Las Tres Ciudades, San Agustín De Hipona Resumen
Enviado por osli1750 • 6 de Mayo de 2013 • 1.519 Palabras (7 Páginas) • 1.607 Visitas
El ámbito de poder de cada una de las ciudades, la divina y la terrena; el papel que desempeña en la ciudad terrena la ley y la justicia, así como el fundamento de la autoridad política.
Con el saqueo de Roma perpetrado por Alarico en el año 410, como marco histórico, y con la interrogante de cómo era posible que la eterna Roma, hubiera sucumbido ante una invasión pagana. San Agustín escribe su obra monumental “La Ciudad de Dios” como respuesta a la interrogante, sugiriendo que Roma había sucumbido por ser un reino mundano y todo lo natural perece y que solo el reino de dios (la ciudad de Dios), vive eternamente.
Para la época que se sitúa al libro los filósofos Platón, Aristóteles y Cicerón habían estudiado la política a partir de la ética y habían expresado que ésta era la forma de crear el carácter. Así el Estado sólo podría ser justo si procuraba hacer más virtuosos a sus ciudadanos. Para San Agustín, el Estado será justo sólo si es cristiano. Haciendo que la virtud ya no sea el fin sino un camino para conseguir llegar al cielo.
Mientras que para platón el fin último del bien es la contemplación; para Aristóteles la virtud está supeditada a la moral; para los griegos es amor a la sabiduría; para San Agustín lo importante y la búsqueda primera y última es llegar a dios, además como no se puede tener dos amores distintos, el amor a la sabiduría y el amor a Dios, el primero deberá estar supeditado al segundo.
Para San Agustín existen dos ciudades la terrena y la divina, la primera fundada por el amor propio, que llega a menospreciar a Dios, y la divina (celestial), fundada por el amor a Dios, hasta llegar a despreciar al ser propio. Donde la terrena su gloria es en sí misma y la divina está en el amor a dios.
A lo largo de la historia humana la lucha entre estas dos ciudades han sido las protagonistas, la terrena, que es la del cuerpo, y la de los apetitos humanos, la del pecado y otra que es la ciudad divina, que es la del alma, la virtud y la salvación.
San Agustín expone dos reinos el de la tierra y el cielo, pero hace alusión a las dos ciudades mezcladas en la tierra, por un lado el reino del egoísmo y lo mundano y por otro el reino del espíritu cristiano. La batalla entre estos dos reinos tendrá su finalidad en el juicio final, anunciado por los cristianos.
La ciudad terrena “. . . es el reino de Satán, la historia del cual comienza con la desobediencia de los ángeles rebeldes y encarna especialmente en los imperios paganos de Asiria y Roma.” (1)
La ciudad divina “. . . es el reino de Cristo, que encarnó primero en el pueblo hebreo y después en la iglesia y el imperio cristianizado. La historia es la narración dramática de la lucha entre esas dos ciudades y el dominio final tiene que corresponder a la ciudad de Dios.” (1)
La interpretación así no sería completa, se debe precisar que Roma no es precisamente la ciudad terrena y que la iglesia sea la ciudad de dios, san Agustín menciona que son solo como una representación.
Si para Aristóteles la justicia era la virtud suprema porque es la única que se da por otros, para San Agustín la función esencial de la justicia es dar a cada uno lo que es suyo. Así la política humana debe ser justa en tres grados, en su casa, en la ciudad y en el mundo. Para Dios es fundamental dos principios, amarle a él y a nuestro prójimo y con este se crean tres obligaciones amar a Dios, a uno mismo y al prójimo. Así la virtud consiste en vivir en paz con todos y en no hacer mal ni daño a nadie y en hacer todo el bien posible a quien se pudiere. Con esto San Agustín menciona con gran sencillez y fundamento que la virtud consiste en no hacer daño a nadie y en hacer bien a todo el que se pueda. Asimismo en la medida en que la virtud es justicia, requiere orden, cohesión y equilibrio, produciéndose la paz en distintos niveles.
“. . . la paz del hombre moral y de dios inmortal, la concorde obediencia en la fe, bajo la ley eterna. La paz de los hombres, la ordenada concordia. La paz de la casa, la conforme uniformidad que tienen en mandar y obedecer los que viven juntos. La paz de la ciudad, la ordinada concordia que tienen los ciudadanos y vecinos en ordenar y obedecer. La
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