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Salvador Villanueva Medina


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2014  •  Informe  •  2.777 Palabras (12 Páginas)  •  321 Visitas

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Algo debía haber cambiado dentro de mi ser, pues el miedo o recelo que hasta entonces había sentido, se trocó en audacia. Empecé a imaginarme que lo que tenía enfrente no era ninguna nave, y hasta le encontré cierto parecido con una casa de exploradores de tipo convencional.

“Cuando el hombre repitió su invitación, decididamente avancé y empecé a subir tras él.

“Salimos por una especie de claraboya o agujero redondo de poco más o menos medio metro de circunferencia, a una plataforma horizontal…”

Salvador Villanueva Medina en la década de los sesentas.

Así comenzaba el supuesto viaje a Venus del taxista mexicano Salvador Villanueva Medina, tal como lo relataba en el capítulo II de su libro Yo estuve en el planeta Venus. Así, con una simple invitación del venusino, Villanueva iba a hacer el viaje de su vida.

Pero la historia no comenzaba ahí. Ni Salvador fue el primer personaje que apareció en escena.

Donald E. Keyhoe por la época en que se publicó el relato de Salvador Villanueva.

En 1950 el Mayor retirado Donald Edwards Keyhoe publica su famoso artículo Flying Saucers Are Real, en la True Magazine de enero de 1950. Artículo, que crearía los cimientos teóricos del mito de los platos voladores, y que fue traducido al español. En febrero y marzo los diarios de toda la República, día con día, publicaban uno o varios artículos sobre platos voladores. Para marzo se dio la primera gran oleada en México. Ese artículo de Keyhoe fue el catalizador de avistamientos en diversas partes del globo.

Interiores del libro de Adamski y Leslie, con la famosa fotografía del plato volador en forma de campana.

Enero de 1953 fue el año de la publicación del libro de George Adamski y Desmond Leslie, Flying Saucers Have Landed, que sería comentado en la prensa mexicana. En 1954 se presentaría la oleada francesa y muchos otros casos que luego se harían clásicos de la ufología, como el del ovni de Coniston, fotografiado por los hermanos Derbishire (un fraude), el marcianito de Cedric Allingham(otro fraude) y otros más.

Cedric Allingham en una fotografía publicada en el libro Flying Saucer From Mars.

En ese mismo año, 1954, se publicó el librito de Salvador Calvillo Madrigal, Plativología: ensayo nesciente, edición del autor, de 21 páginas con varias ilustraciones (como su título lo indicaba). También fue el año en que el periodista Manuel Gutiérrez Balcázar, del diario Novedades, comenzaría a publicar una serie de artículos sobre los platos voladores, bajo el pseudónimo de M. Gebé. Y, finalmente, sería el año en que llegaron a México dos entusiastas de los platos voladores, los esposos Bryant Reeve y Helen Reeve. Estos tres últimos personajes jugarían un importante papel en la historia del contactado mexicano y de la ufología en México.

Manuel Gutiérrez Balcázar en una expedición realizada para tratar de localizar el lugar en donde aterrizó el plato volador reportado por Salvador Villanueva.

Este trabajo sobre el primer contactado mexicano, Salvador Villanueva Medina, está basado en una investigación hemerográfica y bibliográfica y algunas breves entrevistas con personajes que estuvieron involucrados en este asunto, realizadas por quien escribe y por Óscar García. La intención es organizar la información disponible y mostrar algunas conclusiones. Se presentan las fuentes originales, primordialmente las dos principales ediciones del libro de Villanueva, el folleto y los artículos de M. Gebé, así como el libro de los esposos Reeve y otras fuentes consultadas. Se da especial interés a las voces de los protagonistas y sólo se intercalan algunos breves comentarios de este autor.

TURISTAS GRINGOS BUSCANDO PLATOS VOLADORES EN MÉXICO

En octubre de 1954 los dos jubilados norteamericanos deciden viajar a México. Consiguen un permiso de turistas de seis meses, se suben a su auto y no paran hasta llegar a la Ciudad de México, a 1,300 kilómetros de distancia de su casa en Detroit, ingresando al país por la Autopista No. 85, “The Laredo Road”, como era conocida por los norteamericanos.

El matrimonio Reeve, Helen y Bryant. Él era un ingeniero graduado de Yale y del Massachusetts Institute of Technology.

Lo que iba a ser un viaje de recreo y descanso se convirtió en una búsqueda de platos voladores. Los Reeve dicen en su libro, Flying Saucer Pilgrimage, que eran dos “turistas gringos” que de pronto se encontraron con los artículos sobre platos voladores de un tal M. Gebé y decidieron entrar en contacto con el periodista mexicano.

Los Reeve ya tenían experiencia en el mundillo de los platos voladores. Habían conocido, entrevistado y eran amigos de George Adamski, Desmond Leslie, George Hunt Williamson y Truman Bethurum. Habían grabado varias de las conferencias de esos contactados. Todo ese material lo pusieron a disposición de M. Gebé y eso mantuvo ocupada su columna durante semanas. Los Reeve relatan así esa historia:

George Hunt Williamson.

“Los artículos semanales de M. Gebé sobre platos crearon considerable interés en la Ciudad de México, y otros periódicos comenzaron a escribir sobre el tema. Antes de salir del país, seis meses más tarde, prácticamente todos los diarios metropolitanos tenían artículos sobre platillos, y luego de nuestra partida una carta de nuestro pequeño amigo Joey nos dijo que una nueva canción popular -un mambo- se convirtió en todo un éxito titulado Los marcianos llegaron ya. Cuando llegamos por primera vez en la capital no pudimos encontrar un sólo libro sobre platillos en español, y el libro de Leslie-Adamski en inglés era difícil de obtener. Sin embargo, esta situación cambió poco a poco. Durante nuestra estancia se publicó una edición en español de este libro, y muchos libros sobre platillos en inglés comenzaron a aparecer en las librerías.

Truman Bethurum

“Pero déjenos contarles lo que pasó en nuestro apartamento en México, DF. Poco a poco se convirtió en una sede no oficial de los interesados en los platillos en la capital. Por primera vez tocamos las grabaciones de conferencias sobre platillos y entonces nos pidieron dar conferencias nosotros mismos. Estas conferencias fueron dadas en inglés, pero siempre se traducían en beneficio de aquellos en la audiencia que sólo entendían español. Nuestra biblioteca de libros sobre platillos era ávidamente buscada por muchas personas que estaban realmente deseosas de aprender más acerca de este gran tema, y teníamos una lista de espera de libros. Nuestra fama creció a pasos agigantados. Apenas podíamos mantener el ritmo con los compromisos sociales y los compromisos que se desarrollaron por este interés en las naves espaciales y los seres del espacio. Hablar

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