Las Manos Sucias De Jean Paul Sartre
Enviado por aaron256 • 23 de Junio de 2014 • 5.000 Palabras (20 Páginas) • 548 Visitas
SARTRE, Jean Paul
Les mains sales
Gallimard, París 1979.
1. Introducción
Las manos sucias (Les mains sales), drama en siete cuadros, fue estrenado en 1948, época en la que Sartre se mantenía aún muy ligado al Partido comunista. La obra fue acogida críticamente por parte de los sectores comunistas (entonces estalinistas) y puede decirse que marca el punto de inflexión en el estalinismo de Sartre. No es que la obra sea una crítica anticomunista; al contrario. Está en perfecta coherencia con el existencialismo ya bosquejado en La náusea y en El ser y la nada, e incluso con la postura de la Crítica de la razón dialéctica, mucho más tardía. Como se verá más adelante, el existencialismo ateo de Sartre (el hombre como “pasión inútil”, el estar “condenado a la libertad”) tiene siempre necesidad de un activismo amoral.
2. Argumento
El drama es sencillo y lineal. Hugo Barine, un joven intelectual, de familia aristócrata, acaba de salir de la cárcel. Dos años antes fue condenado por asesinar a Hoederer, líder del partido comunista, aunque quedan dudas si se trató de un crimen político o pasional. Saliendo de la cárcel, Hugo va a casa de Olga, también militante del partido comunista, y su antigua amante. Llega Louis, actual líder del partido (o uno de sus jefes) con la intención de liquidar a Hugo, porque sabe demasiado. Olga pide una tregua, hasta media noche, para ver si Hugo es o no es recuperable para el Partido. Louis acepta. Olga pide a Hugo que le cuente de nuevo toda la historia. Termina así el primer cuadro. Los cinco siguientes cuentan la historia sucedida en 1943. El séptimo y último recupera el hilo donde se había quedado al final del primero. Año 1943. Estamos en un país imaginario de Europa del este. En la guerra, el rey ha tomado partido a favor de Alemania; después, viendo mal la suerte alemana, el Regente, junto con el jefe del partido conservador, intentan un acercamiento a los comunistas. Hugo, que se ha hecho comunista por idealismo, trabaja en la redacción de un periódico comunista. En esa sede tiene lugar una votación de lo que puede ser el comité político del Partido, para decidir sobre una propuesta del líder, Hoederer: unirse con todas las fuerzas políticas para después de la guerra repartirse el Poder. Hoederer ha ganado. Pero Louis está en contra. Aprovechando los deseos de Hugo de entrar en la lucha, le encarga una misión: liquidar a Hoederer antes de que se reúna con los fascistas y conservadores. Hoederer ha solicitado un secretario —que, no se sabe por qué, tiene que ser casado—; se decide que Hugo ocupe ese puesto, llevándose a su mujer, Jessica. Termina así el segundo cuadro.
El tercer cuadro tiene lugar en la residencia de Hoederer. Hugo y Jessica están deshaciendo las maletas. Georges y Slick —dos de los guardaespaldas de Hoederer— quieren registrar la habitación y a los dos recién llegados. Hugo se opone, entre otros motivos porque tiene una pistola con la que piensa liquidar a Hoederer. Para dirimir la cuestión deciden llamar a Hoederer, que viene personalmente. Hoederer se demuestra una persona amable, confiada y con un cierto interés por Jessica. El registro tiene lugar, pero la pistola no es encontrada porque Jessica ha conseguido guardarla en la blusa y el guardaespalda no se ha atrevido a registrarla.
Cuarto cuadro. Despacho de Hoederer, que no está presente. Jessica —que se sigue demostrando una persona superficial y alocada— va a ver a Hugo. Quizá está dando muestras de interesarse por Hoederer. De todas formas, se aburre. Hugo es un hombre dubitativo. En Hoederer se nota que hay fuerza y convicción. Entra Hoederer y ordena que Jessica se vaya. Pero entre tanto tiene lugar una conversación entre Jessica y Hoederer que se parece demasiado a un diálogo entre personas que se interesan el uno por el otro. Hoederer tiene visitas: el jefe del partido conservador, Karsky y el Príncipe Paul. Se van a iniciar las conversaciones. Hugo ya ha incumplido su misión: tenía que matar a Hoederer antes de que esto ocurriese. Mientras hablan, alguien arroja una bomba. Gran explosión pero sólo un herido leve, Karsky. Un momento antes de la bomba, cuando parece que Karsky y el Príncipe están dispuestos a aceptar las condiciones de Hoederer, Hugo protesta en voz alta e incluso echa mano al bolsillo donde está la pistola. Pero tampoco se ha atrevido esta vez. Como solución, Hugo, que de ordinario no bebe, se emborracha en presencia de Jessica y de los guardaespaldas de Hoederer; está a punto de confesar cuál es la misión que tiene que cumplir.
El quinto cuadro se desarrolla en la habitación de Hugo, que está tendido en la cama, bajo los efectos de la embriaguez. Entra Olga, que se presenta a Jessica. Confiesa que es ella quien ha arrojado la bomba, en gran parte para salvar la reputación de Hugo. Olga sigue siendo antes que nada una partisana, aunque ame a Hugo; desprecia a Jessica, a la que considera romántica, corriente, simple mujer. Se despierta Hugo y Olga le anima a realizar de una vez el trabajo; después, se va. Jessica —que no deja de trasparentar su admiración por Hoederer— aconseja a Hugo que cuente toda la verdad al líder y que le proponga trabajar con él. En esta conversación se descubre que Jessica y Hugo no se aman verdaderamente; al menos, sus sentimientos son ambiguos, quizá debido a la indefinida personalidad de los dos.
Llaman a la puerta; piensan que es Olga, pero es Hoederer. Este viene simplemente a estar, a buscar un rato de compañía, quizá también a ver a Jessica. Se establece una discusión entre Hoederer y Hugo a propósito del proyectado pacto del Partido con los fascistas y conservadores. Es el momento clave del drama. Hoederer razona como un teórico práctico, como un comunista concreto y lúcido. Hugo como un idealista. Le parece que el pacto es una ofensa a los miles de compañeros que han muerto por la causa. Hoederer argumenta que con el pacto se evitará que mueran otros cien mil. Hugo queda impresionado, pero al salir Hoederer dice a Jessica que al día siguiente lo matará.
Sexto cuadro. En el despacho de Hoederer. Jessica desea hablar con él. Se refiere a la conversación de la noche anterior. Jessica piensa que Hoederer tiene razón; no sin cierta ligereza, Jessica le dice que quiere entrar en el Partido. En realidad —o además— pretende enamorarlo o hacer que el líder se interese por ella. Hoederer la trata con simpatía y con distancia a un tiempo. Juega con ella. Sin más trámite, Hoederer adivina qué le viene a decir Jessica: que Hugo va a matarlo. Jessica dice que Hugo no desea matarle, aunque esta mañana traerá el revólver para hacerlo. Jessica dice también que no quiere que Hoederer muera y, a la vez, que le encantaría. Llaman a la puerta. Es Hugo. Jessica se esconde detrás de una cortina.
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