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TEORIA DE LA AMBIGÜEDAD ORGANIZATIVA.


Enviado por   •  19 de Febrero de 2014  •  3.211 Palabras (13 Páginas)  •  689 Visitas

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Ensayo.

Introducción.

La representación social de la Administración se ve como un campo de ejercicio muy experto, que se agrupa en las mejores maneras de remediar dificultades, puntualizar estrategias y corregir desempeños.

Desarrollo.

TEORIA DE LA AMBIGÜEDAD ORGANIZATIVA: ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO DE REALIDADES ORGANIZACIONALES POCO CONVENCIONALES.

EL HOMBRE ECONOMICO COMO TOMADOR DE DECICIONES.

La teoría neoclásica de la elección racional parte de los supuestos de que existe un individuo que tomara una decisión y de quien se dan por sentadas sus creencias y preferencias especificas; este individuo a su vez identifica un conjunto de opciones y sus respectivas consecuencias.

La teoría se desarrolló originalmente en el ámbito de la economía neoclásica esta ha intentado demostrar que si las preferencias de un individuo satisfacen los axiomas de consistencia y continuidad se pueden representar como una función de utilidad bien definida.

Se considera que la conducta de una persona es racional cuando maximiza su propia función de utilidad; dicha función puede ser egoísta o altruista.

La propuesta de la elección racional se considera muy seductora ya que su hipótesis central es muy cansilla y también porque se identifica con un registro heurístico arraigado en el desarrollo de la ciencia empírica moderna. La teoría tiene un carácter normativo por que indica cómo actuar y predice que las personas actuaran como ella indica.

En los modelos del pensamiento neoclásico pueden localizarse en la indeterminación de la teoría tanto para establecer una estrategia de acción única como en la incapacidad de determinar al algún resultado único esta indeterminación se evidencia con mayor claridad en contextos estratégicos representados en la teoría de juegos. Existen juegos que no tienen una solución racional y hay otros que tienen varias soluciones posibles.

La principal contradicción que obstaculiza y bloquea la capacidad de decisión del racionalismo neoclásico es la que se denomina síndrome de Buridán: dadas dos opciones cuyos resultados esperados prometen ser igualmente beneficiosos pero que son distintas alternativas se ha de elegir una u otra pero no al mismo tiempo.

Uno de los juegos más interesantes es el llamado dilema del prisionero en el que la decisión racional reside en cooperar o competir; las dos alternativas son igualmente racionales aunque heterogéneas e incompatibles entre sí.

En el caso del comportamiento organizacional la indeterminación racional en el proceso decisorio ha propiciado mecanismos que intentan “reducir la incertidumbre”.

Simón impuso el acto decisorio en forma más flexible, a partir de su conceptualización del hombre administrativo.

EL HOMBRE ADMINISTRATIVO COMO TOMADOR DE DECICIONES.

Simón propuso partir del concepto de racionalidad limitada; en la cual su argumento fue que el hombre no está capacitado para seguir un modelo de racionalidad absoluta porque no puede conocer todas las opciones posibles y, además, porque razona de manera secuencial y no sinóptica. En este sentido, el decisor no busca lo óptimo, es decir la mejor solución en términos absolutos pues está fuera de su alcance evaluar todas la alternativas que tiene y todas las posibles consecuencias de cada opción, sino la solución satisfactoria (solución que responde de modo más inmediato a sus propios criterios de racionalidad); el hombre no busca optimizar sino satisfacer sus preferencias subjetivas.

Así pues, para Simón la decisión es el producto de un proceso complejo y extendido en el tiempo y no en el simple fruto de una acción libre, lineal y racional. A partir de esto propuso entender la organización como un conjunto de “redes decisorias” en las que los individuos están unidos por sistemas de influencia mutua.

En un ampliación de las ideas de March y Simón han propuesto que el equilibrio entre contribuciones y alicientes se debe a la conjunción indispensable de dos elementos: el deseo sentido de abandonar la organización y la facilidad percibida de abandonarla. Ambos factores dependen del grado de satisfacción que el individuo pueda percibir por su participación.

Cuando se habla de niveles de satisfacción se habla de una función subjetiva, inconmensurable y discontinua lo que nos sitúa en la complejidad de las relaciones individuo-organización. El conflicto de este equilibrio son las coincidencias aleatorias entre los objetivos personales de cada participante y los objetivos organizativos; la explicación está en las organizaciones no están formadas por individuos que compartan las mismas metas ya que sus miembros tienen todo tipo de necesidades e intereses.

Los objetivos son originados, generalmente, a partir de un proceso de negociación entre los grupos. Cyert y March sostienen que los objetivos están condicionados a un proceso de aprendizaje, es decir, las aspiraciones de los grupos resultan del éxito o del fracaso de sus estrategias.

Uno de los problemas de los autores para elaborar la teoría de formación de coaliciones consiste en cómo interpretar el hecho de que los individuos permanezcan en la organización. Una posible respuesta se basa en la introducción del concepto de pagos colaterales. Los pagos colaterales, lejos de constituir una distribución incidental de las ganancias fijas y transferibles, representan el proceso central de la especificación de los fines y objetivos de la organización, es decir, “un número apreciable de esos pagos toma la forma de compromisos políticos.”

A la diferencia de entre los recursos totales y los pagos totales necesarios es a lo que se le llama laxitud organizativa o de organización. La laxitud consiste en los pagos efectuados a los miembros de la coalición por encima de lo que sería necesario para mantenerlos integrados, sirve para la construcción de hipótesis explicativas de los procesos organizacionales.

Teoría del poder.

No todas las decisiones tienen un peso equivalente, algunas son estratégicas, con alto riesgo, mientras que otras son tacitas con bajo riesgo. Ya que hay decisiones a las que les damos mayor importancia y otras que las consideramos como simples o no importantes.

Según Simón se distingue como decisiones programadas y decisiones no programadas, las programadas son las actividades que se realizan de manera rutinaria, sistemática. Las no programadas se consideran como actividades encaminadas a desarrollar un plan de acción para resolver problema. Por lo tanto como los dos tipos de decisiones son muy importantes para la organización solo se les consideran a un específico grupo llamados administradores.

Se refiere como “tomadores de decisiones”

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