Lectura: Ética de la vida familiar y transmisión de valores morales

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Lectura: Ética de la vida familiar y transmisión de valores morales

Objetivos

• Reflexionar sobre el concepto de valor y su transmisión en el ámbito familiar.
• Desarrollar el pensamiento crítico sobre reflexiones en torno a la orientación y la vida familiar.

Descripción de la actividad y pautas de elaboración

La lectura que se presenta a continuación es un artículo de la Revista de Educación escrito por Ramón Mínguez Vallejos. En él se habla de la tarea educativa de las familias y de la vivencia y transmisión de valores en el ámbito familiar. Desde la perspectiva de la orientación familiar es necesario entender el papel de la familia en la acogida, donación y cuidado responsable del otro.

MínguezVallejos, R. (enero-abril, 2014). Ética de la vida familiar y transmisión de valores morales. Revista de Educación, 363, 210-229. Disponible en

http://www.mecd.gob.es/dctm/revista-de-educacion/articulos363/re36309.pdf?documentId=0901e72b817fcf2b 

Lee con atención el texto y responde a las siguientes cuestiones:

• Haz un breve resumen del artículo, destacando los aspectos más importantes del mismo.
• Explica el significado de la familia como comunidad ética de personas.
• En el artículo se señalan cuatro criterios básicos como propuesta de educación en valores en la vida familiar: el tacto o sensibilidad pedagógica, la escucha atenta, el humor y la comunicación interpersonal. Señala mediante ejemplos cotidianos de la vida familiar cómo se pueden desarrollar.
• Añade un quinto criterio personal y justifica por qué.

Criterios de evaluación

• Claridad en la redacción y presentación. Se valorará la inclusión de una introducción, un correcto desarrollo y unas conclusiones.
• Capacidad crítica y de aportar ideas propias.
• Apoyo en referencias bibliográficas pertinentes con el tema planteado y su correcta citación según las normas APA.

Extensión máxima: 2 páginas, fuente Georgia 11 e interlineado 1,5.

Sin lugar a duda, la familia es la institución principal y primera en cuanto a la transmisión de normas y estilos de comportamiento, esto es, en cuanto a la transmisión de valores. Por ello, y partiendo de que cada individuo es un ser único y original, distinto de cualquier otro, la familia debe suponer un espacio de convivencia seguro y amable, donde la persona se sienta reconocido como ser individual y acogido. Asimismo, e independientemente de la singularidad de cada persona, debe ser un espacio estable y donde habite la responsabilidad, donde se torne como vía prioritaria el intercambio y la transmisión de valores, y un espacio libre para mostrar el afecto por los demás y por uno mismo, y los sentimientos. No cabe duda, y así lo concibe nuestra social actual, de que es la familia nuestro núcleo afectivo más próximo, donde prima la convivencia cordial y el cuidado de uno mismo y los demás, en lo que se refiere a los miembros de un mismo núcleo familiar. Por tanto, y no menospreciando la labor de otros agentes sociales, es labor de la familia, o mejor dicho, es la familia en sí el lugar idóneo para crecer y desarrollarnos como personas. Un lugar donde aprender qué es el respeto por los demás, qué es la responsabilidad y cómo debemos comportarnos como miembros de una sociedad más amplia. Un lugar donde aprender dónde acaba nuestra libertad, y dónde empieza la del otro. Un lugar donde aprender a vivir en sociedad.

La familia como comunidad ética de personas

Cuando hablamos de familia como comunidad ética, hablamos seres que mantienen su singularidad, pero que forman parte de un grupo. Un grupo o comunidad en la que conviven rigiéndose por una serie de normas, con deberes y derechos que son interiorizados desde la infancia. Es por tanto la familia esa comunidad donde el individuo se siente parte de un todo, donde siente la libertad de ser uno mismo y donde aprende a formar parte de la misma. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que dentro de la misma existe una jerarquía, donde los progenitores se presentan como guías u orientadores de sus hijos e hijas. Pero, en cualquier caso, es en esta comunidad ética dónde se aprende que formar parte de un grupo no supone la pérdida de la singularidad del individuo, aunque sí suponga aprender el respeto por los demás, el cuidado del otro y siempre teniendo en cuenta que independientemente de ser diferentes, todos son igual de importantes. Asimismo, no podemos olvidar que esas normas, derechos y deberes de los que hablábamos antes, deben ser aprendidos y transmitidos entre generaciones, a pesar de los cambios sociales que se están dando últimamente.

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