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Meditaciones metafísicas: segunda meditación – Reneé Descartes


Enviado por   •  6 de Mayo de 2016  •  Resumen  •  1.425 Palabras (6 Páginas)  •  426 Visitas

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Meditaciones metafísicas: segunda meditación – Reneé Descartes

De la naturaleza de la mente humana: que es más fácil de conocer que el cuerpo

Descartes se aleja de todo aquello en lo que pudiera imaginar la menor duda, al igual que haría si supiese que es absolutamente falso; y continuará hasta que encuentre algo cierto o hasta que haya comprendido con certeza que no hay nada cierto en el mundo. Podría concebir esperanzas si fuera tan afortunado como para encontrar una sola cosa que fuera cierta e indudable.

Supone que todas las cosas son falsas y se persuade de que jamás ha existido nada de aquello que su memoria representa; piensa que no tiene sentidos y que (cuerpo, figura, extensión, movimiento y lugar) lo que muestran no son más que ficciones de su mente. ¿Qué podría estimarse verdadero? Que no hay nada cierto en el mundo.

¿No hay algún poder del que no pueda tener la menor duda que me ponga en la mente estos pensamientos? Quizás sea yo capaz de producirlos. ¿Soy algo? Ya he negado que tuviese sentidos o cuerpo. ¿Puedo ser sin ellos? Me he persuadido de que no había absolutamente nada ¿Yo no existía? Probablemente exista, si me he persuadido, o solamente si he pensado algo.

Hay un no sé quién engañador que me engaña siempre. Si me engaña, no hay pues duda de que existo y nunca podría hacer que yo no fuera nada mientras yo pensara ser algo.

Hay que tener por constante que esta proposición: “Soy, existo” es necesariamente verdadera todas las veces que la pronuncio o la concibo.

No conozco aun lo que soy yo (que estoy seguro de que existo). Consideraré lo que creía ser antes y cercenaré de mis antiguas opiniones todo lo que puede ser combatido hasta que no quede nada más que lo que es enteramente indudable.

¿Qué he creído ser antes? Me detendré en considerar los pensamientos que surgían en mi mente inspirados sólo en mi naturaleza, cuando me dedicaba a la consideración de mi ser.

Me consideraba como teniendo un cuerpo (1). Además, consideraba que me alimentaba, caminaba, sentía y pensaba, y atribuía todas esas acciones al alma (2); pero no me detenía a pensar lo que ésta era.

(1) Al cuerpo lo hubiera descrito como “todo lo que puede ser delimitado por alguna figura; que puede estar contenido en algún lugar y llenar un espacio; que puede ser sentido y que puede ser movido de distintas maneras por alguna cosa externa por la que sea afectado y de la que reciba el impulso.

Ahora supongo que hay alguien que se emplea en engañarme. ¿Puedo estar seguro de tener esas cosas que acabo de atribuir a mi naturaleza corporal? No encuentro ninguna de la que pueda decir que está en mí.

(2) Pasemos a los atributos del alma. Si es cierto que no tengo cuerpo también lo es que no puedo caminar ni alimentarme. Tampoco se puede sentir sin el cuerpo. Además, anteriormente he creído sentir cosas durante el sueño.

Pensar, el pensamiento es el atributo que me pertenece: el único que no puede ser separado de mí. “Soy, existo” durante tanto tiempo mientras piense. Podría ocurrir que si cesara de pensar cesaría de ser o de existir. Yo no soy más que una cosa que piensa, una mente, un entendimiento o una razón. Yo soy una cosa verdadera y existente. ¿Qué cosa? Una cosa que piensa.

AQUÍ FALTA UN PARRAFO

¿Y qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, que concibe, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina y que siente. Todas esas cosas pertenecen a mi naturaleza. Sigo siendo ese mismo que duda de casi todo, aunque concibe algunas cosas, que afirma que sólo estas son verdaderas, que niega todas las demás, que quiere conocer más, que no quiere ser engañado, que imagina otras muchas cosas y que sientes muchas otras.

Es evidente que soy yo quien duda, quien entiende y quien desea.

Tengo el poder de imaginar, aunque las cosas que imagino no sean verdaderas, este poder no deja de estar en mí y forma parte de mi pensamiento. Yo soy el mismo que siente, es decir, que recibe y conoce las cosas como por los órganos de los sentidos. Me diréis que esas apariencias son falsas. Por lo menos es cierto que me parece que veo, que oigo y que entro en calor; y es eso sentir, lo que no es otra cosa que pensar.

Empiezo a conocer lo que soy con un poco más de claridad y distinción. Pero las cosas que encuentro dudosas son más claramente y fácilmente conocidas por mí que las que son verdaderas y pertenecen a mi propia naturaleza. Mi mente se complace en extraviarse.

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