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Participacion Politica


Enviado por   •  2 de Marzo de 2014  •  1.594 Palabras (7 Páginas)  •  243 Visitas

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LA PARTICIPACION POLITICA (LEGITIMIDAD Y PODER)

El pensamiento de participación política está asociado al concepto de legitimidad de un poder. Ya desde la teorización aristotélica 1 de la democracia griega, la forma adecuada de vivir la polis para hombres racionales —los ciudadanos— es la participación en las funciones judiciales y en el gobierno. Toda forma de ejercer el poder que se aleje de esta simple fórmula se encamina a la corrupción: entre seres racionales y libres el gobierno despótico no es adecuado.

La cuestión de la legitimidad se problematiza progresivamente en el momento en que el gobierno de las comunidades políticas deja de ser un gobierno directo, es decir, en el momento en que por circunstancias espacio-temporales y culturales, la participación directa en un poder deja de ser asequible a todos los ciudadanos. Se plantea entonces, substitutivamente, la cuestión de la legitimidad de una representación del poder. La fórmula de la compleja relación entre participación, representación y legitimidad de un poder no ha sido idéntica a lo largo de la historia del pensamiento político.

Es natural que haya sido así porque en ella entran en juego variables como: cómo se constituye un poder, su fundamento y la razón de la obediencia sobre la cual opera no se pueden explicar con una sola palabra. Para abordar la cuestión no basta quedarse en el plano descriptivo y alegar que las percepciones de la idea de legitimidad han sido diferentes a lo largo de la historia política; más bien se podría decir que cada uno de esos puntos de inflexión pone de manifiesto aspectos diferentes de esa compleja y hasta cierto punto misteriosa cuestión de las razones del poder.

1. “La Política” Aristóteles

Pero antes de comenzar a analizar esos aspectos, detengámonos un momento en la observación de que en el discurso político hablar de la legitimidad no está de moda. El conocido análisis de Max Weber en Economía y Sociedad 2 consolidó la tesis de que la forma de la legitimidad para las sociedades democráticas contemporáneas es la legalidad.

John Austin, nos lo dice la noción de legitimidad no tiene sentido en la ciencia jurídica; por relación al derecho positivo de su propia comunidad independiente, todo gobierno establecido y soberano no es ni legítimo ni ilegítimo; no podría serlo más que por una ley creada por él mismo, que sería legítima por su propia designación; y esto es un sinsentido.

Podríamos encontrar muchas más afirmaciones de este tipo en la filosofía política. Desde este punto de vista la idea de legitimidad aparece siempre rodeado de sombras. Sergio Cotta en un artículo publicado hace ya tiempo sobre la fenomenología de la legitimidad considera cinco causas de la decadencia de este concepto en el pensamiento contemporáneo:

1. La existencia de una sociedad global pluralista provista de numerosos niveles de institucionalización con una cierta autonomía constitucional y jurídica inscritos en un orden político.

2. El reconocimiento de un derecho natural y a la existencia de principios políticos. En este sentido, el gobierno legítimo es aquel que es conforme a la justicia, es decir, al derecho natural encarnado en las instituciones y costumbres.

3. Como noción axiológica remite a valores, lo cual supone un límite al método científico.

4. Parece inadecuado con el "régimen legítimo" por excelencia en las sociedades contemporáneas, a saber, la democracia. Como concepto político nace con el espíritu de la restauración. por tanto, como reacción a la Revolución Francesa, que había sustituido la antigua legitimidad por la legalidad. El juicio de legitimidad no se puede fundar en la justificación y no en los hechos; está cargado de perentoriedad, de subjetivismo moral y de "mística".

Sin embargo, a pesar de estas sombras, el concepto reaparece una y otra vez, aunque ya con connotaciones diferentes que ponen de manifiesto su complejidad. Fundamentalmente aparece ahora en pugna con la legalidad.

Trataremos a continuación de estas nuevas formulaciones y con ello, las nuevas caras de la legitimidad.

LA LEGITIMIDAD Y EL PASO DE LA LEY

Entre la legitimidad y la legalidad hay una comunidad de origen que opera en ambos conceptos y realidades. No es extraño por eso, que el tipo de legitimidad legal en terminología weberiana, sea el más apreciado en nuestros días.

De hecho originariamente legal y legítimo no eran dos conceptos diferentes. Más bien se consideraba legítimo lo que hace referencia a la ley. Así uno de nuestros conocidos romanistas, Alvaro d'Ors, dice con la tradición romana y medieval en su ensayo sobre la legitimidad (1957): "Como legitimidad viene de ley, si no hay ley a la que referirla, tampoco hay legitimidad".

Hoy nos encontramos autores que piensan de modo semejante a la tradición romana y medieval, aunque ya en un nuevo contexto. Paul

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