La Formacion Del Concepto De Estado De Derecho
Enviado por Betty10 • 14 de Julio de 2013 • 1.694 Palabras (7 Páginas) • 342 Visitas
II. La formación del concepto de Estado de derecho
1. La justificación de la ley y la soberanía moderna
Hemos dicho antes que toda sociedad, por muy elemental que sea, posee un sistema de normas legales que
permite la convivencia ordenada de sus miembros. Además, hemos explicado esto dando por supuesto que los
hombres obedecen las normas sin poner objeción. Sin embargo, ahora tenemos que incluir el tema de la obligación
de cumplir las leyes, el cual requiere algunas consideraciones históricas.
El problema de la obligación está íntimamente vinculado a las respuestas que podamos dar a las preguntas sobre el
origen y la supremacía de las leyes y, por lo tanto, a la del derecho de gobernar que éstas definen. En la llamada
Antigüedad Clásica --que abarca los apogeos sucesivos de las culturas griega y romana--, la respuesta a la cuestión
de la fuente del poder siempre osciló entre la afirmación de un origen divino de las leyes y la de los acuerdos de los
hombres. Platón, en Las leyes, y Aristóteles, en La política, hablaron de las leyes como principios provenientes del
raciocinio humano; pero mientras en el primero este raciocinio descubre y postula formas eternas y perfectas que
pueblan un mundo inaccesible a los sentidos y la experiencia cotidiana de los hombres, el segundo lo relaciona con
las distintas formas de gobierno definidas según los distintos tipos de Constitución posibles.4 Por su parte, los
filósofos llamados «estoicos» propusieron explícitamente que las leyes no tenían otro antecedente que un acuerdo
contractual entre los hombres que luego las obedecerían; mientras, los llamados «sofistas» habían propuesto en su
momento que toda verdad política --incluidas, por supuesto, las leyes-- surgía de una retórica cuyo objetivo último
era conseguir el consentimiento de los ciudadanos. Pese a sus diferencias, todos ellos coincidieron en sostener «el
dominio de la ley frente al ideal despótico»,5 es decir, la supremacía del «gobierno de las leyes» sobre el «gobierno
de los hombres».6
Los griegos concedieron una enorme importancia a la función de la ley en su vida colectiva. En la época de la
democracia (siglo V a. C.) ya existía el derecho de libre expresión para participar en la discusión de los asuntos
comunes de la polis (que significa ciudad o comunidad política). No obstante, las leyes de los griegos dividían a los
hombres en distintas categorías. Eran leyes que privilegiaban a los varones libres por sobre las mujeres y los
esclavos. Por ello, los principios democráticos amparados en esas normas eran válidos sólo para un sector
minoritario de la población. Finalmente, estas leyes suponían una desigualdad establecida por voluntad divina o por
el orden de la naturaleza, que en modo alguno podría ser alterada. Algo similar sucedió en el Imperio Romano,
donde no obstante haberse dado la primera codificación exhaustiva y sistemática de las leyes bajo la figura del
derecho romano (base todavía de muchos preceptos legales de nuestra época), la idea de distinguir calidades de
hombres mantuvo los privilegios de la vida republicana al alcance sólo de una reducida cantidad de individuos.
Sin embargo, esas dos tradiciones arrojaron un resultado fundamental para el tema que nos ocupa: el privilegio
otorgado al gobierno ejercido según los principios generales de las leyes por sobre el ejercicio arbitrario y
discrecional del poder. Por ello, nuestras disquisiciones actuales sobre la ley tienen que partir de que si bien las
formas modernas de la ley pueden considerarse más extensas y complejas, la vinculación entre ley y justicia ya
había sido bien establecida por griegos y romanos.
Durante la Edad Media (siglos V al XIV) la noción de ley se mantuvo vinculada al ejercicio de la razón --que como
hemos visto es una herencia clásica--, tratando con ello de ofrecer principios de justicia para evitar el despotismo y
la arbitrariedad del poder. Sin embargo, la discusión decisiva a propósito de la ley giró en torno a su origen. Según
el pensamiento cristiano escolástico que predominó durante la Edad Media, toda ley, natural o humana, era una
expresión de la voluntad de Dios y, de existir en el mundo algún tipo de orden, éste habría de provenir no de los
hombres, sino de Dios.
La concepción medieval de la ley otorgaba a ésta una racionalidad plena, toda vez que provenía de la voluntad
divina. Los reyes de la tierra, según esta visión del mundo, poseían el poder político no por sus esfuerzos o su
talento, sino por la gracia divina. El derecho a gobernar, entonces, era un «derecho divino», pues la fuente de la
legitimidad del poder y de las leyes que éste promulgaba residían en Dios y no en los hombres. La idea de un
derecho divino para gobernar suponía la existencia de una sociedad claramente estratificada y jerarquizada, con un
pensamiento religioso común guiado por la Iglesia. Las leyes, por supuesto, eran racionales y universales, pero
siempre en el sentido en que lo es toda expresión de una voluntad divina. En todo caso, la dispersión del poder
político que caracterizó a esta época fue compensada por el predominio de los valores religiosos compartidos por la
cristiandad.
La fuerza de esta concepción del poder y del derecho a gobernar ha sido una de las más poderosas de la historia.
Incluso los movimientos de Reforma protestante, que dieron lugar a partir del siglo XVI a divisiones definitivas en el
mundo cristiano, siguieron manteniendo la teoría del derecho
...