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Trabajo De Juicio Moral Y ético


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2014  •  5.742 Palabras (23 Páginas)  •  260 Visitas

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INTRODUCCIÓN

La finalidad de la educación implica formación humana; hoy más que nunca se trata de fortalecer interiormente a la persona, para que no sucumba frente a los adelantos científicos y técnicos y por el contrario sepa servirse de ellos, manejarlos y ser un miembro no masificado, sino integrador en la sociedad en que nos envolvemos

La ética y la moral juegan un papel muy primordial en buena formación docente pedagógica en el acto educativo.

Para afrentarnos en el tema es muy importante tener conceptos claros de ética, moral, pedagogía y formación.

En este trabajo se pretende estudiar la Ética en el área profesional, tomando en los aportes y teorías pronunciadas principalmente por Aristóteles las cuales dignas de ser comprendidas en el ejercicio de las funciones de los profesionales. Por ello será, la Ética no solo se tomada en cuenta en el área profesional, sino también en el área personal.

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La Ética estudia actos voluntarios, que el hombre controla consciente y deliberadamente y de los que es fundamentalmente responsable y los actos involuntarios, son los que obviamente ejecuta inconsciente o involuntariamente y no poseen significado Ético alguno.

Es necesario indicar en esta breve introducción la no muy clara diferenciación entre la moral personal y la Ética profesional. La Ética abarca las normas que permiten la convivencia de personas y grupos y la moral abarca la conciencia individual, que se considera subjetiva, por razones obvias.

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RELACIONAR LOS DERECHOS Y LA MORAL CON LA HISTORIA DE LA DOCENCIA.

Historia de la docencia Vs la docencia contemporánea

El maestro ocupa aquí un lugar central, puesto que a él le corresponde la tarea de llevar a la práctica cualquier forma de educación que queramos imponer. El maestro moderno no puede ser un funcionario que cumpla sin preguntar; su tarea se torna cada vez más difícil debido a muchos factores.

Tanto en la teoría como en la literatura general de la educación hay continuas aportaciones en un grado acelerado y debemos enfrentarnos a la difícil situación de que cuanto más aprendemos sobre el proceso, tanto más exigente se vuelve la tarea de evaluar las demás opciones. Esto comporta serias consecuencias.

En primer lugar, significa que el estudio de la educación como proceso social fundamental se va convirtiendo en una actividad sumamente complicada, tanto más cuanto que la educación está institucionalizada y formalizada, y a su vez significa que todos los que participan en el proceso de la educación, y de manera peculiar quienes deben llevar la primera voz, en especial los maestros en el sentido más lato de la palabra, deben lograr un elevado grado de percepción y entendimiento de lo que tienen entre manos. En este contexto, es necesario señalar cuál es este sentido más amplio de lo que es un maestro. Generalmente pensamos que el maestro es aquella persona que está al frente de un aula de alumnos, durante un proceso formal y que les enseña desde una posición de autoridad intelectual y social. Pero se trata de sólo una parte del concepto y en esta época de transformación rápida de la sociedad y de extensión y formalización crecientes del proceso de la educación, haríamos bien en percatamos de que existe cierto número de maneras de actuar como maestros; es decir hay diversas maneras de ejecutar la enseñanza y su correlativo el aprendizaje, desde la deliberadamente consciente y formal, a la no intencionada e informal. Cuando un arquitecto, por ejemplo, se propone asesoramos sobre las consecuencias ecológicas de una nueva construcción y nos insta a que procedamos de un modo particular, entonces actúa como un maestro. A medida que nuestra sociedad se vuelve más compleja e independiente, la vocación de la enseñanza, en cualquier estilo y para el propósito que sea, se volverá cada vez más importante, y como el estrecho modelo del maestro del librillo cada vez más impugnado y desbancado, es importante que estemos conscientes de ese sentido más lato y pleno del término.

Mientras que en otra época era muy factible y hasta común que los maestros enseñaran a sus alumnos lo que a ellos les habían enseñado y casi de la misma manera, sin darse cuenta siquiera de la existencia de un marco teórico más amplio, tal proceder resulta hoy claramente inapropiado. Desde luego que se puede seguir enseñando de un modo rutinario y con conocimientos someros, pero tal actitud indicaría ahora una indiferencia consciente y hasta malintencionada; ya no es posible que el maestro no se percate de que las prácticas de su vocación están guiadas por un gran cuerpo de teorías complejas. Por el contrario, el maestro contemporáneo necesita más que la simple adquisición de cierto número de técnicas con un cuerpo de conocimientos al respecto. Necesita un punto personal desde dónde ver su función como maestro, con todo lo que implica esa función. Debido a que todas las tradiciones, creencias y autoridades se ponen en tela de juicio, el maestro está obligado a distinguir lo que es importante en la educación y el papel que ésta debe desempeñar en la sociedad. Tal ejercicio es necesario, además, para que el maestro sea más independiente y participe en mayor grado en la toma de decisiones sobre los planes de estudio, los métodos didácticos, la administración del plantel donde trabaje, etc. Cada vez se le requiere más, por parte de los alumnos, de los padres y del público en general para que establezca y defienda sus metas y métodos principales en la docencia, y para hacerlo idóneamente requerirá haber pensado sus ideas, creencias y prácticas hasta sus premisas filosóficas fundamentales. Esto quiere decir que el maestro en la actualidad necesita desarrollar su propia filosofía de la educación.

Argumenta Nino acerca de los derechos y la moralidad enfatizados en la docencia.

Para Nino, los derechos humanos serían derechos establecidos por principios morales. Y las características que los definirían serían:

«a) su existencia está dada por su validez o aceptabilidad y no por su reconocimiento efectivo o aceptación real por ciertos individuos; no son, en consecuencia, principios de una moral positiva, sino de una moral crítica o ideal que puede o no tener vigencia en algún ámbito.

b) Son principios aceptados como justificación final de conductas; es decir, no hay principios de otra clase que prevalezcan sobre ellos para valorar una acción que esté comprendida en su dominio;

c) Los principios morales pueden valorar cualquier conducta. El problema estaría en determinar esos principios a que se refiere y en todo caso, quién y cómo puede considerarlos como

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