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Tomás Moro "Utopía"


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2014  •  Resumen  •  1.469 Palabras (6 Páginas)  •  183 Visitas

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Cuando allá por el siglo XVI Tomás Moro fundó la mítica Utopía, lejos estaba de su mente imaginar que ésta habría de ser algo más que paraíso terrenal: era en ese momento tierra de promisión y germen de un infierno prometido. Dos siglos después de la "fundación", Leibniz lanzó una célebre sentencia: "Dios creó este mundo porque es el mejor de todos los mundos posibles". Gracias a esta afirmación, que hoy en día puede resultar ingenua, Voltaire, espíritu ilustrado, construyó en torno suyo el retrato de la más pura "inocencia": Cándido. Sometido a un sinfín de contratiempos, la respuesta final del protagonista no puede ser otra: "Vivimos en el mejor de los mundos posibles". La fina ironía de Voltaire deriva en la acidez que destila El señor de las moscas, obra de Golding, que nos muestra dónde quedó la utopía de Moro, qué se hizo de Emilio, de Rousseau, quien afirmaba del hombre que era bueno por naturaleza, y que era la sociedad quien lo corrompía...

Como ocurriera con los niños abandonados de Golding en la obra mencionada, Saramago muestra en Ensayo sobre la ceguera cómo, frente a la desaparición de las ataduras impuestas por la civilización, el hombre retrocede a un estado primitivo donde todo (absolutamente todo) es válido y necesario para la supervivencia, tanto individual como colectiva. Como dijera el humanista italiano Pico della Mirandola, en su "Discurso de la dignidad del hombre": "Te he puesto en el centro del universo para que así puedas contemplar del modo más conveniente todo lo que existe en el mundo. Tampoco te hemos hecho celeste o terrestre, mortal o inmortal, para que tú seas, por así decirlo, tu propio y libre creador y te des la forma que creas mejor. Tendrás poder para descender hasta las bestias o criaturas inferiores. Tendrás poder para renacer entre los superiores o divinos, según la sentencia de tu intelecto" [1]. "Descenderás", parecía haberse anunciado desde el Renacimiento. Y haciendo caso a todos los pronósticos, posibles e imposibles, el hombre descendería...

Ensayo sobre la ceguera enlaza directamente con la obra de uno de los autores más importantes de este siglo XX. Aquella mañana, cuando el primer hombre despertó, tal vez después de un sueño intranquilo (algo que el autor se permite omitir), de seguro no imaginaba que su destino y el de otros tantos como él iba a emparentarse con el de Gregorio Samsa. En Ensayo sobre la ceguera no hay metamorfosis, pero sí hay un cambio de estado determinado por esa súbita ceguera, y este cambio y este "parentesco" es lo suficientemente real como para encontrar la siguiente descripción, que bien pudiera corresponder a un pasaje de la obra del autor checo: "la familia atemorizada, con miedo de acercársele, amor de madre, amor de hijo, historias, quizás me hicieran lo mismo que aquí, me encerraban en un cuarto y me ponían el plato a la puerta, como mucho favor". [2]

En un principio, el Estado asume el papel de la familia de Gregorio: se le recluye, se le alimenta, se evita en lo posible cualquier contacto con él, y del mismo modo que con Gregorio se utiliza la violencia física, aquí la manzana es sustituida por los disparos de los militares y por las vejaciones de otros en su misma situación, hecho éste que hermana a los personajes de esta obra con el protagonista de la novela de Alejo Carpentier, El reino de este mundo, Ti Noel, quien descubre con estupor, rabia e impotencia, que el opresor ahora está "tan marcado a hierro" como él.

Del mismo modo que en La Metamorfosis la transformación de Gregorio Samsa en un "monstruoso insecto" no responde a ninguna lógica, la súbita ceguera que padecen los personajes de esta obra no tiene explicación. Así, el primer ciego siente la ceguera como una caída "en un mar de leche", explicación ésta del ciego hasta cierto punto pueril. El segundo ciego, el ladrón, muestra cierto escepticismo, y tras "treinta pasos", que bien pudieran ser las treinta monedas de Judas, se encuentra afectado como aquel a quien socorrió. Es curioso el sentido profético que posee el médico, pues presiente su fin, y es curioso también cómo la chica de las gafas oscuras achaca la ceguera a la consecución del acto amoroso, pues la cree transitoria y consecuencia del placer, y frente a ella se muestra primeramente agotada y feliz, y

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