Los Crimenes De Oxford

la confrontación intelectual entre el famoso matemático Arthur Sheldon (John Hurt) y Martin (Elijah Wood) un estudiante que consigue una beca en Oxford con la esperanza de que sea Sheldon quien dirija su tesis doctoral.

La confrontación entre las visiones del mundo de los dos protagonistas.

Sheldon sostiene que no existen verdades absolutas, que el estudio de cualquier fenómeno contamina por su mera observación y a que a un determinado problema siempre es posible encontrar múltiples explicaciones verosímiles, siendo imposible encontrar una única verdad. Por el contrario Martin sostiene que todo fenómeno tiene una causa única y una única explicación auténtica y que solo es cuestión de tiempo y pericia el encontrarla.

no existen verdades únicas e irrebatibles

El hilo argumental de "Los Crímenes de Oxford" es un hilo muy sutil, basado en las matemáticas, el cálculo de probabilidades y ecuaciones, con una aplicación muy concreta: descifrar el enigma que se esconde tras un primer asesinato

Dos personajes contrapuestos que deben aunar esfuerzos para resolver un enigma de vital importancia,

El profesor Arthur Seldom (John Hurt) y el joven Martin (Elijah Wood) conforman una pareja sujeta a las directrices del maestro y el pupilo. De esta forma, Seldom ejercerá de instructor para el joven y éste, consciente tanto de sus limitaciones como de sus demostradas capacidades intelectuales, intentará superar al maestro a la vez que aprenderá de él.

Arthur Seldom. Un tipo seguro de su superioridad intelectual y con suficiente candor humano para resultar entrañable, pero que transpira al mismo dolor y amagura

Wittgenstein (al que, por supuesto, siempre se le cita la misma frase del Tractatus logico-philosophicus: “De lo que no se puede hablar...”).

la famosa formulación de Wittgenstein: “¿Podemos conocer la verdad?”

En "Los crímenes de Oxford" la filosofía es la verdadera protagonista, por medio de las ideas de Ludwig Wittgenstein, y sobre todo el mensaje de "no hay verdades universales

una verdad absoluta es inalcanzable.

Desde un punto de vista filosófico, la película bascula entre dos ideas: el orden y el desorden. Son los principios rectores del pensamiento y la forma de ser del afamado profesor y del alumno que lo admira. El primero convencido de que siempre hay un principio rector, un lógos explicativo, una semilla de racionalidad que nos da la clave de la realidad, que permite comprenderla y resolver los problemas. Frente a esta tesis, el pupilo que se va alejando progresivamente del laureado profesor hasta terminar investigando con un principio un tanto paradójico: sólo a través del desorden es posible descubrir ciertos órdenes

el orden y el desorden como principios rectores, y el isomorfismo entre realidad y racionalidad como condición necesaria para el conocimiento.

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