La politica en tiempos de san Agustín
Enviado por carlosmg1 • 13 de Marzo de 2020 • Trabajo • 1.627 Palabras (7 Páginas) • 201 Visitas
Filosofía Política
El hombre es un ser social por naturaleza. Esto lo llevar a la necesidad de organizarse y reglamentar las formas de comportamiento en la sociedad. Lo cual conduce a la formación del estado.
La filosofía política según Aristóteles, es aquella ciencia que le corresponde indagar cual es la mejor constitución, cual más que otra es adecuada para satisfacer nuestros ideales, y cual se adapta a las diferentes condiciones para ser puesta en práctica.[1]
En filosofía política del de Hipona es invariable la presencia de Dios , ya que por medio de lo existente en el cielo se debe de conformar una política terrenal que sea mas justa y con beneficios para todos los que deseen seguirla.
Filosofía Política durante la Edad Media
Durante la Edad Media la caída del imperio romano de occidente dará entrada al cristianismo, dando gran poder a la iglesia y a las monarquías, así como al feudalismo.
“El cristianismo fue legalizado en el Imperio romano mediante el Edicto de Milán, en el año 313. El emperador Constantino se convirtió al cristianismo y convocó el Concilio de Nicea (325), en el que se formuló el credo niceno. El cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano en el año 380”[2]
En este contexto histórico, con el saqueo a Roma y la invasión bárbara, en el ambiente político se genera un sentimiento de inseguridad y división entre los cristianos. Por una parte, algunos defendían el poder político del imperio, que les generaba estabilidad, por otra, estaban aquellos que se alegraban por la desaparición del mismo.
Agustín, en su filosofía política defenderá al cristianismo de las opiniones de los paganos, que culpan de la caída del Imperio Romano al cristianismo debido a que Roma al aceptar esta nueva religión dio la espalda a sus dioses por lo cual eran castigados. “Pero todavía me quedan por decir algunas cosas contra aquellos que atribuyen las calamidades de la república romana a nuestra religión”.[3]
Ante este contexto problemático La propuesta de san Agustín, por medio de su escrito civitate Dei, es buscar un ambiente armónico entre los cristianos, argumentar que el cristianismo no era la causa de perdición de Roma y generar una situación más comprensible para la iglesia. Para lo cual era necesario explicar los límites entre lo congruente y lo irracional y generar un ambiente solido que proporcione una mayor seguridad política.
Toda esta defensa que elaborará el santo, lo llevará a conceptualizar dos gobiernos diferentes; dos ciudades distintas y antagonistas: La ciudad terrenal, que representará a Babilonia y la ciudad celestial, que representará a Jerusalén. “Dos amores fundaron, pues, dos ciudades, a saber: el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena, y el amor de Dios hasta el desprecio de sí propio, la celestial. La primera se gloría en sí misma, y la segunda en Dios, porque aquélla busca la gloria de los hombres, y ésta tiene por máxima gloria a Dios, testigo de su conciencia”.[4]
Agustín tendrá tres formas de visualizar al estado. La primera nace de una visión pesimista del mismo. Ya que considera como el origen del estado al pecado. Éste, al contrario de la ciudad de Dios, será denominado, la ciudad del diablo. Toda acción política de sus moradores será despreciable para los habitantes de la ciudad de Dios.
La segunda visión del estado que san Agustín propone es optimista. En la cual pensaba que la sociedad política sigue la inclinación innata del hombre de buscar siempre el bien, como si fuera una extensión de la vida familiar, en el que todos se ayudan según las necesidades. Este concepto es muy similar al que se encuentra en el libro de hechos 2,44 “todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común”[5]
La tercera concepción del estado es intermedia. Para explicar su origen habla de dos inclinaciones contrarias: la sociabilidad e insociabilidad humana. Se sabe que el hombre es social naturalmente. Pero por causa del pecado original se rompe la comunicación y también se da la inclusión de las relaciones de jerarquía y servidumbre.
Para Agustín, la sociedad ideal es llamada la ciudad de Dios. Para describirla tomará como base a la Iglesia o sociedad cristiana, la cual considera que es el destino supremo de la sociedad terrena. “mas los hombres que no viven de la fe buscan la paz terrena en los bienes y comodidades de esta vida .En cambio los hombres que viven de la fe esperan en los bienes futuros y eternos”[6]. El santo considera que en este mundo los hombres son solo peregrinos, y que deben de esforzarse para encontrar su camino hacia la ciudad celestial. es en este esfuerzo que el hombre tiende a buscar el bien “usan de los bienes terrenos y temporales como viajeros. Estos no los prenden ni desvían del camino que lleva a Dios, sino que los sustentan para tolerar con más facilidad y no aumentar las cargas del cuerpo corruptible que apesga al alma”[7].
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