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Filosofia


Enviado por   •  18 de Febrero de 2013  •  2.857 Palabras (12 Páginas)  •  314 Visitas

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¿Cómo es posible que a pesar del tiempo el “yo” siga siendo el mismo?

Por: Alexandra Peñafiel

Introducción

Ante la pregunta acerca de la persistencia invariable del “Yo” en el tiempo se tiene que tener en cuenta que el “yo” también es conocido con otros nombres tales como psique, ser, alma o conciencia; pero, con la finalidad de aproximarnos académicamente este concepto del “Yo” lo relacionaremos y la conciencia.

Pero, ¿A pesar del tiempo el “Yo” sigue siendo el mismo? En este sentido, debemos tener en cuenta que las múltiples motivaciones de la actividad humana pueden ser llevadas a su máximo grado de abstracción clasificándolas en dos grandes grupos: De un lado las originadas en el interés personal (el egoísmo); del otro, aquellas que se fundamentan en el amor en general (el yo). Sobre la base de lo expuesto es posible establecer una clara diferenciación entre lo que podríamos llamar dos tipos básicos de estructuración de la personalidad, fundamentados en uno u otro sustrato motivacional respectivamente a los cuales denominaremos ego y yo.

1. El “Yo”

En psicología, el yo, se define como la unidad dinámica que constituye el individuo consciente de su propia identidad y de su relación con el medio; es, pues, el punto de referencia de todos los fenómenos físicos. El “yo”, dadas sus diferentes acepciones, tiene diversa definiciones y concepciones. La definición del “yo” varía en proporción directa al número de disciplinas que lo toman como objeto de estudio. Históricamente se ha relacionado al “yo” con otros términos como psique, ser, alma o conciencia; pero si queremos aproximarnos académicamente esta exigirá precisiones acerca de la disciplina desde la que se desee abordar su estudio. El estudio del “yo” abarca disciplinas de orientación biológica y las disciplinas de corte filosófico y humanista. Para abordar el estudio del “yo” desde la perspectiva biológica, esta debe hacerse con ayuda de otras disciplinas, es así que el estudio del “yo” puede hacerse desde los puntos de vista de la psicobiología, neurobiología, neuropsicología, entre otras disciplinas.

La Historia de la Filosofía ha separado o dividido al Yo, identificándolo aisladamente con alguno de sus tres genuinos componentes: pensamiento, existencia y voluntad; es decir, se ha querido definir al Yo como exclusivamente pensamiento (racionalismo), exclusivamente existencia (existencialismo) o exclusivamente voluntad (irracionalismo). Pero, cualquier de estas perspectivas del Yo son correctas en parte, pero dejan inexplicada una gran dimensión del contenido del Yo. Es por eso, que la reflexión del Yo se debe centrar en analizar al Yo desde las tres categorías implicadas; es así que la complejidad del Yo se hace manifiesta al tratar de referirnos a sus cualidades, que no son otras que pensamiento, existencia y voluntad.

Del párrafo precedente se infiere que el Yo queda disgregado en tres componentes las cuales son denominadas “tríada basal”. Conocer al Yo implica conocer a cada uno de los elementos que lo integran; pero aquí encontramos un segundo nivel de complejidad, puesto que al querer saber qué es el pensamiento, observamos que para hacer una aproximación a su naturaleza hemos de, necesariamente, incluir como parte esencial de su ser a la existencia y a la voluntad. No hay pensamiento, existencia o voluntad que sean puros y menos aún fundantes (porque estos elementos exigen la co - implicación para ser analizados); luego, no se puede identificar al Yo con un elemento aislado de la tríada ni tampoco desarraigarlo de su constitución triádica.

2. La Perspectiva Humanística

En la primera mitad del siglo XX, los enfoques psicoa­nalítico y conductista fueron los que predominaron en psicología. Sin embargo, en 1962, un grupo de psicólogos fundaron la Asociación de Psicología Humanista. Para ellos, la psicología humanista era como una «tercera fuerza», una alternativa a los otros dos enfoques. Para definir su objetivo, la asociación adoptó cuatro principios:

- Lo principal es la persona que experimenta. El individuo no es un mero objeto de estudio. Éste tiene que ser descrito y entendido en términos de su propia visión subjetiva del mundo, sus percep­ciones del yo y sus sentimientos de propia valía. La pregunta central que debe plantear cada persona es ¿Quién soy? Para aprender cómo trata el individuo de responder a esta pregunta, el psicólogo debe convertirse en compañero de dicha persona.

- La elección humana, su creatividad y autorreali­zación son los principales temas de investigación. Las personas no sólo están motivadas por impul­sos básicos como el sexo o la agresión, o necesidades fisiológicas como el hambre y la sed. Sienten la necesidad de desarrollar sus potenciales y aptitudes. El crecimiento y la autorrealización de­berían ser los criterios para medir la salud psico­lógica, y no solamente el control del yo o la adaptación al entorno.

- La relevancia debe preceder a la objetividad en la selección de los problemas de investigación. Los psicólogos humanistas sostienen que se deberían estudiar los problemas humanos y sociales más im­portantes, aunque esto a veces signifique adoptar métodos menos rigurosos. Y mientras que los psicólogos deberían luchar por ser objetivos a la hora de recopilar e interpretar observaciones, la elección de los temas de investigación podría y deberían estar guiados por una serie de valores. En este sentido, la investigación no está desprovista de valor.

- El valor último se otorga a la dignidad de la persona. La gente es básicamente buena. El objetivo de la psicología es comprender a las personas, no predecirlas ni controlarlas.

Los psicólogos que comparten estos valores proceden de diversas formaciones teóricas. Por ejemplo, el teórico de rasgos Gordon Allport era también psicólogo humanista, algunos psicoanalistas, como Carl Jung, Alfred Adler y Erik Erikson, tenían opiniones humanistas de la motivación que divergían de las de Freud. Pero las teorías de Carl Rogers y Abraham Maslow son las que componen el núcleo del movimiento humanista.

De lo señalado en el párrafo precedente se tiene que el principal representante de la perspectiva humanista es Abraham Maslow, quien identificó una jerarquía de necesidades que motivan el comportamiento humano. Según Maslow, cuando las personas logran cubrir sus necesidades básicas pueden buscar la satisfacción de otras más elevadas. La jerarquía propuesta por Maslow, se compone de las siguientes necesidades, en orden ascendente:

- Necesidades fisiológicas: hambre, sed, sueño, etc.

- Necesidades de seguridad: sentirse seguro y protegido, fuera de peligro.

- Necesidades de pertenencia

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