Falta de calidad humana

Falta de calidad humana

Alguna vez nos hemos preguntado si tenemos cien por ciento calidad humana en nuestras vidas, es muy probable que no podamos responder rápidamente esta pregunta, ya que tenemos que analizarnos muy bien quienes somos como personas en realidad.

Hay que preguntarnos si tenemos valores, si el estilo de vida que llevo es el adecuado, la manera en la que trato a los demás es correcto, si tengo sencillez, entre otras cuestiones más.

La falta de calidad humana que tenemos como personas y mexicanos nos hace que estemos viviendo en un país tercermundista ya que  importa más el bienestar propio aunque se afecte a terceras personas, también se realizan favores  a cambio de algo a su propia conveniencia, donde no existe cultura por la lectura, dejamos que nuestros gobernantes se lleven nuestros recursos y nosotros no hacemos nada al respecto; pues solo hablamos de un cambio que ni nosotros mismos somos capaces de realizarlo ya que vivimos hundidos en mediocridad, somos un país que poco a poco hemos ido perdiendo la moral, vamos dejando atrás los valores con procedimientos y acciones que realizamos por inercia, amparados en argumentos de que “siempre se ha hecho así” “el que transa no avanza” “uno no es ninguno” ”si ellos lo hacen,, porque yo no”. No hay que perder tiempo y energía en buscar culpables, sino invertirlo en desarrollar todo el potencial infrautilizado.

Dejemos siempre un buen sabor de boca a los demás con nuestra presencia y comentarios, con un buen cumplimiento de compromisos inspirando confianza y no traicionándola, ténganos capacidad de ser compasivo y comprensivo con los demás, seamos capaces de ver más allá de las apariencias, de valorar a las personas no por su aspecto o estatus, seamos personas sencillas a pesar de tener todos los medios para poder ser altivo; demos un buen trato a todas las personas, aun a los más humildes, que son quienes más necesitan una muestra de interés, cariño o humanidad de quienes estamos en otro nivel.

“las ilusiones se habían esfumado, pero era consolador saberse ascendido sin necesidad de hundir a alguien” – Johann August Strindberg.

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