Prácticas maquiavélicas de Hitler
Enviado por tersuzune • 16 de Julio de 2020 • Trabajo • 1.854 Palabras (8 Páginas) • 155 Visitas
Prácticas maquiavélicas de Hitler
El Príncipe de Maquiavelo es una obra clasificada como norte de príncipe que no es más que un “manual de instrucciones” para los príncipes donde se explicaba cómo gobernar. El Príncipe en concreto va dirigido a Lorenzo de Médici que necesitaba unificar Italia y sacarla de la grave crisis que se vivía en el siglo XVI (Cultura Genial).
Lo llamativo de esta obra es lo realista que resulta al explicar cómo funciona la política, donde la moralidad queda en un segundo plano, pues lo principal es controlar al pueblo y tenerlo sometido para evitar rebeliones que puedan destronarles. Esta visión es precisamente lo que hace que, a pesar de que hayan pasado en torno a cinco siglos desde su publicación, sea una obra actual pues en política se sigue buscando el sometimiento de los ciudadanos.
Adolf Hitler fue un dictador alemán de tendencia nacional socialista que entre 1933 y 1945 ostentó el poder, llevando a cabo una política totalitaria y sembrando el terror entre los que consideraba sus enemigos, que eran principalmente los judíos, pero también muchos otros grupos sociales como comunistas, homosexuales, gitanos, eslavos, personas discapacitadas o cualquier individuo que fuera en contra de su ideología y pudiera poner en peligro el régimen. Durante este período, Hitler ralizó una serie de acciones que pueden relacionarse con las instrucciones que daba Maquiavelo a Lorenzo de Médici para ser un buen príncipe. Esto no quiere decir que Maquiavelo promoviese la tiranía, pero sí que es cierto que al defender una forma de gobernar donde los ciudadanos se ven como simples marionetas que controlar lo que facilitará la persecución de un objetivo individual, donde la ética y la moral quedan en un segundo plano, existe una delgada línea entre este gobierno, que no deja de ser totalitario, y la implantación de una tiranía. A continuación, se van a explicar algunos de estos aspectos que tuvo en común el nacionalsocialismo nazi con El príncipe.
El modo en que Hitler accedió al poder fue cuanto menos curioso, pues antes de contar con los apoyos que tuvo en torno a 1930, fue un superviviente a la Primera Guerra Mundial que, humillado por el fracaso, focalizó su dolor en los judíos principalmente, y trató de dar un golpe de Estafo fallido en Múnich (1923) por lo que fue encarcelado. Es decir, tan solo unos años antes había sido rechazado y considerado un loco por tener esas ideas tan radicales y en torno a diez años después ya contaba con la mayoría de votos. El cambio que se ve aquí es en la población, que estaba devastada por las consecuencias de la Gran Guerra y lo establecido en la Paz de Versalles, y veía en Hitler la salvación que devolvería a Alemania el esplendor de sus mejores siglos. Esto se puede interpretar como un reflejo de la idea “el fin justifica los medios” que se transmite en El príncipe. Esta frase no la dice Maquiavelo literalmente, sino que es una conclusión de las ideas expresadas en dicho libro y que viene a significar que la ética o la moral quedan en segundo plano si se puede conseguir algo por una vía menos ortodoxa, pero eficaz. En definitiva, con esta frase los individuos justifican determinados actos que saben que no son éticos pero que aún así los llevan a cabo, pues les permiten alcanzar su objetivo. De este modo, se podría decir que el pueblo alemán prefirió seguir a Hitler a pesar de que defendiera una política antisemita, entre otras cosas, con tal de volver a una etapa de prosperidad, es decir, su objetivo era salir de la grave crisis y estaban tan desesperados que aceptaron al dictador y le siguieron aún sabiendo que lo que promovía era cuanto menos ético.
Sin duda, la simulación fue un aspecto que caracterizó toda la dictadura de Hitler. Maquivelo (1985) establece que el príncipe no tiene por qué cumplir sus promesas porque trata con hombres que son malos por naturaleza y que acabarán incumpliéndolas, sin embargo tiene que tratar de disimular sus actos para que a ojos de sus súbditos parezca bueno y justo. Existen multitud de ejemplos que evidencian que para Hitler la simulación se convirtió en esencial durante su mandato.
Por un lado, está el sistema implantado en los campos de concentración pensado para que los presos no supieran realmente qué estaba ocurriendo o qué les iba a ocurrir: en primer lugar se les llevaba en un tren sin darles demasiadas explicaciones, aunque con el tiempo se acabase viendo que aquellos que se iban en el tren no volvían; después, a las puertas del campo estaba escrita la frase “el trabajo os hará libres”, creando falsas esperanzas en los presos de que si hacían todo lo que querían les dejarían marchar. Además, en los campos de exterminio se desarrolló una forma de matar en serie, haciéndoles creer que estaban en una consulta médica o en una ducha para evitar que opusieran resistencia. Esto no impedía que cada uno hiciera sus conjeturas, pero por parte del régimen no se decía claramente qué les deparaba, lo que no es más que una forma de crueldad que formaba parte de su política contra estos individuos “no deseados” por ellos.
Sin embargo, no solo aplicaban la simulación y el engaño a aquellos que eran sus “enemigos” sino que también la usaban para manipular al propio pueblo alemán, los discursos que daba se basaban en el populismo, que implicaba que se hacían promesas a los ciudadanos por muy descabelladas que fueran, básicamente se les decía lo que querían oír. Esto encaja a la perfección con una idea que defiende en este mismo capítulo Maquiavelo (1985) sobre la simulación donde recomienda disimular bien que se tiene la astucia de la zorra y “ser un gran simulador y disimulador” teniendo en cuenta que “los hombres son tan crédulos y sumisos a las necesidades del momento, que el que engaña encontrará siempre quién se deje engañar”, es decir, Hitler era una gran simulador y disimulador y el puebla alemán se encontraba tan necesitado en ese momento de unas palabras que les hicieran recuperar la esperanza y les dijeran que eran poderosos, que se dejaban engañar por su populismo. Además, durante la Segunda Guerra Mundial se construyeron refugios antiaéreos para la población civil que supuestamente estaban preparados para resistir los ataques aéreos, sin embargo, en Alemania, años más tarde se comprobó que muchos de ellos no eran realmente “a prueba de bombas” pero todo estaba dispuesto como si así lo fuera de manera que no cundía el pánico y crecía la admiración y devoción por su líder que se preocupaba por ellos, algunos de ellos pueden visitarse actualmente como las visitas que organiza Berlinen Unterwelten.
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