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Leibniz El Metodo Cientifico


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2012  •  10.634 Palabras (43 Páginas)  •  1.150 Visitas

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24. QUE ES UN CONOCIMIENTO CLARO U OSCURO, DISTINTO O CONFUSO,

ADECUADO O INADECUADO, INTUTITIVO O SUPOSITIVO; DEFINICIÓN

NOMINAL, REAL, CAUSAL, ESENCIAL.

Para entender mejor la naturaleza de las ideas, es preciso referirse a la variedad de

los conocimientos. Cuando puedo reconocer una cosa entre otras, sin poder decir en qué

consisten sus diferencias o propiedades, el conocimiento es confuso. Así, conocemos

algunas veces sin lugar a duda si un poema o un cuadro están bien hechos, porque hay

un no sé qué que nos satisface o nos choca. Pero cuando puedo explicar los caracteres

que tengo, el conocimiento se llama distinto. Y tal es el conocimiento de un probador

que discierne el oro verdadero del falso valiéndose de ciertas pruebas o señales que

forman la definición del oro. Pero el conocimiento distinto tiene grados, pues ordina-

riamente las nociones que entran en la definición necesitarían de definición ellas mis-

mas y no las conocemos más que confusamente. Pero cuando todo lo que entra en una

definición o conocimiento distinto se conoce distintamente, hasta las nociones primiti-

vas, llamo a este conocimiento adecuado. Y cuando mi espíritu conoce a la vez y distin-

tamente todos los ingredientes primitivos que entran en una noción, hay un conocimien-

to intuitivo, que es muy raro, pues la mayoría de los conocimientos humanos sólo son

confusos o bien supositivos. Conviene también distinguir las definiciones nominales y

las reales: llamo definición nominal cuando se puede dudar todavía si la noción definida

es posible; como por ejemplo, si digo que un tornillo sinfín es una línea sólida cuyas

partes son congruentes o pueden incidir una sobre otra; el que no conozca por otra parte

lo que es un tornillo sinfín, podrá dudar si una tal línea es posible, aunque, en efecto,

ésta sea una propiedad recíproca del tornillo sinfín, pues las otras líneas cuyas partes

son congruentes (que no son más que la circunferencia del círculo y la línea recta), son

planas, es decir, se pueden describir in plano. Esto hace ver que toda propiedad recípro-

ca puede servir para una definición nominal, pero cuando la propiedad da a conocer la

posibilidad de la cosa disminuye la definición real. Y mientras no se tenga más que una

definición nominal no puede responderse de las consecuencias que se sacarían de ella,

pues si ocultase alguna contradicción o imposibilidad, podría dar lugar a conclusiones

opuestas. Por eso las verdades no dependen de los nombres, ni son arbitrarias, como han

creído algunos nuevos filósofos.28 Además, hay también mucha diferencia entre las es-

pecies de definiciones reales, pues cuando la posibilidad no se prueba más que por la

experiencia como en la definición del mercurio, del que se conoce la posibilidad porque

se sabe que tal cuerpo se encuentra efectivamente, que es un líquido sumamente pesado

y, sin embargo, bastante volátil, la definición es únicamente real y nada más. Pero cuan-

do la prueba de la posibilidad se hace a priori, la definición es real y además causal,

como cuando contiene la generación posible de la cosa; y cuando impulsa el análisis

hasta llegar a las nociones primitivas, sin suponer nada que necesite prueba a priori de

su posibilidad, la definición es perfecta o esencial.29

25. EN QUÉ CASO NUESTRO CONOCIMIENTO ESTÁ UNIDO A LA CONTEM-

PLACIÓN DE LA IDEA.

Pero es evidente que no tenemos ninguna idea de una noción cuando es imposible.

Y cuando el conocimiento no es más que supositivo, aun cuando tuviéramos la idea, no

la contemplamos, pues una tal noción sólo se conoce como las nociones ocultamente

imposibles, y si es posible, no se sabe por este modo de conocer. Por ejemplo, cuando

pienso en mil o en un quilígono, lo hago muchas veces sin contemplar su idea, como

cuando digo que mil es diez veces ciento, sin molestarme en pensar qué es 10 y 100,

porque creo saberlo y no necesitar detenerme entonces a considerarlo. Así, podrá muy

bien ocurrir, como sucede en efecto bastante a menudo, que me equivoque con respecto

a una noción que supongo o creo entender, aunque en realidad sea imposible o al menos

incompatible con otras, a las que la uno, y bien me equivoque o no me equivoque; esta

manera supositiva de concebir sigue siendo la misma. Así, pues, sólo cuando nuestro

conocimiento es claro en las nociones confusas, o cuando es intuitivo en las distintas,

vemos su idea entera.30

26. TENEMOS EN NOSOTROS TODAS LAS IDEAS, Y DE LA REMINISCENCIA

DE PLATÓN.

Para concebir bien lo que es una idea, es preciso prevenir un equívoco, pues muchos

toman la idea por la forma o diferencia de nuestros pensamientos, y de este modo sólo

tenemos la idea en el espíritu mientras pensamos en ella y cada vez que la pensamos de

nuevo tenemos otras ideas de la misma cosa, aunque semejantes a las precedentes. Pero

parece que otros toman la idea por un objeto inmediato del pensamiento, o por alguna

forma permanente que persiste aunque no la contemplemos. Y, en efecto, nuestra alma

tiene siempre en sí la cualidad de representarse alguna naturaleza o forma cuando se

presenta la ocasión de pensar en ella. Y yo creo que esta cualidad de nuestra alma, en

tanto que expresa alguna naturaleza, forma o esencia, es propiamente la idea de la cosa,

que está en nosotros, y que siempre está en nosotros, pensemos o no pensemos en ella.

Pues nuestra alma expresa a Dios y al universo y todas las esencias lo mismo que todas

las existencias. Esto se acomoda a mis principios, pues naturalmente nada nos llega al

espíritu desde fuera y es un mal hábito que tenemos de pensar suponer que nuestra alma

recibe algunas especies mensajeras, e imaginarla como si tuviera puertas y ventanas.

Tenemos en el espíritu todas estas formas, e incluso desde siempre, porque el espíritu

expresa siempre todos sus pensamientos futuros y piensa ya confusamente en todo lo

que ha de pensar alguna vez distintamente. Y nada se nos podría enseñar cuya idea no

tengamos ya en la mente, pues esa idea es como la materia de que se forma este pensa-

miento. Esto es lo que Platón consideró de un modo excelente cuando expuso su remi-

niscencia, que tiene mucha solidez, mientras se entienda bien, se la purgue del error de

la preexistencia y no se imagine que el alma tiene que

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