La Duda, La Opinion Y La Certeza

LA DUDA, LA OPINIÓN Y LA CERTEZA

Una vida digna se puede sostener mediante el respeto a la verdad, pero conocerla no es fácil. La credibilidad que otorgamos a nuestros propios conocimientos admite tres grados:

La duda es cuando fluctuamos entre la afirmación y la negación de una determinada proposición. Perplejo ante la realidad.

Por encima de la duda esta la opinión: admite una proposición sin excluir la posibilidad de que sea falsa. El futuro es casi siempre opinable, ya que está abierto a diversas posibilidades, igual que todo aquello que depende de la libertad humana. Sin embargo, no todas las opiniones valen lo mismo. Séneca recomienda que las opiniones no deben ser contadas sino pesadas. Es decir cuando se tiene varios argumentos de la misma cosa. Los escépticos creen que todo es opinable y nada se puede afirmar con certeza y niega la capacidad humana de alcanzar la verdad.

La certeza: es cuando las personas tienen la seguridad de algo, se fundamenta en la evidencia y la evidencia no es otra cosa que la presencia de la realidad.

Evidencia Inmediata: Es aquella existencia actual, lo real, lo que vemos.

Evidencia Mediata: Es aquel conocimiento mediante algo, se apoyan en segundas y terceras personas, porque alguien nos contó, porque lo leímos en algún libro, etc.

La condición limitada del hombre hace que la mayoría de sus conocimientos no se realicen de forma inmediata.

La certeza nace de la evidencia, la credibilidad del testigo, la fe –creer el testimonio de alguien –es una exigencia racional y su exclusión es una reducción arbitraria de las posibilidades humanas.

La Inclinación Subjetiva

Si la verdad es la adecuación entre el entendimiento y la realidad, depende más de lo que son las cosas que del sujeto que las conoce. Es el sujeto quien debe adaptarse a la realidad, reconociéndola como es, de forma parecida a como el guante se adapta a la mano.

El subjetivismo surge cuando la inteligencia prefiere colorear la realidad según sus propios gustos, la cuada más frecuente del subjetivismo son los intereses personales como la atracción a la comodidad, la riqueza, el poder, la fama, el éxito, el placer o el amor, pueden tener más peso que la propia verdad.

Para que la verdad sea aceptada es necesario que se encuentre una persona habituada a reconocer las cosas como son. Pero al hombre no le resulta fácil hacer o pensar lo que no debe.

El peso de la mayoría

La verdad no consiste en la opinión de la mayoría, es un gran error confundir la verdad con el hecho puro y simple de que un determinado número de personas acepten o no una proposición. Si se acepta esa identificación entre verdad y consenso social, cerramos el camino a la inteligencia y la sometemos a quienes pueden crear artificialmente ese consenso con los medios que tienen a su alcance. Es decir que ya no existe la verdad, y que se

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