La Revolucion Industrial

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y LA EDUCACIÓN

El inicio de la revolución industrial es lo que marco el desarrollo de Inglaterra de ser un país meramente agricultor se convierte en un estado industrial moderno.

La extracción de hierro una de las fuentes principales de explotación gracias a la maquina de vapor. Los no conformitas así se llamaron los puritanos más vivos, estos se dedicaron a la conquista de la riqueza. Intentaron toda forma de empresa industrial y comercial. Influyeron en a nueva Inglaterra más rica, populosa y poderosa que la antigua.

Con la revolución industrial las mujeres eran principalmente explotadas con horas intensas de trabajo; sobre todo en las primeras fabricas de vapor de hilados.

También existieron las Casas de Trabajo, con el propósito de ayudar a los pobres ociosos. Esto era para aquellas personas que trabajaran por lo mínimo para vivir. Es decir comer, beber y dormir. En este tipo de casas solo había prostitutas, ladrones, mendigos y pequeños contrabandistas.

Según la burguesía británica el ser pobre se consideraba como castigo de Dios, lo mismo para las enfermedades y las desgracias. La burguesía se aprovechaba de la pobreza de la gente y prestaba al trabajo como un medio de expiación.

El gran movimiento de industrialización elimino a los pequeños propietarios del campo, los campesinos, los artesanos y tejedores de algodón, lana o lino. Todo esto se debía a los pasos a agigantados que iban los centros industriales.

Las iniciativas escolares en el siglo XVIII cooperaron para elevar la alfabetización. Las escuelas más destacadas fueron: escuelas de las damas de caridad, escuelas privadas cotidianas, escuelas de caridad, escuelas dominicales. Había escuelas en casi todas las poblaciones y la calidad de cada escuela variaba, siempre impartían una educación básica. La sociedad para la formación del saber cristiano fundo las escuelas de caridad después de 1968; sus maestros eran sacerdotes instruidos.

En el trabajo infantil había dos sistemas de trabajo: el de los aprendices pobres y el de los muchachos libres. En esa época los chicos tenían que trabajar doce horas continuas haciendo doble turno y cuando la fabrica cerraba solo recogía a los chicos y los llevaba a un lugar solitario para que ellos se las arreglaran como pudieran.

Un filántropo Hanway hizo aprobar una ley para que los niños de hasta seis años, en lugar de estar recluidos por las Casas de trabajo, la parroquia debía encargarse de su manutención.

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