Friedrich Nietzsche: Aurora, Libro Primero.
Enviado por osunacorp • 8 de Noviembre de 2013 • 1.336 Palabras (6 Páginas) • 364 Visitas
Friedrich Nietzsche en el libro primero de su obra Aurora, pensamientos sobre los prejuicios morales (1881), comienza diciendo que todas las cosas que viven mucho tiempo se han impregnado paulatinamente tanto de razón que parece inverosímil pensar que su procedencia sea insensata. Sin embargo, las personas doctas se han prejuciado, pensando que la época correspondiente a su tiempo es la que sabe mejor lo que es bueno o lo malvado, lo que debería alabarse o censurarse.
Nietzsche afirma que el hombre de su época ha atribuido a todo lo que existe una conexión con lo moral, cargando sobre los hombros del mundo unsignificado ético. Tal mundo posee en sí mismo una armonía; además, la humanidad ya no está sometida al temor de fieras salvajes, bárbaros, dioses o de los propios sueños. La ciencia nos invita a abandonar la creencia de que existe una causalidad sencilla allí donde todo aparece tan fácilmente comprensible y somos burlados por las apariencias.
Aun cuando el mundo posea un significado ético, la situación que Nietzsche plantea es la de un tiempo muy inmoral. “El poder de la costumbre se ha debilitado de manera tan sorprendente y el sentido de la moralidad se ha vuelto tan sutil y se ha elevado a una sublimidad tal que casi se podría decir que se ha evaporado”[1]. El filósofo alemán entiende por moralidad la obediencia a las costumbres, y éstas las define como la forma convencional de evaluar y actuar. De ahí que afirme que el hombre libre es inmoral, porque quiere depender de sí mismo en todo y no de una tradición, aquella autoridad superior, a la que se obedece, pero no porque nos ordene algo útil, sino porque simplemente lo ordena.
El hombre más moral es, por un lado, quien cumple la ley más a menudo, llevando consigo la conciencia de la ley siempre y en cualquier situación, por fugaz que sea, hasta el punto de que su espíritu se las ingenia constantemente para descubrir nuevas ocasiones de cumplir la ley. El hombre más moral también es el que cumple la moral en las situaciones más difíciles, sacrificándose por la costumbre; y es que es exigencia de la moral de las costumbres sacrificarse. Quien no se sacrifica por la moral de las costumbres y es considerado inmoral, trae sobre él y sobre su comunidad el «castigo divino». Sin embargo, bajo el dominio de la moral de las costumbres, toda suerte de originalidad ha provocado mala conciencia.
Dice Nietzsche que “en la medida en que el sentido de la causalidad aumenta, disminuye la extensión del reino de la moralidad”[2]; esto quiere decir, según lo explica el pensador, que siempre que se han comprendido los efectos necesario y se ha aprendido a pensar eliminando todo lo accidental y todas las consecuencias ocasionales, se ha destruido un gran número de causalidades fantásticas, en las que hasta ahora se había creído como fundamento de las costumbres, y cada vez que ha desaparecido del mundo un fragmento de desasosiego y de respeto a la autoridad de la costumbre, ha sido el ámbito total de la moralidad quien ha sufrido las consecuencias.
Por otra parte, Nietzsche señala una moral popular que consiste en añadir, por parte de los hombres, nuevos ejemplos que afirmen la relación existente entre la causa y el efecto, entre la falta y el castigo, para, de este modo, contribuir a corroborar su creencia. Otros realizan nuevas observaciones sobre las acciones y las consecuencias y sacan de ahí conclusiones y leyes. Sin embargo, estas actividades son burdas y no-científicas, por lo que la moral popular se convierte en una seudociencia peligrosa, y se ha de vencer con la propuesta de una nueva educación del género humano.
En otro apartado, el filósofo alemán escribe sobre la moral del sufrimiento voluntario. La crueldad es una de las más antiguas alegrías festivas de la humanidad. De ahí que se piense que también los dioses se animan y se alegran cuando se los ofrece el espectáculo de la crueldad. De este modo se introduce en el mundo la idea de que el sufrimiento voluntario, el martirio que uno mismo
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