INDUSTRIALIZACION CON ESTABILIDAD
Enviado por rarw • 17 de Octubre de 2013 • Tesis • 2.210 Palabras (9 Páginas) • 346 Visitas
INDUSTRIALIZACION CON ESTABILIDAD
La Industrialización con Estabilidad (1943-1970)
Se conoce como Estado benefactor o Estado de bienestar a aquel que manifiesta la necesidad de intervenir sistemáticamente en la economía para evitar una serie de efectos nocivos derivados de la economía del mercado autor regulador. Al sobrevenir la Revolución Industrial en Europa se produce una gran transformación en la cual las sociedades pasan de sociedades tradicionales de base agrícola a modernas sociedades industriales. Dicha transformación implico un doloroso proceso social que fue pagado casi exclusivamente por las clases trabajadoras, cuyos miembros experimentaron una nueva forma de explotación económica de consecuencias socialmente negativas. Para este Estado, era más importante anteponer el buen funcionamiento de las relaciones contractuales capitalistas, en las que los hombres son considerados como portadores de mercancías, a cualquier consideración de índole ética o moral. Esta concepción de la economía, que podemos calificar de capitalista liberal, sostenía que el sistema de libre mercado poseía una armonía natural derivada del libre juego de la oferta y la demanda que terminaba infaliblemente por corregir todos los desequilibrios económicos y sociales. Es decir, que el libre juego entre oferta y demanda tendía a autor regularse, de manera que los efectos negativos o desequilibrios que ella producía solo eran efectos temporales que se irían corrigiendo naturalmente por el propio desarrollo económico.
En México la figura del Estado benefactor se asocia con el Estado surgido de la Revolución de 1910, especialmente a partir de la administración del presidente Lázaro Cárdenas y hasta la de José López Portillo. Los objetivos básicos de la política económica y la progresiva nivelación de las clases sociales. Durante su administración Cárdenas irá dando los pasos para conducir al país de acuerdo con estos objetivos, de manera que poco a poco se fuera avanzando en ese sentido, sorteando los obstáculos derivados del subdesarrollo nacional. Al contrario de cómo algunos autores han calificado, Cárdenas no pretendió someter toda la economía del país a los designios del Estado, si no que siempre dejo márgenes importantes como espacios para que la inversión privada participara. En términos de su política social, el cardenismo mantuvo la orientación básica del Estado de bienestar, es decir, trataba de eliminar aquellos obstáculos reales que impedían a los ciudadanos menos pudientes gozar de sus derechos políticos y sociales
Esta concepción determino la creación del Departamento de Asuntos Indígenas (DAI) en 1936, mismo que se dedico prácticamente a dos grandes tareas: estudiar los problemas que agobiaban a las poblaciones indígenas con el buscarles solución.
Cárdenas confiaba en la educación como un instrumento para superar muchos de los problemas que agobiaban al pueblo de México, especialmente a sus trabajadores. También, en concordancia con su política antiimperialista, en 1937 creó el Instituto Politécnico Nacional, un lugar en el que se prepararían las nuevas generaciones de técnicos mexicanos, mismos que, se pretendía, deberían reemplazar a los técnicos industriales extranjeros que ocupaban los puestos clave de las grandes empresas del país.
El gobierno cardenista realizo su gestión en pro de la independencia económica, de, de la nivelación de las clases y de un capitalismo reformado, se produjera un choque con los intereses de dichas empresas, conflicto en el que cárdenas actuó acorde su nacionalismo y desplegando su política antiimperialista.
Gracias al impulso dado al desarrollo económico por la nueva administración y sus positivos resultados, los ferrocarriles lograron salir del estancamiento en que se encontraban. La expropiación se dio con fines de utilidad pública y esto le permitió al gobierno enfrentar los retos que el desarrollo económico experimentado le estaba exigiendo a los ferrocarriles. Para mayo de 1937, el sindicato petrolero en vísperas de firmar su contrato colectivo presento un pliego petitorio con una serie de demandas para mejorar sus condiciones. La junta intervino entonces y nombro una comisión especial para que estudiara el problema e investigara si las demandas petroleras eran posibles de satisfacer dentro de las condiciones de las empresas. La nacionalización de la industria eléctrica fue muy distinta a la de los ferrocarriles y a la del petróleo. En agosto de 1934 el gobierno preparo el terreno para regular el servicio eléctrico en el país y darle al propio estado poder de vigilancia sobre el mismo. Creo la Comisión federal de Electricidad que comenzó a intervenir en la electrificación del país cuya demanda iba en aumento.
ANTECEDENTES (MODELO PRIMARIO EXPORTADOR)
Con el ascenso de Manuel Ávila Camacho al poder (1 de diciembre de 1940 a 30 de noviembre de 1946), se empiezan a gestar las condiciones que requería el proceso de industrialización del país: la estabilidad política, la diversificación
de la estructura productiva y el crecimiento económico, el paso de una economía agraria a una de tipo industrial y, sobre todo, el control de los trabajadores a fin de facilitar la conformación de una clase empresarial nativa y la consecuente acumulación de capital.
En febrero de 1941, durante el Segundo Congreso Nacional de la CTM, Vicente Lombardo Toledano, seguidor de las políticas obreras de Cárdenas, terminó su periodo como secretario general y su lugar fue ocupado por Fidel Velásquez. Con este cambio de dirigencia, la CTM abandonaba su lema de “lucha de clases” para sustituirlo por otro de “colaboración con el capitalismo nacionalista” en aras de la “unidad nacional” que alentara la Segunda Guerra Mundial:
De esa manera, el 11 de junio de 1942, y mediante el Pacto de Unidad Sindical firmado por el presidente Ávila Camacho, los trabajadores organizados de la CTM, la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y otras uniones sindicales de mineros, metalúrgicos y textileros, se conformó el Consejo Nacional Obrero, antecedente de lo que después sería el Congreso del Trabajo, donde se unificaron esfuerzos para manejar la producción y controlar los derechos de los trabajadores. En claro contraste con las políticas laborales del cardenismo, este Consejo significó una tregua en la lucha contra el capital en aras de la “unidad nacional”.
Para Ávila Camacho era fundamental modificar la política obrera y reducir el poder de los trabajadores organizados, y Fidel Velásquez al frente de la CTM fue la vía para establecer la nueva relación entre trabajadores y gobierno:
canceló el “radicalismo”
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