Tránsito del conocimiento vulgar de la razón al conocimiento filosófico
Enviado por Danielow • 22 de Octubre de 2012 • Trabajo • 677 Palabras (3 Páginas) • 837 Visitas
Capítulo primero: Tránsito del conocimiento vulgar de la razón al conocimiento filosófico
Las ideas mas destacas que se pueden recoger en este capítulo son, en primer lugar, la voluntad. Este elemento es necesario para que se puedan llevar a cabo acciones buenas, por lo que es buena en sí misma. Así, el juicio, el entendimiento, los valores..., dependen de la voluntad para que sean igualmente buenos.
Pero también se destaca otra gran idea, la de la razón, que es fundamental por una serie de razones. La básica es que la razón es necesaria para la voluntad, y viceversa, ya que, como pueda pareces, no son incompatibles, sino que uno va de la mano del otro.
Otra idea que aparece es la del deber. Y esto tiene dos tipos de acepciones. Por un lado está es deber de conservar la vida, por ejemplo, que lo hacemos por instinto, y también está el deber de aquello que realmente hay que hacer, aunque eso no parezca que haga feliz al individuo. Entonces se convierte en un conflicto moral. Si se hace lo correcto cumple, por un lado, un deber moral, y por otro religioso ya que, simplemente, es lo más práctico. Y, a la vez, se cumple también con la ley fijada.
En el capítulo primero Kant empieza diciendo que lo que es bueno o malo no son nuestros actos sino la misma voluntad. Sólo la voluntad es buena: incluso podemos hacer actos “buenos” pero movidos por una mala voluntad. O sea que lo que interesa es la buena voluntad más que el acto mismo. Dice Kant: “la buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena porque alcanza algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decor, es buena en sí misma”. O sea no interesa el qué sino el cómo: no interesa cuál fin persigamos con nuestros actos, sino cómo buscamos alcanzarlo, y esto último puede hacerse con mala voluntad o con buena voluntad. Comenzamos a ver entonces aquí la independencia de la ética de la experiencia.
En relación con esto habla también Kant del “deber”: el hombre no debe proceder por inclinación (hacia tal o cual fin) sino simplemente por “deber”. Por ejemplo el fin puede parecer bueno (por ejemplo hacer una donación al hospital) pero encubre un fin egoísta (la persona sabe que proximamente será atendida en ese hospital). Para Kant entonces obrar bien no es perseguir una finalidad, sino simplemente actuar por deber, independientemente de las circunstancias. Así, dice Kant: “una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el propósito que se quiere alcanzar, sino en la máxima por la cual se rige dicha acción; no depende pues, de la realidad del objeto de la acción, sino meramente del principio del querer”.
Obrar bien es respetar una ley, no perseguir determinado fin considerado bueno: “el deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley”, dice Kant.
El problema que se presenta ahora es averiguar cuál es esta famosa
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