La concepción Marxista señala que la religión aúpa la explotación y mantiene la alienación. Cómo rebatirías esa afirmación.
Enviado por cachon_pop • 29 de Febrero de 2016 • Ensayo • 2.130 Palabras (9 Páginas) • 229 Visitas
3.0 La concepción Marxista señala que la religión aúpa la explotación y mantiene la alienación. Cómo rebatirías esa afirmación.
José Luis Domínguez Sandoval
«Yo digo: el primer deber del hombre inteligente y libre consiste en expulsar de su espíritu y de su conciencia la idea de Dios. Ya que Dios, si existe, es esencialmente hostil a nuestra naturaleza... Cada progreso nuestro es una victoria en la que aplastamos a la divinidad»
P.J. Proudhon.
El sistema de Karl Marx rechaza cualquier valor que trascienda la dimensión temporal en la que se sitúe el hombre. Es interesante como el marxismo no considera a la religión como un error, (error teórico), sino como una “enajenación” del hombre, consecuencia de la tremenda miseria en que se encuentra y de la cual no puede salir, que le hace buscar desesperadamente en un “más allá, en un allá fantástico” la felicidad y el remedio de sus males. El pensamiento Marxista asume la profesión de Prometeo, es decir «tengo odio a todos los dioses». Pareciera muchas veces que todavía resuenan estas palabras en las metes de algunos hombre, pero lo cierto es que el pensamiento marxista está destinado a perecer, y es que ellos se han afincado es supuestos un poco disfrazados de ciencia, un poco de verdad; para engatusar a las masas y no se han dado cuenta que los cimientos que sostienen su pensamiento son tan frágiles e inestables que se desmoronan. Actualmente hablar de Marxismo y de Religión en este caso si se me permite decir la religión católica en específico es hablar de una lucha de contrarios. Suele pasar que cuando dos personas confrontan sus pensamientos siempre habrá tres verdades; la de uno, la de otro y la “verdad”. Pero en este caso, la experiencia que es maestra de vida nos ha enseñado que el Marxismo no tiene fuerzas para seguir en pie.
Marx en su obra filosofía del derecho dice lo siguiente: «la religión es el suspiro de la criatura oprimida… Es el opio del pueblo; es decir, algo así como una droga, una evasión de la realidad, un refugio del sentimiento que, por otra parte, según Marx, impide al hombre lanzarse a la conquista del bien temporal de la sociedad, mediante la lucha con las fuerzas opresoras que no serían otras que las del capitalismo». Y es que es verdad, así como me lo plantea él, quién lo puede dudar, la religión lo que hace es atontarme y quitarme la libertad de actuar como yo quiero. El autor Umberto Eco en una de sus recientes obras, titulada: El cementerio de Praga[1], dice: «los comunistas han difundido la idea de que la religión es el opio del pueblo. Es verdad, porque sirve para frenar las tentaciones de los súbditos, y si no existiera la religión, habría el doble de gente en las barricadas, por eso en los días de la comuna había poca, y se la pudieron cargar sin tardanza… yo diría – dice Simóni- que la religión es la cocaína de los pueblos, porque la religión empujó y empuja a las guerras, a las matanzas de infieles, y esto vale para cristianos, musulmanes y otros idolatras». Concluye diciendo, “los hombres nunca hacen el mal de forma tan completa y entusiasta como cuando lo hacen por convencimiento religioso”. Con esto solo quiero plantear un poco la magnitud del problema a tratar, porque el problema de esto no es que no se pueda refutar, de hecho ya se ha logrado, sino que creo que muchas de estas ideas están muy arraigadas en la sociedad, e incluso se mantienen inconscientemente en los cerebros de muchas personas, y de alguna u otra manera no logran desterrarlas, ya sea por la falta de interés o la escases de raciocinio.
Los Marxistas señalan que la religión aúpa la explotación, según afirma Marx «Los principios sociales del cristianismo -afirma- han justificado la esclavitud antigua, glorificando la servidumbre medieval, y cuando llega la ocasión, actualmente, saben justificar el proletariado, aunque con un aire aparentemente contrito. Los principios sociales del cristianismo predican la necesidad de una clase dominante y de una clase dominada... Los principios sociales del cristianismo trasladan al cielo la compensación de todas las infamias, y de este modo justifican la perpetuación de estas infamias sobre la Tierra... –como- tribulaciones impuestas por el Señor. Los principios sociales del cristianismo predican la cobardía, el desprecio de sí mismo, la humillación, la sumisión, la humildad: es decir, las cualidades de la canalla. El proletariado que se niega a dejarse tratar como canalla -continúa Marx- necesita todo su coraje, de la propia estimación, de su orgullo, y de su gusto por la independencia más que de su pan. Los principios sociales del cristianismo son cautelosos; el proletariado es revolucionario»[2]. Al parecer ninguna de las acusaciones que acabamos de mostrar es insostenible. Sólo una, a la cual le doy toda la razón a Marx, el cristianismo predica la humildad, como dicen algunos santos, la humildad es la verdad. Al cristianismo le debemos aplaudir no solo la condena hacia la esclavitud sino también su incansable deseo de libertad. Porque precisamente es en el cristianismo y no en el marxismo, en donde se ha profundizado el sentido de libertad personal, en donde se ha hondado en la dignidad humana y en donde tanto se ha hablado de la dimensión de la persona. También es el cristianismo el que considera a la persona como lo que es, no según esa concepción materialista que lo ve solo en el sentido utilitario y productivo. El cristianismo pregona el amor al prójimo, afirma que cualquier sufrimiento aceptado “libremente” es redentor. Tampoco es que Dios quiera y mande las desgracias, ni que Él permanezca con los brazos cruzados. El cristianismo nunca podrá aceptar fines malvados para alcanzar un fin, aunque este fin sea el más prefecto y excelente. El Marxismo dice que la religión acobarda a los hombres; pero resulta que es todo lo contrario y que el cristiano ha llegado al punto más alto de valentía, incluso al punto de dar la vida libremente. Lo único que aborrece Dios es el pecado, pero nunca al pecador. Por tanto es falsísima la idea de que la religión aúpa la explotación. El hombre se vuelve más libre en la medida en que conoce a Dios, porque si Dios es la verdad absoluta, en la medida en que más me acerco a Él, contemplo mejor la verdad de las cosas y me doy cuenta cual es mi destino en este mundo y para que, he sido creado. Soy una creación de Dios y no un simple elemento de la sociedad, la cual me define según le parece. Para ellos soy persona si les soy útil, la definición de mi ser me la da el trabajo. Para la creatura creada a imagen y semejanza de Dios, no existe esta distinción entre dueño y siervo, sino una relación filial. Por tanto hay una relación de amor, incluso el cristiano puede incumplir las exigencias de su fe, pero no por eso queda excluido de la gracia, ni le quita verdad a la religión. El argumento de Marx está mal desde sus comienzos, el presupone la no existencia de Dios, sin siquiera prestar un mínimo de interés a los argumentos de los más destacados pensadores sobre la existencia de Dios. El segundo error se desprende del primero, Marx no se pregunta si Dios existe, sino solo le interesa saber si le es útil, por tanto el segundo problema es más bien de orden social, ya que le critica a la religión su utilidad social.
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