La película narra las aventuras

Creo que desde "Amistad", de Steven Spielberg, no había visto una película que supiera manejar hábilmente la emotividad de modo que evitara caer en el sentimentalismo barato de "Titanic". "Cielo de Octubre" logra esto con moderado éxito, y aunque no se salva del todo, se mantiene lo suficientemente arriba de ese límite de lacrimosidad como para atraer al espectador cínico (como yo). Ese mismo éxito en cuanto a habilidad artística (comparado con Spielberg) se puede aplicar a su ex-protegido Joe Johnston, director de esta película. El estilo de dirección es similar, pero sin plagiarlo, y es claro que Johnston, luego de 5 películas de variado éxito, ha encontrado su estilo, narrativo y visual, y aunque no le llega a su mentor, no es nada despreciable.

La película narra las aventuras (basadas en hechos reales) de cuatro muchachos que, inspirados por el exitoso lanzamiento del primer satélite artificial en 1957, toman como pasatiempo la manufactura y vuelo de cohetes. No fuegos artificiales, sino réplicas de los cohetes con los que se lanzan al espacio los satélites.

La acción se desarrolla en un minúsculo pueblo minero de los Estados Unidos. Desde luego, al principio los habitantes (en su mayoría trabajadores de la mina de carbón) se oponen o escandalizan por el extraño pasatiempo de los muchachos, pero éstos, estimulados por el apoyo de una maestra, perseveran... al menos hasta que la ley lo impide.

Esto, desde luego, es un refrito más de la consabida trama inmemorial de lo nuevo contra lo viejo. También figura el clásico conflicto familiar y la siempre socorrida transformación de niños a hombres. Pero Johnston eleva la historia sobre su trillado origen gracias a su enorme sentido visual y a la perfecta selección de actores, quienes muestran un asombroso talento y personalidad. El guión los ayuda mucho en este respecto; incluso los villanos se logran congraciar con el público.

Es notable que la actuación menos buena (no mala) es de la única actriz de renombre en el reparto, Laura Dern, en el papel de la maestra de escuela.

En otras manos esta película se hubiera transformado en un dramón telenovelesco o en una especie de retro-Goonies, pero Johnston tiene la sensibilidad perfecta para balancear el aspecto emocional con su experta narrativa.

Vale mucho la pena verla, aún para los enemigos del melodrama, porque "Cielo de Octubre" cubre mucho más terreno y nunca defrauda en su análisis del espíritu humano.

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