La posibilidad de la despenalización del aborto en situaciones extremas
Enviado por Vivaldi • 1 de Abril de 2014 • Trabajo • 1.114 Palabras (5 Páginas) • 183 Visitas
Si bien en mis tres entradas previas me he dedicado a argumentar filosóficamente sobre la posibilidad de despenalizar el aborto en situaciones límite; considero que los argumentos de Thomson tienen un tenor filosófico distinto. Los míos pretendían argumentar sobre la legitimidad o no de la propuesta de despenalización; los de Thomson, en cambio, apuntan a la práctica misma del aborto y a los argumentos en pro y en contra de la misma. Thomson no se ocupa de los problemas de orden público al rededor de esta materia, sino de la reflexión que puede hacerse sobre el derecho o no abortar desde la perspectiva de los agentes: la madre y el concebido (aunque este, propiamente, no tiene agencia aún). Me parece interesante analizar este artículo por dos razones: a) porque es filosóficamente muy interesante y b) porque la argumentación que se escucha y lee en los medios peruanos tiende a ser de muy baja calidad especulativa. Este es un argumento robusto a favor del aborto cuyas tesis fuertes me interesaría debatir con los lectores. Paso, entonces, a seguir las ideas centrales del mismo.
Una de las primeras cuestiones que merecen atención para Thomson es el escenario en el cual se ha ido desarrollando la polémica (nótese que estamos, en su caso, en los años setenta y que, sin embargo, la polémica es la misma). Así, el principal argumento contra el aborto (que yo comparto) es que “el feto es un ser humano, una persona, desde el momento de la concepción”. Sin embargo, la autora sostiene que:
“Se nos pide que notemos que el desarrollo de un ser humano desde la concepción hasta el nacimiento a la infancia es continuo, entonces se dice que trazar una línea, elegir un punto en este desarrollo y decir “antes de este punto la cosa no es una persona; después de este punto, es una persona” es hacer una elección arbitraria, una decisión para la que en la naturaleza de las cosas no hay ninguna buena razón que pueda ser dada. Se concluye que el feto es, o en todo caso que sería mejor decir que es, una persona desde el momento de la concepción. Pero esta conclusión no se sigue. Algo parecido podría decirse sobre el desarrollo de una bellota en un roble, y no se sigue que las bellotas son árboles de roble, o que sería mejor decir que lo son. Argumentos de esta forma a veces se llaman “slippery slope arguments” —la frase tal vez se explica por sí misma y es desalentador que los opositores del aborto se basen en ellos tan fuertemente y sin sentido crítico”.
A pesar de este golpe a la convención argumentativa sobre esta cuestión, Thomson cede ante los detractores del aborto y prefiere situarse en un lugar que la haría más vulnerable a la crítica con la única finalidad de demostrar que su punto es sólido ante versiones débiles y fuertes sobre el derecho a la vida del no-nacido. Así, a pesar de sus objeciones previas, sostiene:
“Propongo, pues, que demos por hecho que el feto es una persona desde el momento de la concepción. ¿Cómo funciona el argumento desde aquí? Sería algo como esto. Toda persona tiene derecho a la vida. Así que el feto tiene un derecho a la vida. Sin duda, la madre tiene derecho a decidir lo que sucederá en y a su cuerpo, todo el mundo aceptaría eso. Pero
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