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La Cultura Un Diálogo Abierto.


Enviado por   •  29 de Enero de 2014  •  6.692 Palabras (27 Páginas)  •  276 Visitas

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CULTURA Y SUBCULTURA

Primeramente es necesario delinear lo que se entiende por cultura antes de comenzar a introducirnos en cuestiones mucho más exquisitas.

Webster define la cultura “…como el complejo de creencias, realizaciones, tradiciones, etc., distintivas, que constituyen el “telón de fondo” de una sociedad.”

De forma que mediante la conceptualización recientemente explicitada se puede entrever de qué forma se busca hacer una distinción entre lo que sería propiamente la cultura por un lado, y lo que constituiría lo que el autor denomina “el telón de fondo” por el otro.

La cultura se entiende entonces así, como el complejo de objetivos, es decir, valores morales, intelectuales y estéticos que una sociedad considera que compone el designio de la organización, la división y la dirección de su trabajo. En otros términos, el bien de la empresa que se orienta a instituir. Así como también se podría definir la cultura “…como un proceso de humanización, caracterizado por el esfuerzo colectivo por proteger la vida humana, por apaciguar la lucha por la existencia… por estabilizar una organización productiva de la sociedad, por desarrollar las facultades intelectuales del hombre, y por reducir y sublimar las agresiones, la violencia y la miseria.”

De manera que aquellos valores y objetivos que son trasladados a la realidad social, forman parte de lo que sería definido en términos de cultura, en tanto humanización, es decir, una cultura orientada a proteger la vida y a contener la existencia.

Ahora bien, del mismo modo ha existido siempre un universo “exterior” al que no estaban destinados la aplicación directa de los objetivos que la cultura se establece para sí y para su fortalecimiento continuado y es en un sentido elitista que se concibe al Otro, el Extranjero, el Patria, como sectores o esferas excluyentes, que escapan de los grupos humanizados, sistemas sociales y demás políticas.

De modo que la cultura queda suspendida o incluso, se podría decir que hasta prohibida para estos sectores o bien minorías, dejando vía libre a la inhumanidad y abriendo el panorama para el acrecentamiento de desigualdades en el acceso a todas las esferas en las que se desarrolla y cultiva el hombre.

Conjuntamente con ello, constituye un ejemplo preclaro de todo ello, aquellas consideraciones en donde se comienza a establecer que es por medio de la descolonización del mundo, que los pueblos colonizados se van transformando y hasta desapareciendo debido al influjo continuo y sistemático de regiones o bien potencias que avasallan sobre culturas tribales o bien autóctonas. Y es precisamente a este respecto que en un discurso abiertamente injerencista o encubriendo sus acciones tras enunciados de respeto a la soberanía y buena vecindad, que Estados Unidos, por ejemplo, avanza sistemáticamente en este caso sobre Centro y Sur América desde principios del siglo XIX, siguiendo el concepto del presidente Taft: “…El hemisferio todo nos pertenecerá, como de hecho, ya nos pertenece moralmente, por la virtud de la superioridad de nuestra raza”.

Estados Unidos no está ávido de tierras, señala especialmente en su speech. “No tiene el deseo ni la necesidad de nuevos territorios. Como la gente sensata sabe e incluso desechó constante y deliberadamente, durante los últimos cuarenta años, las frecuentes y fáciles oportunidades de extender su dominio. Quienes nos acusan de designios imperialistas ignoran los hechos o no son sinceros…”

La cultura es el proceso de sublimación y hoy la violencia y la agresión parecen estar menos sublimadas que en anteriores períodos de la historia, en términos claros, lo que ha ido modificándose si se quiere es el modo de proceder y de llevar a cabo las políticas elaboradas, por llamarlo de una forma no tan explícita, ahora bien, la violencia se sigue ejerciendo, mediante la práctica de la crueldad, de manera que el predominio de los unos por sobre los otros se sigue acrecentando en pos de ir alcanzando un progreso continuado en el tiempo que se esconde tras la idea de humanización.

Y es a este respecto que el acercamiento que hará Lewis, precisamente en términos de cultura- subcultura.

Ahora bien, la mayoría de los científicos sociales que escriben acerca de un modo de vida peculiar de los pobres, mencionan al pasar que su objeto de estudio es en verdad solo una subcultura, no una cultura en el pleno sentido de la palabra y esta es una cuestión que se trata de una negligencia importante, ya que se podrían haber evitado una serie de conceptualizaciones y dificultades serias que presentan nociones como las de “cultura de la pobreza” y “cultura de la clase baja”.

Es decir que dentro de cada una de estas categorías, se ha caracterizado vagamente como distintas, en virtud de diversas “pautas culturales” a un número determinado de unidades específicas.

La “cultura de la pobreza” es, pues sobre todo en sus formas más populares, parte integrante de una corriente más vasta de ideas que ha asumido se podría decir, las características de una moda.

Se trata de una rica veta de estilos de vida baja y ruin, con rótulos que abarcan expresiones fuertemente despreciativas, como la “cultura de la escoria”, cultos eufemísticos del tipo de cultura

superficialmente adaptada”, y absurdos conceptuales como los “no socializados”.

Esta configuración constituye una subcultura distinta de la cultura total de la sociedad en su conjunto en un sentido consecuentemente particular y limitado. (Valentine, C., 1970, 112- 114.)

De forma que la pobreza viene a ser un factor dinámico que afecta la participación en la esfera de la cultura nacional creando una subcultura por sí misma e incluso considera a este fin, Lewis, que la cultura de la pobreza rebasa los límites de lo regional, de lo rural y urbano y aun de lo nacional.

E incluso un tema crítico vinculado, también con el concepto de cultura la pobreza es su perpetuación y es para Lewis que esta cultura de la pobreza se transmite de generación en generación y se traduce en frases como: “los pobres son así porque quieren”, “les gusta vivir así”, “no quieren progresar y vivir mejor”. Y es a partir de estos conceptos que se racionaliza la situación y se termina culpando a los pobres de su pobreza.

Para muchas de las conductas presuntamente características de la clase baja y que por ende se solían invocar como prueba de su peculiar carácter cultural, se han ofrecido además otras explicaciones. Por ejemplo, la correlación entre pobreza y delincuencia fue interpretada como el resultado de una estructura social en la que se combinan oportunidades desiguales para cada uno de sus estratos con iguales metas para todos en lo que atañe

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