Introduccion Analisis Leyenda Dorada
Enviado por zookeepersboy24 • 23 de Noviembre de 2019 • Apuntes • 4.004 Palabras (17 Páginas) • 245 Visitas
“Memoria histórica, escatología y construcción de la comunidad cristiana a partir de los relatos hagiográficos medievales: el rol modélico del santo dentro de la Leyenda Dorada, S.XIII”
Introducción:
Los santos forman parte esencial dentro del pensamiento y las prácticas de la fe cristiana medieval. Son un elemento constitutivo del culto y la devoción cristiana, atribuyéndoles una función protectora, milagrosa y de intercesión entre Dios y los hombres, entre lo divino y lo terrenal. Las hagiografías, género literario originado en los primeros siglos de la Edad Media, comprenden la recopilación y articulación de relatos respecto a la vida, martirio y milagros de los santos, siendo a su vez una evidencia concreta respecto a la importancia que dichos personajes tuvieron dentro del ejercicio de la fe, tanto desde las prácticas de religiosidad popular como para el interés de la autoridad eclesiástica.
Históricamente, el género hagiográfico ha despertado en los eruditos e investigadores reacciones un tanto dicotómicas: por un lado, admiración e interés dada la riqueza de sus descripciones respeto al perfil piadoso de un determinado santo, pero a su vez susceptibilidades y críticas, principalmente desde el punto de vista del análisis historiográfico[1]. Su estilo narrativo, poblado de coloridos pasajes donde se explicita de manera vívida los detalles del juicio y martirio de hombres y mujeres ejemplares desde el punto de vista moral, posee como elemento transversal las múltiples instancias dentro de la vida del santo en la cual, el poder de Dios intercede a través de él para manifestarse en la acción milagrosa. Esto propone un desafío para el investigador al momento de enfrentarse a la obra hagiográfica. Es necesario establecer claramente qué tipo de información es la que se desea conseguir al momento de enfrentarse al estudio de las hagiografías: ya sea intentando rescatar al santo como sujeto histórico, o más bien al santo-personaje, aquel producto de la construcción idílica del mártir como modelo moral para la comunidad cristiana.
El cronista italiano y arzobispo genovés Santiago de la Vorágine escribe a mediados del S.XIII la Legenda Aurea o “Leyenda Dorada”, una de las compilaciones hagiográficas con mayor popularidad y difusión durante los últimos siglos de la Edad Media[2]. La obra consiste en un enorme esfuerzo recopilatorio que agrupa, ordena y presenta una gran cantidad de relatos hagiográficos centrados en la vida, obra y milagros de los santos, los cuales son localizados cronológicamente, con mayor o menor precisión dependiendo del caso, desde el periodo de las grandes persecuciones cristianas – principalmente el siglo S. III – hasta incluso toda la primera mitad de la Edad Media. La Legenda Aurea es producto de un esfuerzo recopilatorio realizado por el autor a partir de amplia gama de fuentes medievales y patrísticas, donde se incluyen tanto las historias piadosas que formaban parte del folclore popular acumulado entre los S. V y S.X, así como también en las obras de reconocidas autoridades patrísticas tales como San Agustín, San Jerónimo, San Gregorio Magno, San Ambrosio, quienes fueron estableciendo paulatinamente un estilo narrativo determinado para la vida y obra de los santos mártires. Esta compilación, si bien duramente criticada por los ciertos autores renacentistas, acusada de ser una obra vacía y sin ningún aporte original, gozó de una gran popularidad durante el primer siglo de su edición, pasando a conformar el más amplio corpus de relatos hagiográficos.
Dentro de las principales características de los relatos hagiográficos, es evidente el protagonismo que se le otorga a los santos, personajes que son presentados como hombres y mujeres que exceden al común de las personas, gracias a sus excepcionales virtudes y su vida piadosa. Los santos valorizan e incluso buscan durante su vida el martirio, como un medio de demostrar la autoridad de Dios dentro del mundo terrenal, donde juegan un papel fundamental a través de la intercesión del poder divino en beneficio de los cristianos. El principal del relato hagiográfico es el evocar, fomentar y fortalecer la fe de los creyentes, creando un vínculo religioso directo entre el clero y los creyentes a través de la enseñanza e instrucción, así como para supervigilar las prácticas religiosas populares frente a los resabios aún latentes de algunas costumbres paganas arraigadas, así como ante el peligro del surgimiento de posibles herejías.[3]
De este modo, los santos son presentados como verdaderos modelos morales, los cuales despliegan durante su vida y obra (e incluso post mortem a través de manifestaciones milagrosas) una amplia gama de virtudes deseables dentro de la comunidad cristiana[4], tales como la piedad, la compasión, el perdón, la rectitud, la privación y el sacrificio. De este modo, el obispo genovés emprende este esfuerzo compilatorio como un instrumento de difusión de la fe a través de imágenes vívidas, más cercanas a la experiencia del común de la gente que los mismos planteamientos teológicos que subyacen dentro de la narración hagiográfica.
Uno de los desafíos más recurrentes al momento de enfrentarse al documento hagiográfico, es la convergencia que el género realiza entre la fábula y elementos propios de la superstición popular con datos históricos comprobables acerca de la vida de los santos a través de fuentes históricas. Las principales críticas realizadas en los siglos posteriores a la composición de la Leyenda Aurea, radican en el cuestionamiento respecto a si el autor es capaz de distinguir la lo propiamente histórico de la ficción, asignándole al genovés una credulidad casi insólita respecto a los relatos fantásticos que se contaban sobre los santos, así como una poca rigurosidad al momento de respaldar la historicidad de aquello que se contaba. Esta visión extremadamente lapidaria de la Legenda emanada desde los intelectuales renacentistas e ilustrados, es atribuida a la supuesta ingenuidad propia del pensamiento medieval. Esto cae claramente en el ya clásico prejuicio oscurantista respecto a la Edad Media, al separar a la obra de su contexto histórico y de la mentalidad de su época, profundamente espiritual. Estos son elementos que permiten entender el género hagiográfico un objetivo y una estructura narrativa particular que obedece a un sentido de piedad cristiana asociado indisolublemente con la idea de santidad.
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