Trabajo Práctico De Dimensión ético -política De La Praxis Docente.
Enviado por Callejeros • 24 de Noviembre de 2013 • 1.991 Palabras (8 Páginas) • 787 Visitas
Consigna:
• Recorrido por la teoría ética del autor: Aristóteles
• Relacionar el texto “Principios éticos en la docencia” de Turnbull con la teoría.
• Relacionar con el Diseño Curricular.
Teoría ética de Aristóteles.
Según la tradición que arranca de Aristóteles, concretamente de la Ética a Nicomano, obra moralmente quien elige los medios más adecuados para alcanzar la felicidad, entendida como autorrealización.
En definitiva, las personas tendemos necesariamente a la felicidad, de forma que la felicidad es el fin natural de nuestra vida. Pero no solo el fin natural, sino también el fin moral, porque alcanzarlo o no depende de que sepamos elegir los medios más adecuados para llegar a ella y de que actuemos según lo elegido.
Obrar moralmente es entonces lo mismo que obrar racionalmente, siempre que entendamos aquí por “razón” la razón prudencial, que nos aconseja elegir los medios oportunos para ser feliz.
Es prudente, aquel que, al elegir, no tiene en cuenta solo un momento concreto de su vida, sino lo que le conviene en el conjunto de su existencia. Por eso sopesa los bienes que puede conseguir y establece entre ellos una jerarquía para obtener en su vida el mayor bien posible. Quien elige pensando solo en el presente y no en el futuro es imprudente, y lo que es idéntico, inmoral.
El prudente no es entonces “presentista”, sino que sopesa y pondera los bienes que elige en el momento concreto, de modo que en la “cuenta de resultados” de la vida moral se le conoce como “Eudemonismo” (de “eudaimonía” que significa “vida buena”, “felicidad” en el sentido de autorrealización plena), y permanece hasta nuestros días.
Siguiendo con la teoría ética, este filósofo, considera que toda actividad humana tiende hacia algún fin (telos). El fin de la actividad de un zapatero es hacer, producir un zapato bien hecho; El fin de la medicina es procurar o restablecer la salud del enfermo, y el fin de un maestro/profesor es enseñar.
Vemos que los fines no son idénticos ya que dependen de la actividad que se lleve a cabo para obtenerlos. Las actividades tampoco son iguales. Aristóteles distingue entre la praxis, que es una acción inmanente que lleva en sí misma su propio fin, y la poiésis, que es la producción de una obra exterior al sujeto (agente) que la realiza.
Por ejemplo, el fin de la acción de construir una estatua no es la propia producción de la estatua, sino la estatua misma. Pero ésta, además, tiene un fin para lo cual la estatua misma es un medio: conmemorar un hecho, venerar a un dios.
Así, vemos que unos fines se subordinan a otros, existiendo una jerarquía entre ellos y en las actividades que los producen. Por lo tanto, habrá que determinar cuál es el fin último del hombre al que estarán subordinados los otros fines. Habrá que buscar un fin que ya no sea medio para ningún otro fin.
Aristóteles presupone la unidad del fin y del bien, no llegando a considerar en ningún momento la posibilidad de un conflicto entre fines morales. Además, su teleologismo identifica el fin al que algo tiende con el bien, ya que el bien de algo es llevar a buen término el fin que tiene que cumplir, la realización de su esencia y de sus potencialidades.
Tiene que haber un fin último, querido por sí mismo y que sea el fundamento de todos los demás. Si esto no sucediera, y los fines siempre fueran medios para otros fines, y así hasta el infinito, nos encontraríamos con la paradoja de que los fines son fines de nada, lo cual les haría absurdos e innecesarios (ineficaces). Y como, de hecho, hay fines, por lo tanto, debe haber uno que sea fin en sí mismo y no sea medio para ningún otro.
Este fin último o bien es "la felicidad" (eudaimonía), y por eso, se dice que la ética aristotélica es eudemonista, porque considera que el fin (bien) último que persigue el hombre es la felicidad.
No por poseer riquezas garantizamos nuestra felicidad. Tampoco solamente la consecución del placer nos hace felices. Normalmente necesitamos algo más para serlo y en eso nos distinguimos de los animales. Aunque estos bienes particulares no basten, sin embargo ayudan. En esto Aristóteles mantiene una postura moral bastante desmitificada y realista: el bien no puede ser algo ilusorio e inalcanzable. Sin ciertos bienes exteriores (salud, riqueza, etc.) la felicidad será casi imposible de alcanzar.
Si es el bien supremo, aquel que ya no es medio para ningún otro fin, habrá que determinar en qué consiste el bien para cada ser.
Relación del texto “Principios éticos en la docencia” de Turnbull con la teoría.
A partir de la teoría ética de Aristóteles y el texto de Turnbull, se puede decir que en la actualidad la vida en sociedad deriva a la educación responsabilidades necesarias que, más allá de desarrollar conocimientos, fundamentar y transmitir saberes, motivar aprendizajes, renovar métodos, guiar procesos, evaluar logros, etc., constituyen un desafío de enorme trascendencia ética. Ya sea en la búsqueda de la autonomía como de la felicidad, la ética es un permanente avanzar hacia nuestra propia afirmación como individuos y como sociedad, un intentar la convivencia con otros y ser uno mismo, asumiendo la educación como tarea cívica, es decir, reconociéndonos y estimándonos como ciudadanos.
Cabe destacar, como dice el texto, que la ética ha evolucionado y actualmente nos encontramos con la “ética de tercera generación” que transforma nuestro afán de ser buenos en un trabajo continuo hacia la solución de todos los problemas sociales.
Haciendo un breve recorrido histórico, se puede decir que la educación moral ha pasado por diversos periodos.
Así mencionamos, la “Ética de primera generación”, que sería sin duda la Educación religiosa, con su propuesta de explicación total del sentido mundo y la vida humana; luego, con el proceso de laicización moderna de la educación , es la educación moral familia y escolar que se encarga de interiorizar y respetar normas morales a los individuos.
En la “Ética de segunda generación”, se pasa de una coacción meramente interior a una coacción asegurada por la ley jurídica. No solo debemos respetar los deberes éticos por uno mismo, sino que la ley jurídica nos obliga a hacerlo y sanciona en caso contrario.
Hoy, se
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