LA COMPETENCIA COMUNICATIVA DE ESCUCHAR
Enviado por Sathur • 28 de Enero de 2015 • 602 Palabras (3 Páginas) • 186 Visitas
LA COMPETENCIA COMUNICATIVA EN EL ESCUCHAR
Saturnino Flores
La mente es como un paracaídas... Sólo funciona si la tenemos abierta.
(Albert Einstein)
El adagio popular reza: “Tenemos dos orejas para escuchar y una boca para hablar". Una interpretación rápida evidencia la importancia que se le da a la escucha más que al habla. Contrariamente, nuestras costumbres culturales valoran más el habla. Es la manera de hacerse notar, de sobresalir, de marcar la pauta. Entonces uno se pregunta: ¿Qué beneficios puede ocasionarme el escuchar?
En el presente escrito se pretende sustentar que la acción de escuchar de una persona, está determinada por un sistema de creencias, lo que le obstaculiza acceder a nuevas creencias, ideas y actitudes que puede presentar el interlocutor.
Escuchar no quiere decir que uno tiene que estar de acuerdo con todo lo que oye. Realmente no interesa que uno esté de acuerdo o desacuerdo; pues el acuerdo o del desacuerdo tiene que ver con las palabras, los conceptos y las teorías; no tiene nada que ver con lo esencial de la comunicación que es la verdad. La verdad no es posible expresar en palabras, la verdad se percibe, se intuye como resultado de cierta actitud. En este sentido, uno no puede estar de acuerdo y, sin embargo, puede percibir la verdad. Para que ello surja es necesario tener una actitud de apertura, estar dispuesto a descubrir algo nuevo. Eso es lo importante, no que se esté o no de acuerdo.
La mayoría de la gente escucha con el fin de confirmar lo que piensa. Unas manifestaciones evidentes de esta forma de escucha se dan cuando las personas se maravillan de lo que escuchan, también cuando se escandalizan, se disgustan o se sienten frustrados. En definitiva están escuchando a ver si lo que oyen confirman o no lo que piensan.
Escuchar para descubrir algo nuevo es lo importante. Esta actitud es difícil para personas posesivas y dogmáticas de sus creencias, principios y hábitos. Jesús tropezó con este tipo de personas, proclamó la buena nueva, y, sin embargo fue rechazado; no porque fuera buena, sino porque era nueva. Detestamos lo nuevo, porque nos desestabiliza, no es familiar a lo que sabemos, no encaja en nuestros esquemas mentales - es un mecanismo de supervivencia de nuestras seguridades- y como tal reaccionamos detestándolas, porque nos es difícil admitir para nuestra seguridad personal expresar con claridad y honestidad que estábamos equivocados. Poder admitir que se está equivocado y asimilar nuevos rumbos es fe, una apertura hacia la verdad. Eso es fe. No es creencia, sino fe. Las creencias dan seguridad, por eso nos aferramos a ellas; la fe es una aventura abierta en la comprensión del sentido mismo de la existencia. Entonces es evidente que estar abierto no significa tragar entero, al contrario es una actitud crítica de cuestionamiento permanente. Buda expresaba así esta actitud:
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