La insuficiencia de la racionalidad europea para pensar América Latina
Enviado por catdra • 2 de Agosto de 2013 • Tutorial • 5.652 Palabras (23 Páginas) • 393 Visitas
UNIVERSIDAD DEL SALVADOR
ÁREA SAN MIGUEL
FACULTAD DE FILOSOFÍA
La filosofía latinoamericana: pensar desde lo propio
Historia de la Filosofía Argentina y Latinoamericana
Docente Titular: Dr. Mario Casalla
Docente Adjunta: Lic. María del Milagro Casalla
Alumno: Sergio M. Agüero
Noviembre del 2010
Introducción
Queremos presentar en estas líneas como se fue articulando la posibilidad de un pensamiento propio en América Latina a partir de la toma de conciencia de la objetivación que la Razón europea, a través de su filosofía pretendidamente universal y abstracta, hizo de nuestra realidad. La toma de conciencia de la dependencia económica nos permitió, en un segundo momento, caer en la cuenta de una dependencia más interna aún, la de la cultura y del pensamiento. Analizaremos en, primer lugar, la génesis de este pensamiento propio desde el reconocimiento de la ‘‘colonialidad’’. En un segundo momento, presentaremos el pensamiento de Rodolfo Kusch, nos detendremos en algunas de sus originales ideas para pensar lo latinoamericano desde una perspectiva antropológica cultural: las alternativas que postula frente a la filosofía academicista, la revelación del estar como modo de existencia previo al ser, como una de las claves del pensar propio, y la superación del mecanicismo de la Modernidad por una filosofía orgánica que está en relación con el mundo de la vida. En un tercer momento recogeremos los puntos fundamentales que debería tener presente una filosofía latinoamericana como tarea actual para su quehacer; y, en último término presentaremos brevemente el método analéctico propuesto por E. Dussel, para desarrollar una filosofía ética, comprometida con los procesos de liberación de nuestros pueblos. Génesis, orientaciones fundamentales, tareas de cara al futuro, método nos parecen los elementos básicos para ponernos a pensar con sentido latinoamericano.
1. La insuficiencia de la racionalidad europea para pensar América Latina
1. 1. Latinoamérica como objeto de la razón europea.
Leopoldo Zea, comentando las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal de Hegel, sostiene que América tomará conciencia de su existencia cuando deje de ser un reflejo, un eco del viejo mundo; y esto lo logrará cuando sea capaz de negar un pasado que no la determine más. Se trata, en todo caso, de una negación dialéctica que no elimina sino que asimila conservando el pasado pero superándolo. Porque “cuando se asimila plenamente… lo asimilado forma parte del propio ser en forma tal que no estorba el seguir siendo” . Al no asumirse como “habiendo sido” el pasado sigue vigente como presente. Si el pasado es la Conquista y la Colonia, al tratar de amputar, de repudiar este pasado en lo político y en lo cultural, las nuevas naciones nacían sin caer en la cuenta de que su pretendida emancipación era solo formal. Y esto porque, ‘‘cada hispanoamericano no aspiraba a otra cosa que a ocupar el lugar que había dejado el conquistador. De dominado que era, aspiraba a ser dominador de los más débiles… Nada ha cambiado, los mismos y ya viejos privilegios siguen en pie… Hispanoamérica sigue siendo una colonia’’ . La aspiración a una sociedad más justa sigue siendo, pues, una utopía. La historia de América Latina es una historia sin pasado, en permanente presente, una historia de contradicciones que no acaban de sintetizarse. Así durante estos siglos, se planteó el dilema insoluble entre pasado y futuro. Había que elegir entre seguir absolutamente en la Colonia, o sumergirse absolutamente en un Estado liberal. Uno de los términos debía imponerse exterminando al opuesto.
Esta forma de encarar las cosas “encuentra sus más hondas raíces en la filosofía de Descartes. Su tajante dualismo entre el sujeto y el objeto… sirve como fundamento teórico para la actitud de dominación del hombre europeo hacia dos tipos de “cosas”: la naturaleza y los seres humanos no-europeos” . Esta razón “cartesiana” no tiene en cuenta que es una razón local más, la europea; pero, desde su pretendida universalidad, considera como objetos las otras racionalidades que encuentra en su camino. Modernidad y Colonialismo son inherentes el uno a la otra. La centralidad y la pretendida universalidad del pensamiento europeo nos han vedado el acceso a esta verdad. América Latina debe, por lo tanto, tratar de gestar una cultura propia, de animarse a pensar al hombre latinoamericano como sujeto. Es decir, de dejar de ser objeto de la mirada filosófica europea frente a la cual debe justificar permanente su ‘‘presunta’’ humanidad. En América Latina se plantea, por lo tanto, la posibilidad de un pensamiento propio que parta de la situación colonial que está en su origen para poner de manifiesto su subjetividad propia. El otro del opresor, no ya como objeto, sino como sujeto, será el nuevo punto de partida. Así lo enuncia, programáticamente, E. Dussel:
Nos proponemos mostrar cómo más allá del pensar dialéctico ontológico y la Identidad divina del fin de la historia y el Saber hegeliano (imposible y supremamente veleidoso: ya que intenta lo imposible) se encuentra todavía un momento antropológico que permite afirmar un nuevo ámbito para el pensar filosófico, meta-físico, ético o alterativo.
Este nuevo modo de pensar América Latina tiene su comienzo en las décadas de los 50 y 60, con el surgimiento de las teorías económicas desarrollistas, que propugnaban la apertura de las fronteras económicas y del fomento de las inversiones extranjeras como el primer paso en el camino hacia un desarrollo sostenido de nuestras naciones. Frente a esta perspectiva, y para justificar el rechazo de estas políticas, la “Teoría de la dependencia” mostrará que el desarrollo de los autodenominados ‘‘países centrales’’ está intrínsecamente ligado al subdesarrollo de los países periféricos. La dependencia de estos últimos al centro del capitalismo no es coyuntural sino estructural y, por lo tanto, necesaria para sostener el ordenamiento de la económica mundial; dependencia que es posible con la colaboración de élites autóctonas que se encargan de reducir económicamente a sus países al rol de proveedores de materias primas. Así, “el subdesarrollo resulta tanto una consecuencia como una condición de las grandes potencias capitalistas mundiales” . Este es el punto clave: una vinculación de grupos humanos en relaciones asimétricas, donde unos están subordinados, y mantenidos en este estado de inferioridad, por los otros. La inferioridad no es por lo tanto, como se pretende desde el centro,
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