Maqueavelo
Enviado por tati12 • 12 de Marzo de 2013 • 6.916 Palabras (28 Páginas) • 411 Visitas
el pensamiento maquiaveliano, destacando la
importancia política que revisten las pasiones para este autor del pensamiento político
occidental.
A diferencia de la preeminencia de los aspectos ideativos de los estados psíquicos en la
psicología antigua, como afirma Ernst Cassirer, en Maquiavelo nos encontramos con la
centralidad de los aspectos pasionales de la psiquis humana, los cuales ocupan un lugar central
en su pensamiento político y forman parte de lo contante en el decurso del tiempo. El acceso al
conocimiento de los contenidos inmutables del alma humana es posible para el florentino gracias
a su propia experiencia en los asuntos públicos, como también gracias a los aportes de la
historia, disciplina que le permite comprobar un carácter universal y atemporal de las pasiones
humanas. “… no he encontrado entre lo poco que poseo nada que me sea más caro o que tanto
estime como el conocimiento de las acciones de los hombres, adquirido gracias a una larga
experiencia de las cosas modernas y a un incesante estudio de las antiguas”2.
Dado que la política es un campo de acción cuyas fuerzas dinámicas principales son las
pasiones humanas, es menester para el actor político, es decir para el hombre de acción,
conocer las fuerzas que movilizan a los individuos. Por ende, las pasiones son pasibles de ser
conocidas; se constituyen en objeto de conocimiento político. El conocimiento de los asuntos del
alma proviene de su propia experiencia política, además de los datos que la historia pueda
proporcionar. “Para Maquiavelo el despertar de las pasiones es un elemento que coadyuva a un
conocimiento más completo de la realidad, porque sólo así se está en medida de comprender el
significado de las acciones políticas protagonizadas por hombres apasionados”3. En este
sentido, en Maquiavelo es evidenciable una ruptura entre sabiduría y la moderación de los
apetitos humanos. “Maquiavelo manifiesta que considera innecesario aliar el conocimiento con la
prudencia”4. El objetivo de constituir a las pasiones en objeto de conocimiento para el hombre
público estriba, fundamentalmente, en la necesidad de manipular a los hombres con el fin de
alcanzar objetivos políticos, fin éste disociado de cualquier finalidad ética. Su “realismo
psicológico” persigue una finalidad pragmática: establecer prescripciones no ilusorias orientadas
al hombre público con el fin de permitirle alcanzar y preservar el poder político, siendo necesario
para ello saber manipular a los hombres. No se trata de alcanzar un summm bonum, sino de
evitar el summun malum, el cual estriba en tornar insegura la vida en la ciudad.
Maquiavelo “cree que la conducta de los hombres puede ser altamente maleable, que el
hombre es modelable por quien conoce la manera de someterlo a la necesidad”5. Sólo un tipo
específico de hombre, el hombre virtuoso, podrá gobernar a las masas y al azar, merced al
conocimiento de las necesidades que atraviesan la vida humana, que no son las mismas que las
suyas. Ubicado este paradigma de hombre por encima de las necesidades primarias, es
movilizado por el afán de gloria y el honor.
De esta manera, se advierte una conexión entre lo político y lo psíquico, siendo lo
primero el espejo y el resultante de lo segundo. En otros términos, podemos afirmar que en el
autor hay “… una verdadera constatación de la naturaleza exigente y deseante del hombre, que
se sitúa en los orígenes tanto de las insatisfacciones colectivas como de la inestabilidad
política”6. El conocimiento sobre los contenidos pasionales del alma, a la vez que le permite al
hombre político un eficaz manejo de los hombres, otorga inteligibilidad a los fenómenos políticos.
2 Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe, Editores Unidos, México, 1989, p. 39.
3 Braun, Rafael, “Reflexión política y pasión humana en el realismo de Maquiavelo”, en Fortuna y Virtud
en al República Democrática. Ensayos sobre Maquiavelo, Tomás Várnagy CLACSO, Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. 2000, p. 82.
4 Hilb, Claudia, Leo Strauss: al arte de leer. Una lectura de la interpretación straussiana de Maquiavelo,
Hobbes, Locke y Spinoza, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2005, p. 43.
5 Idem, p. 77.
6 Ansart, Pierre, Los clínicos de las pasiones políticas, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1997, 94.
El manejo político de las pasiones
Mi intención es poner en evidencia como, a partir de la concepción sobre la naturaleza
psíquica de los hombres, ya sea individual o analizados en masa, y su conducta, el autor va
elaborando los contenidos de la acción política que todo hombre que aspire al poder debe
conocer.
Del comportamiento humano
En El Príncipe encontramos un primer elemento en la caracterización psíquica de los
hombres. Éste es la dificultad de la misma para asumir y metabolizar los cambios. En este
sentido, Maquiavelo, al referirse a los principados hereditarios, sostiene que son los más fáciles
de conservar y en los que la continuidad en el poder para el príncipe no está bajo amenaza, “a
menos que una fuerza arrolladora lo arroje de él”7. El acostumbramiento de los hombres a un
determinado statu quo facilita para el príncipe su permanencia en el poder, siendo necesario
para éste no alterar, afirma el florentino, el orden establecido por la dinastía predecesora.
Desde luego que es en el principado nuevo en donde afloran los desafíos mayores,
precisamente porque está en juego la construcción de un orden político nuevo y su legitimidad.
Es por ello que, en esta ardua empresa política, es menester, en la medida de lo posible,
respetar las costumbres del pueblo conquistado y evitar modificar sus leyes y tributos. “Pues
debe considerarse que no hay nada más difícil de emprender, ni más dudoso de hacer triunfar, ni
más peligrosos de manejar, que el introducir nuevas leyes”8. La dificultad estriba, según el autor,
en la enemistad que dichas leyes producirán en quienes sacaban provecho de la anterior
legislación. Por otro lado, quienes se beneficiarían con los nuevos cambios, sólo ofrecen al
príncipe una “amistad tibia” en términos del florentino, en parte por la incredulidad de los
hombres, “que nunca fían en las cosas nuevas hasta que ven sus
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