Lobo Estepario

Un forastero de unos 48 años que llega a una ciudad alemana principalmente burguesa y se aloja en una pensión donde causa sensación entre varias personas, entre ellas el sobrino de la dueña de la pensión.

En esta primera parte el ritmo de la historia es bastante lento y describe ampliamente la habitación y el edificio. También se dibuja a sí mismo como un hombre enfermo, melancólico, intelectual, enigmático, taciturno y depresivo. Describe una profunda reflexión filosófica sobre las decisiones del ser, el placer y el dolor.

En un diálogo que mantiene con el narrador, Harry muestra su indiferencia y nostalgia hacia la burguesía. Dice él, que fue criado en un ambiente en su totalidad burgués y en el presente se encuentra en la miseria, arruinado, sin dónde ir y sin un lugar donde culminar su existencia.

En esta ciudad a Harry le gustaba mucho deambular por las calles y apreciar los detalles de las cosas viejas y olvidadas y regocijarse en la soledad que tanto le había costado conseguir y que sin ser del todo consciente al principio lo estaba llevando al suicidio. En una de sus excursiones encuentra un estímulo que se corresponde con su deprimente vida capta. Unas letras en la pared que decían algo como: “Teatro mágico. Entrada no para cualquiera. Sólo para locos”. Esto le trastornó y comenzó a buscar dónde se encontraba tal teatro.

Comienza aquí la segunda parte del libro, titulada: “Tractat del lobo estepario”. En esta parte medita sobre una lucha interna en el alma de Harry, entre lobo estepario y hombre (el lobo estepario sería todo lo feroz, furtivo, sanguinario y el hombre todo lo culto, intelectual y formal). Harry está convencido de que ambas almas están en conflicto en su interior, cuando en realidad hay miles de personalidades manteniendo una guerra interna, y sabiendo que ninguno gana sino que cada una actúa en un momento concreto mientras las demás se burlan de esta, llegando a convencerse del suicidio. En esta reflexión hace alusión al Fausto de Wagner.

Esta parte vendría a ser como la parte psicológica del complejo protagonista, los sucesos internos que estaba soportando Harry a los cuales no les encontraba solución.

Esta situación le llevó a una crisis cuando después de haber presenciado un entierro se encontró con un antiguo amigo que le invitó a cenar a su casa. Harry no está muy convencido, pero acepta. Tras la cena y por no poder soportar el papel que estaba interpretando acaba desacreditando un retrato de Goethe pintado por la señora del anfitrión y salió huyendo de la casa. En su huída, y después de deambular por la ciudad durante varias horas, entra en un salón de bailes en el que ponían música moderna, como jazz y bailes de salón. Allí conoce a una chica y la historia da un giro radical. El ritmo de la acción se acelera, esta chica de nombre Armanda le hace pensar y replantearse su vida.

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