La Politica Y El Cientifico De Marx Weber
Enviado por nadia.guzman12 • 4 de Julio de 2014 • 4.420 Palabras (18 Páginas) • 424 Visitas
EL POLITICO Y EL CIENTIFICO
MARX WEBER
Introducción
Max Weber (1864-1920) es tal vez el teórico más importante de la sociología del siglo XX. Su obra no puede reducirse al estrecho marco de la sociología, ya que abarca un amplio espectro en el cual se incluyen la economía, el derecho la historia y el análisis político. Esta obra en su conjunto ha ejercido una influencia determinante en la sociología y en la antropología contemporánea, especialmente en el funcionalismo norteamericano, y hoy continúa en el centro del debate metodológico y epistemológico de las ciencias sociales.
Dentro de la antropología la influencia de Weber es clave, especialmente en los campos de antropología económica, antropología industrial y antropología política.
Max Weber nació en Erfurt, la capital de Turingia en 1864 Hijo de una familia perteneciente a la burguesía liberal, Weber no escapó a un ambiente doméstico formado por un padre, destacado político y jurista, con una estricta autoridad y una madre calvinista y puritana con una fuerte vocación religiosa.
Al entrar en la universidad, Weber ya había demostrado una notable erudición en cultura clásica e historiografía. Tras doctorarse a los 25 años, comenzó una brillante carrera académica. Enseñó Derecho en la Universidad de Berlín y Economía en Friburgo; y realizó una investigación empírica sobre el campesinado en Alemania.
Junto a E. Jaffé y W. Sombart fundó la revista Archiv fur Sozialwissenchaft und Sozialpolitik, en la cual publicará algunos de sus más importante trabajos. En 1918, Weber fue invitado a dar clases en la universidad de Viena y Munich. En la misma época, y poco antes de su fallecimiento en 1920, formó parte de la delegación alemana que negoció la paz en Versalles y también participó de la comisión redactora de la Constitución de Weimar. El estudio sobre la ética protestante y el espíritu del capitalismo es una de las principales aportaciones de Weber a las ciencias sociales.
Weber plantea en un libro de dos partes, una división de su discurso basada en una dicotomía dependiendo de la vocación. La política, o la científica. Ambas igualmente legítimas y en función de una diferencia en los tipos y personalidades.
Respecto a las características de la parte política del libro, es importante destacar ciertos elementos. La desmitificación y desacralización de las realidades se completa y potencia en esta nueva era de la burocracia impersonal y especializada. La legitimidad pasa por tres caminos bien definidos: La costumbre, el carisma y la legalidad (razón) Weber afirma que a lo largo de la historia, se pueden suceder estas formas de sometimiento voluntario, aceptando combinaciones más o menos frecuentes entre ellas.
Podemos afirmar, que el libro de Weber no es una gran presentación de su sistema e ideas, pero si puede servir para comprender parcialmente su manera de razonar, que es en definitiva, la herramienta que utiliza para estructurar toda su obra y retórica. Sin duda es la introducción, la que otorga un valor añadido al libro y su discurso. No solo es un apéndice que expone con sagaz habilidad la problemática universal de lo que Weber plantea, sino que es también un análisis acertado de la obra de Weber, que con un acusado sentido de su persona y obra, dilucida los mayores problemas que el libro, dentro de su diatriba, plantea.
Desarrollo
Max Weber para introducirnos en su pensamiento divide en dos apartados su libro titulado El político y el Científico.
En la primera conferencia y la más extensa primera parte del libro, La política como vocación, el autor define la política y las cualidades que deben tener aquellos que se dedican a ella. Partiendo de la definición del Estado, como una “comunidad humana que dentro de un determinado territorio (…) reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima”, entiende que para acceder al control del Estado se produce el inevitable uso del poder y la violencia como medios inevitables para conseguir otros fines, sean egoístas o altruistas, tal y como se refleja en el encabezado del propio Weber de este artículo.
La política es una lucha constante por conseguir lo imposible, con pasión, sentido de la responsabilidad y mesura, a fuerza de tenacidad y constancia. Cualidades a las que se suman en un político con tal vocación, la humildad. Un político debe vencer la vanidad, cada hora de cada día, enemiga de “la entrega a una causa y de toda mesura”. Y es en ello donde encontramos la primera gran diferencia con el científico. En los círculos académicos la vanidad es una “enfermedad profesional” pero completamente inocua al no distorsionar el trabajo del científico. La especialización de la ciencia que en aquellos años ya había “entrado en un estadio de especialización antes desconocido y en el que se va a mantener para siempre”, permite la “vivencia de la ciencia”, esa sensación que tiene el científico anónimo al que Weber pone en su boca la siguiente frase: “tuvieron que pasar milenios antes de que yo apareciera y milenios aguardaron en silencio a que yo comprobase esta hipótesis”. Sin esa vivencia de la ciencia, no es posible la vocación de científico para Max Weber, algo absolutamente incompatible con esa humildad que reclama para el político.
En la segunda parte, el autor dedica un buen espacio a la ciencia aplicada, al sentido de la ciencia, criticando la dirección que en aquellos momentos había adquirido entre los jóvenes científicos de principios del siglo XX. A pesar de todos los logros, avances, conocimientos y problemas nuevos, el ser humano “nunca habrá podido captar más que una porción mínima de lo que la vida del espíritu continuamente alumbra”. Se cuestiona, ya entonces, si la medicina puede plantearse preguntas (referencia a los valores) sobre si la vida es digna de ser vivida o cuándo deja de serlo (afirmación de los valores), cuando mantiene vivo al enfermo incurable, para acabar afirmando que, en definitiva, “todas las ciencias de la naturaleza responden a la pregunta de qué debemos hacer si queremos dominar técnicamente la vida”.
Por todo ello, es imposible ser al mismo tiempo hombre de acción y hombre de ciencia sin entrar en profundas contradicciones entre ambas vocaciones. Esa contradicción se manifiesta tanto más cuando los totalitarismos se valen de las ciencias, especialmente de las ciencias humanas y sociales, para someter a los fines de su acción política la investigación científica. Así, a los físicos de la ex URSS se les podía hacer “comulgar” con el materialismo dialéctico pero no podían dictárseles sus fórmulas ni ecuaciones. Por ello “Max Weber no se cansaba de mostrar que, en política, ninguna
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