Humanidad ha desarrollado una rica tradición filosófica

Sabemos que la humanidad ha desarrollado una rica tradición filosófica, los problemas que han surgido en cada época están altamente detallados en una multiplicidad de textos. En el siglo XVI existe una amplia producción de historias y de personas haciendo filosofía, es decir, lógicos y metafísicos. También  los escolásticos, humanistas, eclécticos y positivistas. Si para los primeros filósofos griegos, la filosofía era el camino del saber,  en Latinoamérica siempre se ha presentado como la voluntad de dar respuesta a nuestra capacidad y posibilidad de pensar. Cuando se pregunta por la existencia de una filosofía americana, se hace partiendo del sentimiento de una diversidad, es la conciencia de la distinción y la diferencia, hay una estrella relación entre el contexto regional y el de las ideas, uno depende del otro.

Las primeras historias regionales se tardaron casi cuatro siglos para aparecer, como las de Barreda Y Laos en Perú o la de José Ingenieros en Argentina. A través de los trabajos de estos pensadores se evidencia la riqueza de la tradición filosófica ya sea en términos de países, periodos, movimientos y figuras, lograron traspasar barreras filosóficas y desafiaron la historia de las ideas o de la cultura.

La primera referencia de este tema se dio en los siglos XVII Y XVIII cuando en Europa consideraba salvaje al continente americano, una cuestión que fue criticada por los intelectuales de la región que escribieron obras que protegían y defendían su posición. En la década de los noventa se divulgo  la  idea  de que  los  filósofos latinoamericanos sólo eran aficionados o imitadores y que su filosofía era deficiente, que les faltaba autenticidad, rigor o calidad y por lo tanto no ameritaban una historia. Para el mexicano José Vasconcelos, subyace en esta preocupación un deseo de reconocimiento e identidad: “Bien visto y hablando con toda verdad, casi no nos reconoce el europeo ni nosotros nos reconocemos en él. Tampoco sería legítimo hablar de un retorno a lo indígena (...) porque no nos reconocemos en el indígena ni el indio nos reconoce a nosotros. La América española es de esta suerte lo nuevo por excelencia, novedad no sólo de territorio, también de alma”.

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