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HEIDEGGER Y LA FILOSOFÍA DE LA LUZ


Enviado por   •  25 de Julio de 2013  •  3.062 Palabras (13 Páginas)  •  210 Visitas

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HEIDEGGER Y LA FILOSOFÍA DE LA LUZ

Cuando Martín Heidegger murió, en la Argentina se hicieron muy pocos comentarios notables acerca de su persona, de su pensamiento y de su obra. Acicateados por la urgencia de poner de manifiesto en nuestro ámbito la importancia de esta, que desde hace cincuenta años es implícitamente vivida como la mayor del pensamiento contemporáneo, escribimos este ensayo. Léaselo además como homenaje: del autor a quien considera su maestro, y acaso el pensador más puro de occidente. En este sentido, la pureza implica la dialogante vecindad del origen, tal como acaeció el hombre en el preguntar originario de Heráclito y Parménides, de Anaximandro y Anaxágoras.

No se trata pues de un examen exhaustivo del pensamiento de quien esperará aún la decisión histórica de la destrucción ontológica para que pensar constituya el diálogo de la multiplicidad unívoca, escuchado histórica destinacionalmente. Es más bien el bosquejo de un trabajo mayor, prometido y que sin duda realizará el tiempo.

Quede por el momento como el tributo de quien en una remota provincia sudamericana, acierta a pensar la esencia del hombre, como el arrojo en el ser de ser pastoreado, y no como el señorío del obrar sobre el ente. Sea por último este trabajo, un testimonio de preocupación universal en zonas como la nuestra, que pugna por alcanzar una nueva dimensión histórica, y si es necesario pareciese a una prospectiva de la dimensión cultural de la provincia, comparécelo con aquellos trabajos publicados por eminentes profesores y periodistas argentinos, sobre quien fuera acaso, el último filósofo del Occidente.

(Un año antes de la muerte de Heidegger, en el suplemento literario del diario Época, a la sazón dirigida por el autor de esta nota y llevando su firma, casi como presagio, apareció una nota que llevaba por titulo: "Piedra libre para un pensador de 88 años".)

El tema que poco a poco centró el círculo abismal de las interrogaciones heideggerianas: lo provisional de lo humano como tal: provisional, provisorio, son términos que hablan de la situación de transeúnte, con que el pensar más riguroso piensa la esencia de lo humano. Lo provisional de Las "securitas" de las "humanitas" y las representaciones que la subjetividad como fundamento "ofrece y asegura la posibilidad de fundar, en la subjetividad y mediante ella" la objetividad de todas las cosas. La provisorio, lo provisional de aquello en lo que el hombre se instala, puso al pensar más recogido de la época, el temblor humano más turbador y por ello menos evidente, que obra alguna ostenta en lo que va del siglo.

Salvar al hombre de lo provisional de su naturaleza (de lo no pensado de su esencia), significó para Heidegger impedir que las sucesivas formas de "humanitas" en las que opera una determinada manera de manifestarse lo presente (el ente) como "posibilidad trascendental de la objetividad de los objetos, en la mediación dialéctica del movimiento del espíritu absoluto, del proceso histórico de la producción, en la voluntad de poder creadora de valores", instalen lo provisional del pensar (como camino hacia), en el olvido de la diferencia, de la cual proviene la metafísica. La historia de este extrañamiento de pensar y ser constituye en el misterio de lo humano, "Lo propiamente digno de ser pensado".

La historia como olvido y error, acaece cuando se abre el ente como tal en un tiempo que abre inconmensurablemente para cualquier medida, lo abierto, en donde lo erróneo, "no es una falta aislada, sino el reino (el señorío) de la historia, donde se enlazan intrincados, todos los modos del errar". Pero, olvido y error, son posibilidades de la metafísica y sus modos de acertar en el ente, maneras de manifestarse el "ser" como "asistencia" o "asistente dejar subyacer", en la que el ente ingresa al mundo. Mundo es aquello desde lo cual el Dasein "se da para indicar entre cuales entes y cómo se puede comportar". Mundo es también aquello "por lo cual"...

Ni un ente ni la totalidad englobante de éstos, de acuerdo a un orden jerárquico de esencias. El mundo es la puesta en "obra" del ser que libera al Dasein para lo que es: "el ente". En ese sentido, a este penetrar del ente en el mundo, poniendo el mundo ante sí mismo como proyecto y al supra- proyecto del mundo vuelto sobre el ente, llamó Heidegger "trascendencia".

De igual manera, el sobrepasar hacia el mundo del "Dasein", llamó Heidegger libertad. La libertad es como tal el fundamento del mundo, en tanto es éste, trascendencia como "mismidad". Por eso dice Heidegger; "sólo la libertad puede hacer que mundée un mundo para el Dasein".

"El mundo nunca es sino que mundea"; y luego: "la libertad es dejar imperar al mundo, que proyecta y proyecta más allá". Pero esta misma libertad que pone al hombre transido de ser, no es una posesión del Dasein; en grado contrario, la libertad, el Dasein existente y liberador posee al hombre, por lo que éste es en el modo de la existencia" en la cual, la verdad misma es el fundamento de la libertad. Por ello dejar imperar al mundo significa, dejar actuar la "esencia de la verdad (en el sentido de la conformidad del representar) sólo porque la libertad misma nace de la esencialidad de la verdad, del imperio del misterio en el error".

Por ello se dijo más arriba: error es el señorío de la historia, "el espacio de aquel volverse en el cual la ex-sistencia in-sistente, volviéndose una y otra vez, se olvida y equivoca la medida" en la cual, es la "esencia anti-esencia (Gegenwesen) respecto de la esencia inicial de la verdad". A este respecto, nada y tiempo, son horizontes desde los cuales se hace patente la que es como presencia (el ente) y oculta el ser para que haya historia.

Pero sólo donde hay habla "hay mundo" y en consecuencia historia. Sin embargo el habla acontece con antelación en el diálogo. En el diálogo se dice la proveniencia como destino; y la historia como tal, es el medio ineludible de actualización de lo histórico, "sin que la historia tomada en sí, pueda constituir al pie de la letra la recepción suficiente para la historia dentro de la historia".

A este respecto indica Heidegger: "Las raras y simples decisiones de la historia surgen del modo en que cobra presencia (West) la esencia originaria de la verdad" y en otra parte: "La historia del mundo, empero, es el destino que consiste en que un mundo nos dirige el habla". Ese mundo que nos dirige

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