Lenguaje Soez
Enviado por 99angie • 14 de Junio de 2015 • 5.586 Palabras (23 Páginas) • 200 Visitas
El lenguaje televisivo soez como indicador ético de la cultura de una sociedad
Maria Rosa Buxarrais y Amèlia Tey
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La televisión es uno de los descubrimientos del siglo XX que ha tenido mayor repercusión en las interacciones sociales de todas partes, ya que ha cambiado hábitos, ha facilitado transacciones, ha proporcionado educación, ha creado y destruido per-sonajes, ha universalizado y globalizado. De hecho, podríamos decir que se ha convertido en un entorno simbólico común de interacción con la mayoría de actividades que pensamos y hacemos. En el pre-sente artículo, queremos mostrar la relación esta-blecida entre el lenguaje, la televisión y la cultura vigente, y convertir en un indicador de valores éticos de una sociedad la relación entre lo que se ve en televisión, lo que se dice, los valores que transmite y la posible influencia en los comportamientos y los valores de las personas.
Palabras clave
Televisión, lenguaje soez, valores, ética, modelos, comportamiento, educación, pedagogía.
Introducción
A estas alturas, ya nadie duda de que la televisión es uno de los descubrimientos del siglo XX que mayor repercusión ha tenido en las interacciones sociales de todo el mundo. Ha cambiado costumbres y hábitos, ha facilitado transaccio-nes, ha proporcionado educación, ha creado y destruido personajes, ha universalizado y globalizado. Sin embargo, y sin la voluntad de ser apocalípticos, somos conscientes del gran poder que tiene y le hacemos socialmente responsa-ble de gestar muchos de los males actuales: generadora de violencia, provocadora de la pérdida de identidades, de la atrofia intelectual de las futuras generaciones, entre otros. Pero debemos remontarnos a los orígenes de la televisión para observar que su principal finalidad, en un principio, no era generar mensajes, sino transmitirlos. Por lo tanto, la televisión se utilizaba para transmitir cualquier tipo de con-tenido, independientemente del lenguaje que utilizaba.
Ahora bien, consideramos importante recordar que, aun-que en un principio la televisión tuvo un uso restringido, ya que eran pocas personas las que la veían, con el tiempo ese uso ha ido extendiéndose y la cantidad de hogares con televisión ha aumentado exponencialmente. A partir de ese hecho, se inicia la gran transformación y, progresivamente, se añaden más funciones a la inicial (transmisión de in-formación). Nos referimos a las funciones educativas, infor-mativas, recreativas, críticas, culturales, entre otras. Esa sobrecarga de responsabilidades ha comportado que se le atribuyan muchas de las actuales disfunciones sociales. Según nuestra opinión, las causas son muy variadas, ya que en una sociedad como la nuestra –tan cambiante
Maria Rosa Buxarrais y Amèlia Tey
Profesoras del Departamento de Teoría e Historia de la Educación de la Universitat de Barcelona y miembros del GREM (Grup de Recerca en Educació Moral) de la UB.
compleja– difícilmente podemos atribuir el origen de algo únicamente a un elemento, por lo que nos parece muy osado atribuir la “culpa” o “responsabilidad” exclusiva a la televisión. Si analizáramos dichas disfunciones sociales en
Tema monográfico: El lenguaje televisivo soez como indicador ético de la cultura de una sociedad
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profundidad –algo que no nos corresponde y para lo que actualmente hay especialistas–, en casi todos los casos deberíamos referirnos a un origen multifactorial.
Por otra parte, el aumento cualitativo de la ignorancia cul-tural, la disminución del número de libros que lee la gente anualmente, el crecimiento de los niveles de violencia, las manifestaciones del malentendido patriotismo, incluso el “hablar mal” de las personas o el uso incorrecto de la len-gua, se convierten en efectos que es preciso analizar.
Aunque dudamos de la finalidad formativa de la televisión –porque, como apuntábamos más arriba, no ha sido dise-ñada para ello– sí creemos que debe considerarse el len-guaje que utiliza, ya que tanto la forma como el contenido son percibidos como modelos por algunos telespectadores. Es decir, las formas de hablar que se utilizan en televisión son imitadas por muchos telespectadores en su vida coti-diana y, por lo tanto, también son modelos de los valores que se transmiten.
En nuestra sociedad, todos los sectores se relacionan y las acciones de unos repercuten en los otros. Si equipa-remos a la sociedad con un organismo vivo, el bienestar de cuyos órganos influye en gran medida en su funciona-miento, podemos extrapolar que cuando algo falla, y le afecta negativamente, el todo lo sufre igual que las partes. Por lo tanto, y siguiendo con el símil, podemos pensar que el uso de un lenguaje soez en la calle puede ser una con-secuencia (o no) del lenguaje soez televisivo que, última-mente, está proliferando a marchas forzadas.
En esa misma línea, debemos ser conscientes de que el sistema televisivo de cada país es un reflejo del contexto histórico, político, social, económico y cultural (Gerbner, 1958, citado por Bryant y Zillman, 1996). Hawkins y Pingree (1982) hablan de “aculturación de sistemas de valores” cuando se refieren al hecho de que desde nuestra infancia aprendemos de la televisión, gracias a “lecciones” repeti-tivas, valores, ideologías y perspectivas. Así, la televisión se ha convertido en un entorno simbólico común de interacción con la mayoría de actividades que pensamos y hacemos. La exploración de su dinámica puede ayudarnos a desarrollar y comprender las fuerzas de cohesión social, dependencia cultual y resistencia al cambio, así como la necesidad de desarrollar alternativas y grados de independencia esenciales para conducirse y autogobernarse en la era televisiva (Bryant y Zillman, 1996, p. 60).
Las personas somos seres eminentemente sociales, y es cierto que no nos relacionamos únicamente a partir del len-guaje oral y/o escrito, sino que el lenguaje gestual es igual o más importante para captar el sentido del mensaje de nuestro interlocutor. A pesar de eso, el lenguaje –hablado o escrito– nos llega de forma muy directa y, o favorece el deseo de seguir comunicándonos con nuestro interlocutor o dificulta la relación.
Para completar nuestra perspectiva de análisis a la hora de tratar esa temática, querríamos destacar, además, que a lo largo de la historia de la filosofía se establecen
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