La identidad sexual como tema constitutivo de Confesiones de una máscara
Enviado por Lucy Briel • 3 de Abril de 2017 • Tarea • 2.134 Palabras (9 Páginas) • 261 Visitas
La identidad sexual como tema constitutivo de Confesiones de una máscara
- Introducción
Confesiones de una máscara es, quizá, la novela que goza de más popularidad entre las obras de Yukio Mishima. El contexto de producción del texto es determinante para comprender las razones del protagonista: sus avatares, las alteraciones en su conciencia, en fin, los conflictos emocionales que constituyen la obra.
En este ensayo me propongo escudriñar algunos de los momentos más significativos, en relación con el comportamiento del personaje, con el fin de discernir las reacciones de éste.
- Desarrollo
Se considera que Confesiones es un texto autobiográfico, por lo que pienso que el contexto influye en el proceso de escritura. Yukio Mishima se caracterizó, entre otras cuestiones, por la exaltación de la belleza masculina. La estética, para él, no posee correspondencia con elementos “bellos”. Así, verbi gratia, el narrador autodiégetico que se emplea en la novela, descubre su intensa atracción a través de la observación del vello axilar de otro joven.
Algunos críticos reparan en las similitudes de la escritura de Mishima con la de otros autores japoneses. De acuerdo con lo anterior, Kazuya Sakai opina:
Mishima en cierto modo muestra extraordinarias similitudes con la actitud de Akutagawa que trataba, treinta años atrás, de combinar lo puramente japonés con su conocimiento de literatura y del pensamiento moderno europeo, especialmente de las novelas francesas. […] Mishima se refugia en el esteticismo, como también lo hiciera Akutagawa, aunque en éste prevaleció el cinismo y un escepticismo exacerbado. Mishima en cambio consigue mantener el equilibrio, y de ahí arranca su concepto de la belleza, particularmente masculina, porque en cierto modo, además la apreciación de la belleza física del hombre se había convertido en una nueva sofisticación. [1]
Aunque nuestro narrador también aprecia la belleza femenina en episodios como en el que descubre su fascinación por la señora Tenkatsu. Esta exacerbada admiración que siente hacia la actriz, en contraste con la que siente hacia el sexo masculino, se relega a un estado contemplativo y a un deseo de verse como ella. Así, Koo-chan, el joven narrador, describe cómo fue su proceso de personificación, y, lo que es más sorprendente: la reacción de su madre: “Y entonces vi la cara de mi madre. Se había puesto levemente pálida y seguía sentada, impasible, como abstraída. Nuestras miradas se encontraron y mi madre bajó la vista. Y comprendí lo que ocurría. Las lágrimas le velaban la vista.”[2]
Este incidente, para mí, es el más significativo por lo siguiente: el deseo del personaje es legítimo, se origina a partir del anhelo de identificación con alguien que no es él. Sin embargo, su madre, que representa autoridad en esa temprana edad, se abstiene de reprenderlo, en cambio, vierte lágrimas y se mantiene en un estado de estupefacción. Ella infiere lo que sucede con aquel muchacho desvalido, entiende las pretensiones homosexuales de su hijo. Pero ¿qué es lo que él descubre?, nos lo sugiere con una serie de interrogantes:
¿Qué fue lo que en aquel instante comprendí o estuve a punto de comprender? ¿Acaso la canción de años posteriores –la canción del remordimiento como preludio del pecado se insinuó en aquel instante? ¿O quizá aquel momento me reveló cuán grotesco parecería mi aislamiento a la vista del amor, mientras aprendía al mismo tiempo el reveso de aquella lección, o sea, mi incapacidad de aceptar el amor?
Los cuestionamientos de este joven demandan atención en tanto que a partir de este momento, él deambulará sin un aparente sentido. El hecho de que la madre haya permanecido en silencio y sollozando, le indicó a Koo-chan que lo sucedido no sólo no debía repetirse, sino que su afán de ser alguien más tenía que permanecer oculto por considerarse antinatural. Éste es el único momento en que el joven manifestará explícitamente “sus oscuros deseos”. Participaremos, como lectores, en tanto que el personaje lo manifiesta a través de la corriente de la conciencia. Sin embargo, no volverá a declarar sus afinidades, es por eso que su vida se tornará insoportable.
La cuestión homosexual permea las páginas de la novela, además de otras transgresiones culturales y estéticas. Pero ¿qué significaba ser homosexual en los años en que vivió Mishima?:
Antes de 1980 los homosexuales vivían casi siempre en la clandestinidad, con muy pocas posibilidades de conocerse entre ellos y, por ende, tener una vida social normal y de formar parejas y amistades basadas en la afinidad y precariedad de dichas relaciones; de ahí la soledad, considerada durante tanto tiempo inherente a la homosexualidad.[3]
En relación con lo anterior, advertiremos que el joven Koo-chan ocultará sus más legítimos deseos. Cuando llega a la adolescencia aumenta su fascinación por el género masculino. En páginas anteriores ha descrito una escena de un hombre herido por flechas (tópico en la literatura y en la vida de Mishima). En el paisaje que nos ofrece el narrador, subyacen el dolor y la belleza intrínsecos; los dos elementos no adquieren valor autónomo, fusionados es cuando la estimación crece y tienen identidad propia.
Mishima poseía entendimiento sobre las prácticas japonesas en correspondencia con los samuráis. Incluso, en esa relación, era normal que el guerrero japonés entrenara a su paje en el arte de la caballerosidad, pero también se asumía que tendrían una relación romántica y sexual:
Esta relación era similar al tipo “instructivo” o didáctico de pederastia que se encontraba en Atenas, así como el énfasis del vínculo de guerreros masculinos en Esparta. Ayuda a explicar por qué los primeros misioneros cristianos tuvieron dificultad para convencer a los conversos japoneses de dejar su “vicio anormal”.[4]
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