Obra Las Nubes De Aristófanes
Enviado por cheqo9483 • 8 de Mayo de 2013 • 535 Palabras (3 Páginas) • 3.259 Visitas
La obra se inicia una noche cuando el agricultor ateniense Estrepsiades, no puede conciliar el sueño, preocupado por los gastos y las deudas en que lo ha sumido su hijo Fidipides y lo que es peor, los intereses que se le van a acumulando cada veinte de mes. Fidipides pide a su padre que lo tome con calma, que no se desespere y se eche otra vez a dormir.
Así Estrepsiades recurre a un charlatán (Sócrates) para aprender retorica. En eso ve a Sócrates en un cesto colgando del techo y lo llama; ¡Sócrates, Socratillo! Quiero aprender a discursear, pues por la culpa de los intereses y de los acreedores, me veo despojado y saqueado. Fue así como se inicia un largo dialogo con el célebre filosofo al cual Aristófanes ridiculiza. Luego Sócrates invoca a las nubes celestiales (entra el coro de nubes representada por mujeres) que según Sócrates facilita el pensamiento, la dialéctica, la inteligencia, las invenciones novedosas y hasta desconcierta el auditorio para tenerlo a raya.
Pero a Estrepsiades se le hace difícil aprender y se ve obligado a exigirle a su hijo, a que se dirija al cabiladero. Fidipides aprenderá los conocimientos del argumento peor quien hará de él, un hábil sofista. Ambos se dirigen al cabiladero.
Pasado un corto plazo de tiempo, el hábil alumno aprende las rápidas lecciones del argumento peor, que Sócrates había llevado aquel día a escena. Fidipides, ahora instruye bien a su padre para que ya no tema el día – viejo y nuevo (día en que los acreedores consignaran el monto, más los intereses que les debe pagar Estrepsiades). Con una serie de argumentos, Estrepsiades se niega a pagar, al acreedor.
1.Por las doce minas que recibió para comprar un caballo, y al acreedor.
2.Por lo que su hijo Fidipides recibió una cierta cantidad de dinero prestado. Todo marchaba bien, pero de pronto repentinamente, Fidipides comienza a castigar a su padre, a pegarle, todo fue después de la fiesta que hicieron. Fidipides contestaba a todas las pretensiones del padre de manera contraria y utilizando su basta retórica y sofismas aprendidos. Entre palabras y palabras la discusión se había acalorado.
-Fidipides. - ¿me pagabas cuando era niño?
-Estrepsiades. Sí, por ser cariñoso y preocuparme por ti.
-Fidipides. Pues, dime, ¿no es justo que yo sea cariñoso contigo de la misma manera y te pegue, puesto en que eso consiste en ser cariñoso? (…)
Los hijos lloran, ¿crees que el padre no ha de llorar?, tu afirmaras que a costumbre hace que eso siempre sea cosa de los hijos; pero yo podría contradecirte diciendo que “los viejos son dos veces niños” y es más natural que lloren los viejos que los niños o los jóvenes itálica. Así, continuaba el disciplinado fidipides envolviendo con una serie de argumentos a su padre en su locuaz lenguaje. El viejo Estripsiades probaba de su propia medicina. Arrepentido y acongojado
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