Logica Para Hegel
Enviado por ferchuz • 21 de Octubre de 2012 • 1.817 Palabras (8 Páginas) • 515 Visitas
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831)
DIALÉCTICA: En la versión de Hegel, la dialéctica supone siempre el contraste de dos elementos opuestos o contradictorios, que pone en evidencia el carácter cambiante y progresivo de la realidad, que se desarrolla en fases históricas que, por la misma fuerza de esta contradicción interna, suponen transformación y ruptura, y no una simple evolución acumulativa y lineal.
Triadas Premisa 1 Premisa 2 Premisa 3
Universo. Unidad y contradicción Cambio de cantidad a calidad Negación de la negación
Ser humano
(certeza sensible) El espíritu subjetivo es el sujeto individual consciente de sí mismo, esto es, el hombre; y el El espíritu objetivo son las obras propias del espíritu subjetivo, El espíritu absoluto, el conocimiento pleno que el espíritu tiene de sí mismo, a través del arte, la religión y la filosofía.
Conocimiento Tesis Antitésis Síntesis.
La teoría de la lógica hegeliana lleva por otro camino al mismo punto. La lógica es doctrina de la idea y su objeto no es sino el pensamiento puro; pero pensar y ser son, para Hegel, lo mismo. Las sucesivas determinaciones dialécticas de la idea llevarán hacia la naturaleza, idea exteriorizada y, luego, hacia el espíritu, idea que vuelve hacia sí misma.Las categorías hegelianas del pensamiento, de las que depende el desarrollo de la idea, no son como las kantianas meras condiciones a priori del conocer, o simplemente constitutivas del objeto conocido; son creadoras del ser de la idea y, por lo mismo, de la realidad. También aquí lo primero e inmediato, el ser, no constituye la verdadera realidad; la realidad sólo lo es si es mediada, pensada, reflexionada. El ser, sin más, es la nada, y lo primero que se aprecia positivamente en el ser es su devenir; ser es ser algo (cualidad, cantidad y medida), y se es algo estando determinado, no siendo lo demás (omnis determinatio est negatio); es la finitud y el cambio, que es una forma de relacionar todo con todo. El «soporte» de todas estas apariencias finitas y mutuamente cambiantes de las cosas es la esencia: la define como unidad de identidad y diferencia, fundamento (de la existencia) o razón de ser. Y como verdadera apariencia, o fenómeno y, puesto que no hay diferencia alguna entre lo externo y lo interno, porque es todo lo que hay, realidad efectiva. «Efectivo» es lo que actúa; la esencia se manifiesta en la actuación, igual como se es lo que se hace. Las cosas actúan a través de la causalidad y de la acción recíproca. En algunas de las realidades la causalidad y la acción recíproca son libres: son los sujetos, la subjetividad. En ellos, las cosas son conceptos, no sólo susceptibles de ser considerados subjetivamente, como pura actividad del entendimiento, como conceptos universales, particulares e individuales, juicios y razonamientos, sino también objetivamente como mecanismo, quimismo y teleología: determinaciones que la ciencia hace de los fenómenos del mundo para identificarlo con nuestros conceptos y sentirlo familiar. La teleología, la finalidad objetiva, hace presente -por fin- a la idea. «Idea» es, en principio, la puesta en práctica de la posibilidad de las esencias que deben concebirse como existentes (ver cita). Porque es toda la realidad, es también el absoluto, aunque en proceso, y su fin es convertirse en ser, esto es, en naturaleza.
Filosofía de la naturaleza, la «naturaleza» son las cosas y, para Hegel, la naturaleza es, algo así como la «Idea petrificada»; en realidad, su antítesis y negación: en la naturaleza se aliena y exterioriza la Idea. Los tres momentos dialécticos de esta exteriorización son el mundo mecánico, el mundo físico y el mundo orgánico. Características del primero son el espacio, el tiempo y el movimiento; características del mundo de la física, la materia y de las cosas individualizadas, que, a través de los procesos químicos interactúan mutuamente, siendo la vida resultado de estos procesos. En el mundo orgánico la vida aparece en forma meramente objetivada en los organismos vegetales, mientras que en los organismos animales aparece en forma de subjetividad. El sentido de la naturaleza radica, precisamente, en que hace posible la aparición de la conciencia y el pensamiento y, con ellos, la superación del reino de la necesidad por el de la libertad.
El conocimiento y la autoconciencia, que todo es uno, surge con la certeza sensible, como conocimiento o conciencia inmediatos: «yo, éste, conoce esta cosa, aquí y ahora». Este conocimiento lo es sólo en apariencia y la certeza que aporta no es más que falsa certeza; su sino es convertirse en su contrario.
El entendimiento, no obstante, logra unificar lo sensible, capaz como es de hallar lo que de sustancial y permanente hay en la percepción. Del reconocimiento de esta capacidad de organizar objetos nace la conciencia como autoconciencia y aparece la subjetividad. Este sujeto percibe que la «cosa en sí» y el conocimiento no son dos cosas distintas, sino que se vuelve consciente de que no hay objeto alguno no configurado por el pensamiento y no hay pensamiento que no esté inmerso en el objeto (en la naturaleza y en la historia), y de que no hay certeza alguna de nada que no esté mediado por la reflexión. Con la presencia del sujeto surge también el deseo; conocer es desear: conocer el objeto para poseerlo y, poseyéndolo, confirmarse como sujeto y como autoconciencia.
Sólo otra conciencia, y no un mero objeto, puede satisfacer este deseo de conocerse como sujeto: sólo se es autoconciencia si se es reconocida como tal por otra
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