Historias Mitológicas Griegas.
Enviado por Azukara • 24 de Febrero de 2014 • 1.881 Palabras (8 Páginas) • 357 Visitas
Guerra de Troya
La historia de la guerra de Troya sufrió, en el curso del tiempo, numerosos cambios y ampliaciones.
El meollo de esta historia está contenido en los dos poemas épicos de Homero, la Ilíada y la Odisea. Los episodios relatados o brevemente aludidos en dichos poemas, fueron elaborados o desarrollados por los poetas posthoméricos, ya sea relacionándolos con otras tradiciones populares, ya agregándoles detalles de su propia invención.
Cuenta Homero que una vez que Helena hubo sido raptada por París, Menelao y Agamenón visitaron a todos los jefes griegos exhortándolos a tomar parte en una expedición que aquéllos preparaban con el objeto de vengar la afrenta.
Agamenón fue elegido comandante en jefe; los más destacadas héroes griegos que le seguían eran, su hermano Menelao, Aquiles y Patroclo, los dos Ayax, Teucro, Néstor y su hijo Antíloco, mises, Diomedes, Idomeneo y Filoctetes.
Las huestes griegas, compuestas de 100.000 hombres, que contaban con 1.186 barcos, se concentraron en el puerto de Aulis. Allí, mientras celebraban un sacrificio bajo un plátano, surgió una víbora debajo del altar, ascendió por el árbol y devoró un nidal con ocho pichones de gorrión, junto con la madre de los pajarillos.
Calcas, el adivino de la expedición, interpretó que ese hecho significaba que la guerra duraría nueve años y que terminaría en el décimo, con la destrucción de Troya.
Agamenón había recibido por su parte un oráculo del dios de Delfos, según el cual Troya caería después de que los mejores griegos se querellaran entre sí.
El sitio de la ciudad
La partida hacia Troya se realiza inmediatamente y después de instalar el campamento entre la costa y las murallas de la ciudad, Mises y Menelao se dirigen como embajadores a la corte de Príamo, para pedir la entrega de Helena. La demanda, a pesar de la inclinación de la propia Helena y de las admoniciones del troyano Antenor cae en el vacío, debido a la oposición de Paris, y la guerra queda declarada.
El número de los troyanos, cuyo héroe principal es Héctor, apenas alcanza a la décima parte del de los sitiadores. Y aun cuando los primeros cuentan con poderosos aliados, tales como Eneas, Sarpedóny Glauco, no se atreven por temor a Aquiles, a afrontar un encuentro abierto con sus enemigos.
Por otra parte, los aqueos nada pueden hacer frente a la ciudad bien defendida y fortificada, viéndose obligados a limitar su acción a la ejecución de emboscadas y a desbastar las vecindades de la plaza; la falta de víveres los obligaba, asimismo, a organizar expediciones por las zonas próximas, que se llevaban a cabo por mar y tierra bajo el mando de Aquiles.
Llegó al fin el año décimo, el decisivo en el sitio de Troya .Crises, sacerdote de Apolo, llega al campo de los griegos vestido con sus ropas sacerdotales, para rescatar a su hija Criseida, del poder de Agamenón. Es rudamente rechazado y Apolo castiga a los griegos infligiéndoles una plaga. En una asamblea de los griegos, convocados por Aquiles, Calcas declara que el único modo de apaciguar al dios, es el de entregar a la joven sin rescate .Agamenón asiente a ese deseo general, pero, a modo de compensación, quita a Aquiles, a quien se considera el instigador de toda la trama, a su esclava favorita, Briseida.
Aquiles, ofendido, se retira airado a su tienda e implora a su madre Tetis que obtenga de Zeus la promesa de que los griegos sufran continuas derrotas en la lucha con los troyanos, hasta tanto Agamenón, le rinda una satisfacción.
Los troyanos salen inmediatamente a campo abierto y Agamenón, inducido por una promesa de victoria que le sugirió un sueño enviado con tal propósito por Zeus, elige el día siguiente, como día de la batalla.
Las huestes de ambos bandos están frente a frente, dispuestas a entrar en lucha, cuando deciden, de común acuerdo, que el conflicto por Helena y por los tesoros saqueados, sea decidido en duelo singular, entre Paris y Menelao.
París es vencido en el duelo y sólo es salvado de la muerte por la intervención de Venus. Cuando Agamenón exige el cumplimiento del tratado, el troyano Pandareo rompe el armisticio, disparando una flecha contra Menelao, con lo que dio comienzo al primer encuentro general de la guerra, en el cual Diomedes realiza milagros de bravura bajo la protección de Minerva, llegando, inclusive, a herir a Marte y a Venus.
El día termina con un duelo no decisivo entre Héctor y Ayax, hijo de Telemón. En el armisticio que sigue a continuación, ambos bandos dan sepultura a sus muertos y los griegos rodean su campamento de un muro y se atrincheran.
Al iniciarse de nuevo la lucha, Zeus prohíbe a los dioses tomar parte en ella y ordena que la batalla termine con una derrota de los griegos. Durante la noche siguiente, Agamenón planea la retirada, pero Néstor le aconseja que se reconcilie con Aquiles. Los esfuerzos de los intermediarios resultan inútiles y pese a los esfuerzos de Agamenón que lucha con bravura, son heridos varios héroes, entre ellos Ulises, Diomedes y el mismo Agamenón. Los griegos se retiran tras el muro de su campamento, para cuyo ataque preparan los troyanos cinco destacamentos.
Ataque troyano
La defensa de los griegos es valerosa, pero Héctor logra destrozar con una roca la puerta de entrada de las fortificaciones y el torrente enemigo se precipita incontenible dentro del campamento griego. Una vez más, los héroes griegos que aun están en condiciones de combatir, especialmente los dos Ayax e Idomeneo, consiguen rechazar a los troyanos con ayuda de Poseidón, mientras Ayax estrella a Héctor contra el suelo, con una piedra; pero este último no tarda en resurgir en el campo de batalla, con nuevo brío, otorgado por Apolo, por orden de
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