estructural-funcionalismo
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